Capítulo 4.

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Nihal no tuvo tiempo de pensar, al encontrarse a Murat se puso nerviosa y a la defensiva, luego, se relajó porque, a pesar de sus miradas, se había comportado como un caballero, así que se sintió comoda y eso dio paso a que su mente regresara dos días atrás. Recordó su pasión, era un hombre muy varonil, fuerte y decidido, pero siempre cuidó, en todo momento, tratarla con delicadeza. Eso la había dejado encantada.
Ahora que ya no estaba nerviosa, su mente y cuerpo la traicionaron vilmente, Murat sin duda tenía un atractivo evidente, no solamente físico, si no en todo su ser, de pronto quería sentir su cuerpo contra el de ella otra vez. No entendía cómo pasó, primero estaba admirando su nueva oficina y al segundo siguiente se había arrojado prácticamente a los brazos del socio de su padre. ¿A eso había ido a Luna? ¿A seducir a su compañero de trabajo? Claro que no… pero tener un poco de diversión tampoco estaba prohibido, ¿No?
Decidió que, si ya estaba en eso, no podía parar, ella había tomado la iniciativa y no era una soldado que huía de la guerra, estaría al pie del cañón, porque lo que empezaba lo terminaba.
Murat en ningún momento la rechazó, por el contrario, sus manos se posaron en sus caderas mientras sus labios se presionaban insistentemente contra los de ella. De pronto sus pies ya no tocaban el suelo, Murat la alzó y la condujo a un sofá que descansaba en uno de los rincones de la oficina, la recostó ahí y se posó sobre ella cuidando no aplastarla. Nihal, con apuro, le quitó la chaqueta a Murat y la dejó caer al suelo, mientras tanto, las grandes y fuertes manos de Murat hacían un tour por sus piernas.

Nihal sintió como los labios de Murat besaban su cuello y eso producía que sintiera impulsos de electricidad desde la nuca hasta el fin de su espina dorsal.

-No dejes marcas. -Susurró ella con voz aterciopelada, quería disfrutar el momento pero no quería que la empresa entera se enterara de lo que sucedió entre esas cuatro paredes.

-No te preocupes. -Su voz sonaba tan ronca que ella tuvo que morder su labio para no gemir.

El calor de sus cuerpos cada vez aumentaba más, por lo que las pequeñas manos de ella comenzaron a desaprovechar la camisa de él, mientras que las de él subían su vestido. Las cosas comenzaban a ponerse más interesantes, cuando se vieron interrumpidos por unos golpes en la puerta. Nihal empujó rápidamente a Murat, entrando en pánico. Él maldijo por lo bajo, ¿Quién se atrevía a molestarlos?

-¿Quién es? -Intentó que su voz no se escuchara tan agitada mientras se arreglaba la camisa.

-Disculpe, señor Murat, -La voz de Merve, una de las nuevas secretarías, se escuchó del otro lado de la puerta.- tiene una llamada.

Ambos ya habían terminado de arreglar sus ropas, por lo que él se acercó hasta la puerta, sostuvo la manilla, miró a la chica que tenía los labios algo hinchados y esta asintió, así que abrió.

-¿Quién me busca, Merve?

-La señora Hayat, su esposa, está en la línea. -Murat se puso serio de inmediato, él ya estaba divorciado, pero no era algo que fuera contando a todo el mundo, Hayat no quería estar en los titulares de la prensa amarillista, por lo que no podía culpar a la secretaria por su imprudencia. Se volteó para mirar a Nihal, tal y como pensaba, ella parecía que lo quería matar.

N I H R A T.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora