La luz del sol quemaba sus mejillas y sus hombros desnudos le ardían, la luz del mediodía era difícil de soportar y no había ni una sombra en la que pudiera refugiarse. Estaba sentada en la orilla del muelle, hacía casi una hora. El sonido del mar la ayudaba a tranquilizarse porque de a ratos sentía el impulso de ponerse de pié y salir corriendo. El nudo en su estómago se sentía apretado, probablemente su cuerpo rechazaría aunque sea una gota de agua. El ritmo de sus palpitaciones eran dignas de competir con el baterista de una banda de metal pesado y, cada cierto tiempo, se distraía con el dolor que sentía en las palmas de sus manos debido a lo fuerte que apretaba los puños, clavándose las uñas. Sin embargo y, a pesar de todas las reacciones que estaba presentando su cuerpo a su evidente nerviosismo, su mente la tenía tranquila, sabía que estaba en el lugar indicado a la hora correcta, esto debía ser así, estaba escrito.
Debía demostrarse así misma la persona fuerte en la que había convertido, no podía echarse hacia atrás luego de haber tomado una de las decisiones más importantes de su vida. Su cabeza sólo le recordaba las consecuencias que esto le traería, en primer lugar sería el enojo de su padre si se llegara a enterar, y por otra parte, su estabilidad emocional podría caer en picada en cualquier instante. ¿Qué haría Murat si se enterara de esto? ¿Se enfadaría con ella o intentaría entenderla? Claro que eso no iba a suceder, procuraría de que él nunca se entere sobre lo que estaba a punto de hacer. El sonido de una lancha le hizo levantar la mirada, la luz del sol le impedía observar a distancia, así que se puso sus lentes de sol. Se paró lentamente e instintivamente hizo un pequeño paso hacia atrás. Apretó la mandíbula y cerró los ojos, le costaba asimilarlo, después de tantos años iba a verlo de cerca, otra vez. Contó internamente hasta diez y cuando oyó que la lancha se quedó en silencio, abrió lentamente los ojos y se encontró con un hombre que estaba observándola perplejo e inmóvil, parecía querer decir algo, pero no lo lograba.
Por un instante dejó de sentir su cuerpo, ya no escuchaba el corazón latiéndole con fuerza como si lo tuviera junto a los odios, no sentía el nudo en el estómago ni estaba consciente de que otra vez se estaba clavando las uñas en las palmas, simplemente veía esa silueta que subía y bajaba con el vaivén que el agua producía en la pequeña embarcación, la misma que años atrás ella le había obsequiado en uno de sus cumpleaños junto a su padre. Ese yate era lo único que él pudo conservar de ellos.
No tenía idea de cuánto tiempo llevaban observándose a distancia, pero decidió que era suficiente, se armó de valor y se quitó los lentes, si lo iba a enfrentar entonces ambos se verían a los ojos, con claridad.
Contó hasta tres, se puso un poco más derecha y comenzó a caminar, decidida, hasta la orilla del muelle en donde estaba atracado el yate. Mientras avanzaba su mente iba recordándole su dolor, cosa que solo la aviaba a no dar marcha atrás. Cuando llegó hasta el barco pudo ver mejor al hombre. Seguía tan alto como lo recordaba, guapo, si, pero su aspecto lucían distinto, estaba descuidado, llevaba barba y el pelo largo, alborotado, los años se manifestaban en los costados de sus ojos con pequeñas arrugas, su piel estaba más bronceada, parecía que se había expuesto al sol por bastante tiempo, estaba un poco más robusto y, su semblante de ganador y dueño del mundo había desaparecido, a simple vista casi no había rastro del Behlül Haznedar que ella conocía, ahora lucían muy simple, con el cuerpo un tanto encorvado, los hombros caídos, como si ya no sintiera orgullo de sí mismo. Antes, en sus años gloriosos, nadie habría pasado por alto su presencia, llamaba la atención a kilómetros, pero ahora, estaba segura que si no lo conociera tan bien ni siquiera lo habría reconocido, si se lo topaba en la calle probablemente habría pasado de largo, ya no era igual. Se sorprendió al darse cuenta que sentía lástima por aquel sujeto y luego se reprendió mentalmente, pues lo único que ella quería y podía sentir por él era odio.-¿Me permitirás subir o vas a bajar? -Se llenó de orgullo al notar que su voz sonó tan seca y dura como quería. Notó cómo el se estremeció al escucharla, probablemente su voz, luego de años, tenía cierto efecto en él, al menos no le era indiferente.
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N I H R A T.
Fanfic"Puede ser que tenga que mirar atrás para saber cómo caí en este lugar, ¿Y ahora qué? Si me perdí en medio del mar y me olvidé que es lo que tengo que buscar. En ti encontré otra vez la fe otra vez y si mi vida está en pedazos tal vez me ayudes a...