Don Aurelio

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Martín un hombre que había quedado viudo muy joven, ya no le encontraba sentido a su vida, pues su amada Raquel quién estaba embarazada al ser arrollada por un camión, se llevó con ella toda su ilusión de vivir, la verdad no quería saber de nada, le pedía a Dios se lo llevara con su esposa y su hijo, habían luchado mucho para lograr aquel embarazo y después de 3 años lo lograron y cuando por fin pensaron que serían la familia más feliz del mundo, sucedió aquel terrible accidente por culpa de aquel hombre que después de ocasionar el dolor mas grande en la vida de Martín, huyó como cobarde y nisiquiera se le hizo justicia a aquellas muertes, pero aquel hombre desgarrado de dolor pedía al cielo que algún día aquel infeliz pagara todo ese dolor que el sentía.
Martín empezó a tomar mucho, quería destruirse y reunirse con sus dos amores, su familia ya no sabía que hacer para ayudarlo, José un primo que vivía en otro pueblo le dijo que fuera a vivir con él, quizás alejándose de aquel lugar lograba superar un poco tanto dolor, le dijo que necesitaban un cuidador para el cementerio y el era excelente para el trabajo, pues al ser joven y fuerte se le haría fácil, después de tanto insistirle su primo y sus padres el aceptó y le dijo que se iría pero solo si le salia ese u otro trabajo sino no, porque sino sería solo una carga para su primo pues estando solo y sin que hacer sería mas fácil tirarse a la bebida.

Al otro día salieron hacia aquel pueblo, fueron directo al cementerio para hablar con el encargado para aplicar para el trabajo, después de entrevistarlo le dijeron que el trabajo era de el y que en dos días podía empezar,  así le daba tiempo de ir por sus pertenencias a su pueblo, le dijeron que allí había un cuarto donde podía vivir sin problema y que tenía todas las comodidades, el vio el lugar y efectivamente todo le parecía bien, le explicaron los horarios y las labores que debía realizar y pues el estaba conforme con todo.

El día que tenía que empezar a trabajar, se presentó y empezó con sus labores, conoció a un viejecito muy amable que se encontraba arreglando una tumba, el al verlo le ofreció ayudarlo pues le pareció que a su edad no debía estar haciendo ya esos trabajos, pero el señor le dijo ¡no te apures muchacho! Yo llevo años haciendo esto todos los días y me verás siempre aquí, solo así me siento útil y ya ves que dicen que envejece uno más sin hacer nada, a mi me gusta estar aquí por ratos, no te creas, no hago mucho pero algo es algo y así soy feliz.

Martín sonrió y le dijo está bien será un gusto ayudarlo en lo que ud. Necesite, cualquier cosa puede pedirmela yo estaré al pendiente, me voy a mis quehaceres pero estaré dando mis vueltas por acá para ver si necesita algo, el viejecito solo hizo un gesto de agradecimiento acompañado de una sonrisa asintiendo con la cabeza.
Martín así lo hizo, hacia sus tareas pero pasaba dandole un vistazo al señor de pronto cuando vio ya no estaba, seguramente ya se había cansado y se había retirado, me tarde un poco más en regresar seguro por eso ya no lo vi pensó para si mismo.
Al otro día allí estaba otra vez y Martín lo saludó, buenos días señor ayer ya no vi cuando ud. se fue y ya no lo despedí, ha y por cierto ni su nombre le pregunté.
Mi nombre es Martín y el señor le dijo 
-yo soy Aurelio Gómez para servirte muchacho, -gracias don Aurelio espero verlo mas tarde, por aquí voy a andar ya que tengo mucho que hacer y pues sino me apuro dejo pendientes para mañana,
- esta bien muchacho, aquí nos estamos viendo.

Así pasaron varios días y don Aurelio siempre estaba por allí limpiando el monte de una que otra tumba echándole agua a las flores y se iba.

Martín estaba limpiando las tumbas de una parte del cementerio que aún le faltaba y cuando derrepente ve a don Martín en aquella fotografía en la lápida, el no lo podía creer, tenía 3 años de haber fallecido, salió en busca de aquel señor pero no lo encontró, fue con su primo a averiguar que estaba pasando le mostró la foto de aquel señor y le contó lo que pasó y su primo le dijo que Don Aurelio había sido el sepulturero del pueblo hace años pero por su avanzada edad tuvo que dejar el trabajo, pero aún así algunas veces se le escapaba a sus familiares y se iba al cementerio a cuidar las tumbas, e incluso el día que murió fue en el cementerio encima de una tumba parecía que estaba dormido pero que allí dejó de latir su corazón y cuando lo fueron a buscar sus familiares allí lo hallaron muerto.

Hablaron con otras personas del pueblo y les dijeron que el último encargado del cementerio dejó el trabajo porque dijo que veía a don Aurelio entré las tumbas y decidió irse.

Martín no sabía que hacer, pues pensaba en que haría la próxima vez que viera a aquel viejecito, pues aunque era inofensivo pues el ya sabía que estaba muerto y ya no sería igual pues no es fácil hacer como si nada pasara.

Regresó a cerrar el cementerio y fue esa noche a dormir a la casa de su primo, al otro día se fue muy temprano a abrir el cementerio, estaba desvelado pues no dejaba de pensar y pensar en don Aurelio, empezó a rondar para ver que todo estaba bien y al rato como a las 10 allí vio de espaldas la silueta del señor, la sangre se le helo pero sacó fuerzas inexplicables y le habló, Don Aurelio le sonrió y le dijo, venga don Aurelio! quiero mostrarle algo, el señor lo siguió , Martín sentía que cada paso era una eternidad, pero por fin llegaron a aquella tumba, le dijo quiero que vea esto y le mostró la lápida donde estaba su foto y su nombre, don Aurelio no dijo una sola palabra solo se le nublaron los ojos de lágrimas y vio tristemente a Martín que con un gesto en la boca y asintiendo con la cabeza le confirmó que era lo que veía, le dijo es momento de descansar don Aurelio, ahora tiene un lugar permanente aquí y ya no tiene que irse, pero ahora yo soy el que se tiene que encargar de que todo este bien y le prometo que lo mantendré como a ud. Le gustaría que estuviera, con un gesto de tristeza don Aurelio agachó la cara y empezó a desaparecer mientras tras pasaba su tumba, en ese momento Martín sintió una enorme paz y le llevó una veladora a aquella tumba pidiéndole a don Aurelio que con el se llevara todo aquel dolor que el sentía y así pudiera descansar de que vivir le doliera.

Desde ese día Martín comprendió que hay que liberarse de todo aquello que nos ata y no nos deja estar en paz.
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Se como Martín, espero te halla gustado.
#Fabula Gótica

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