Me permití mirarlo una vez más antes de entrar en el avión.
Serio como siempre. Me miro como si nada de aquello fuese con él. ¿Cómo se podía ser tan frío?
No quise darle muchas vueltas. Emilio Osorio, al igual que mi padre, estaban muertos para mi.
En el avión habían dos hombres trajeados, que entendí que serían mis guardaespaldas a partir de ahora.
Tardamos cinco horas de vuelo. Al aterrizar, un auto negro con más guardaespaldas me esperaban. Uno de ellos se me acercó para presentarse como el jefe de seguridad, dijo que Derek no llegaría hasta la noche pero tenía órdenes de llevarme hasta a casa.
Odiaba el nombre de Derek, y también odiaba que me hablaran de él como si fuera mi jefe.Subí al auto y el miedo me invadió, tenía miedo de él.
Tenía la esperanza de poder llamar a mi padre y contarle como estaban las cosas en verdad, que me entendiera y me llevará a casa con él. Aunque esa idea tampoco me gustaba del todo.
Tardamos veinte minutos en llegar a una bahía, ahí subimos que un pequeño bote que nos llevó hasta una isla. Nunca había estado en Miami y he de admitir que el lugar era de sueños. Había una mansión blanca que dejaba la boca abierta.
La casa tenía su propio puerto privado, así que bajamos justo del lado de un enorme y bello jardín, con una piscina en el centro.
Pero por muy lindo que fuera, no quería estar allí.
-Joven Bondoni, Amanda, la cocinera, le ha preparado un almuerzo y su habitación está lista por si quiere descansar- dijo un tipo que se había presentado como Jorge, el mayordomo ¿aún se usaba esa palabra?
-No tengo hambre. ¿Me puedes mostrar mi habitación?
La casa por dentro no era en lo absoluto menos lujosa.
Jorge hizo lo que me pedí, me condujo por las escaleras hasta la que sería mi habitación. Había una vista increíble del océano y el jardín desde allí.
-Lo dejó para que se instale- dijo Jorge con calma- Cualquier cosa que necesite, puede comunicarse desde aquel interfono de allí- añadió señalando el aparato de la esquina.
Me dejo solo y lo primero que hice fue sacar mi teléfono para llamar a Diego, necesitaba saber cómo seguía Azul.
¿Pero que le iba a decir?
Seguro querría saber la verdad y yo no estaba de ánimos para contársela.Tendría que permanecer ahí hasta que las cosas se solucionaran, no había forma de escapar de aquella casa ni con ayuda. Debía esperar a que Derek y mi padre consiguieran acabar con lo que me amenazaba... mientras tanto, yo tenía que cuidarme solo.
Estaba seguro de que Derek Kozel me había hecho una simple caricia a comparación de lo que podía llegar a hacerme.
Sin poder evitarlo mi mente se había desviado a Emilio, la manera en la que me había pesado y hecho el amor la noche anterior... se me hacía muy extraño no tenerlo a mi alrededor. Me daba miedo esa sensación de hogar que Emilio me transmitía.
Pero entonces recordé que él ayudó para que yo estuviera en esta mansión del infierno. Con todo el enojo, tome mi teléfono y lo arroje contra un espejo.
El cristal se hizo añicos y me dejo una imagen de mi mismo quebrado y destrozado.Me hice ovillo en la cama y paso un buen rato para que lograra quedarme dormido.
Cuando desperté, ya estaba oscuro. Me incorpore y comencé a buscar el interruptor de la luz con la mirada.
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