Me quedo corto si digo que aquella mujer estaba aterrorizada. Emmanuel se paró rápidamente y la ayudó con su asiento.
Una vez todos sentados, decidí hablar.
-Hola Bianca, mi nombre es Joaquín y él es mi compañero Emmanuel- le di una sonrisa amable- Hemos venido porque queremos preguntarte sobre las declaraciones que hiciste contra el club nocturno hace dos años...
-Me habían dicho de que esa declaración estaba destruida...
-Tenemos al mejor informático- aclare poniéndome nervioso al verla tan tensa- ¿Podrías contarnos qué pasa?
-Me dijeron que si volvía a hablar del tema me matarían...
-Esto es extraoficial, Bianca. No tienes de que preocuparte. Nada quedará registrado, será como si nunca hubiéramos hablado.
Bianca se miró las manos un momento y luego siguió.
-Empece ahí trabajando como bailarina, soy ilegal y no podía conseguir nada mejor. No me quejo, la paga era excelente, llegaban personas muy importantes. Me gane tanto su confianza que luego pase a ser la encargada de las chicas nuevas que solamente llegaban los miércoles.
Emmanuel sacó un cigarrillo mientras ambos la escuchábamos con atención.
-Al principio no había nada raro en aquello, hasta que me pidieron vestir a una niña de doce años. Cuando la vi... supe que no solo su edad estaba mal, habían muchas cosas mal. Ella apenas se podía poner de pie, estaba totalmente drogada.
Un escalofrío me recorrió pero dejé que continuara.
-Le hable en español e inglés pero no comprendió ninguno. No tenía idea de qué idioma hablaba- Ella hizo una pausa para suspirar- Como no podía sostenerse por sí misma, me pidieron que yo la ayudara a ir al salón de abajo, el sótano. Nunca se nos permitió entrar allí. Siendo honesta jamás me pregunté qué era ese lugar.
-¿Que viste?- le alentó Textos.
-Era extraño, eran salas con vitrinas, como un supermercado de lujo. Delante de las vitrinas habían sofás de terciopelo. Habían meseros sirviendo champán y guardaespaldas por todos lados. Estaba desorientado no sabía a donde debía llevarla exactamente. Entonces empezó la subasta, de personas... de niños... como si fueran simples muebles. Y los compradores debían ir apretando un botón. No quería irme y dejar a la niña sola pero me sacaron a la fuerza- Bianca se echó a llorar desconsoladamente- Desde entonces comencé a prestar atención a las personas que me llevaban. Todas tenían algo en común, estaban tristes, estaban obligados. Algunos llegaron a pedirme ayuda, fue cuando decidí ir a la policía.
Pero los malditos no hicieron nada, ni siquiera parecían sorprendidos por lo que les estaba contando. Renuncie aquel trabajo, y el primer año siempre había una camioneta negra a donde quiera que fuera. Me estaban vigilando.-¿Serias capaz de reconocer a aquellos policías?
Ella negó con la cabeza y la mirada en el suelo. Cuando levantó la mirada también se levantó bruscamente en de su asiento, como si hubiera visto algo.
Emmanuel y yo también giramos y entonces él sacó su arma.
-¡Agáchense!- nos grito textos.
Pero todo pasó muy deprisa. La ventanilla del coche aparcado enfrente se bajo y varios estruendos de bala resonaron. Sentí un líquido caliente salpicarme por todos lados.
Emmanuel me empujó al mismo tiempo que seguía disparando a aquella camioneta. Pero así como llegaron, así se marcharon.
-¡No!- grite al ver a Bianca en el suelo- ¡Bianca! ¡Despierta!