Maratón 2/3
A la mañana siguiente ocurrió algo que me levantó el ánimo de forma automática. Estaba desayunando solo en el salón, cuando unos ladridos llamaron mi atención.
Primero me quede paralizado pero luego salté de mi silla y corrí hasta la puerta principal.
Allí junto a Derek, había un chico que sostenía una correa negra con Tofy. Al verme se puso como solo, se soltó del chico y vino disparado hacia mi.
Yo me agache para recibirlo, lo abrace mientras él se removía inquieto en mis brazos.
-¿No me vas a dar las gracias?- pregunto Derek orgulloso de lo que veía.
Me puse de pie con Tofy dando brincos y ladridos a mi alrededor. Odiaba esa maldita aptitud de superioridad.
-Gracias- dije en tono seco.
Esa tarde, luego de darle un paseo a Tofy por el jardín. Me encontraba leyendo un libro en mi habitación. Sam entró a dejar unas sábanas limpias. Y ha limpiar un poco. Estuvimos un rato sin hablar hasta que yo decidí hacerlo.
-¿Que edad tienes, Sam?- dije bajando mi libro.
-Veintiséis- dijo sin dejar de hacer lo que hacía.
-¿Y Derek?
Se giró hacia mi.
-Treinta y uno.
Abrí los ojos sorprendido.
-¡Aparenta mucho menos!
Y yo creía que tenía casi la misma edad de Emilio, aunque ni siquiera sabía cuántos años tenía él.
-No importa la edad que tenga. Está claro que Derek aprendió rápido de su padre.
Era la primera vez que lo llamaba por su nombre y no señor. Pronunciaba su nombre con tanta familiaridad.
-¿Que te hizo, Sam?
Volvió a seguir limpiando sobre un mueble.
-Mi historia no le importa a nadie, Joaquín.
Me levante y me puse frente a ella.
-Tú historia es tan importante como cualquier otra- ella levantó su rostro para verme.
-El daño ya está hecho- dijo sonriendo con tristeza- Lo único que esperamos mi madre y yo es que no te haga lo mismo a ti.
Pestañee confuso.
-¿Tu madre está aquí?
Asintió.
-Es la cocinera. Primero sirvió al papá de Derek y ahora paso a servirle a él.
Me volví a sentar en la cama y suspire.
-Me hace feliz que estés aquí con tu madre.
Sam pareció decir algo pero luego se puso nerviosa.
-¿Que ocurre?
-Nada, nada...- comenzó a tomar sus objetos de limpieza- Me gustaría seguir charlando contigo, Joaquín, pero tengo cosas que hacer.
Entonces se fue.
¿Que ocultaba Sam?
Así pasó una semana; cenando todas las noches con Derek, los pequeños paseos por los alrededores de la casa con Tufy. No había vuelto a ver a Sam desde aquella conversación tan extraña.
Hasta que un día, para mi suerte, Derek tuvo que hacer un viaje de trabajo. Pase el día más tranquilo en lo que se puede.
Baje hasta la cocina por algo de comer, habían varias trabajadoras de la casa ahí, y cuando me vieron, todas se callaron.
-Por favor no se preocupen por mi. Pueden seguir haciendo lo que hacían, solo venía a buscar algo de comer.
-Oh no se preocupe- dijo una- igual ya acabamos y debemos volver a nuestros deberes.
Ellas salieron y solo quedó una.
-Tu debes ser Amanda... conozco a tu hija, es una muchacha muy agradable. Hace días que no la veo.
-Sam está aquí para trabajar, no para hacer amigos- dijo sería y maldije en mi interior por haber sacado el tema.
-Tienes razón, lo siento.
Amanda solo asintió pero se detuvo un momento a contemplar mi rostro.
-¿Ocurre algo?
-Nada, perdona- dijo saliendo de su trance- Es que eres igualito a...
Ella se detuvo y mi mente se iluminó.
-¿A mi madre? ¿La conocías?
No respondió enseguida, primero miro hacia la puerta.
-Eramos amigas... siento mucho lo que le paso.
Asentí intentando que no me afectaran sus palabras.
-¿De donde la conocías?
-Ambas trabajamos con el señor Kozel hace años.
Fruncí el ceño.
-¿Mi madre trabajo para él? Eso es imposible, ella era bailarina.
Amanda abrió los ojos como si entendiera que acababa de cometer un error.
-Lo era, vino a trabajar para el ballet.
-Pero dijiste que trabajaba contigo ¿Era sirvienta?
Amanda comenzó a moverse como si estuviera ocupada.
-Me has entendido mal, niño- toma algunas cosas- No remuevas tanto las cosas, es mejor dejarlas donde están- entonces del fue.
No podía quedarme solo con eso, necesitaba saber más. Así que le escribí una nota a Sam pidiendo que viniera a verme y se la envié con otra de las criadas.
Vino una hora después.
-Gracias por venir- le dije tomándola de la mano y cerrando la puerta detrás de ella.
-¡No puedes mandarme notitas con mis compañeras, Joaquin!
-Eres mi amiga, y ya no has venido a verme- le dije caminando hacia la cama- Necesito saber algo- me senté.
-¿El que?- pregunto cruzándose de brazos.
-¿Mi madre trabajo como criada para los Kozel?
Se quedó callada unos instantes pero luego asintió.
-No lo entiendo...
-Nuestras madres vinieron a Estados Unidos buscando un mejor futuro.
-Pero ella era bailarina... ¿Por qué mentirme con eso?
-Hay personas que prometen cosas que nunca cumplen... y los Kozel son expertos en esa materia.
Analice sus palabras.
-¿Estas diciendo que las engañaron para venir?
Su silencia fue la respuesta.
-Te diré algo- dijo- Si hay algo que mi madre me ha dicho es que no cambiaria nada de lo que tuvo que vivir. Tu madre te tuvo a ti y mi madre a mi, las cosas pasan por algo, Joaquín.
Después de la última reflexión se fue dejándome confuso.
¿Que te paso mamá? ¿Por qué dejaste tu familia y trabajo en Rusia para venir aquí? ¿Por amor? ¿O por qué confiaste en la persona equivocada?