Maratón 3/3
Derek había vuelto esta tarde, y con él habían vuelto las cenas con aquellos finos trajes.
-¿Que hacías en tu tiempo libre en Nueva York?
-Pues salía a correr, estudiaba, bailaba...- Levante la vista con cuidado para ver su reacción.
-Te lo prohibieron ¿No es cierto?
Apreté los labios como respuesta.
-¿Lo hechas de menos?
-Todos los días- respondí con sinceridad.
Derek asintió y no volvió a abrir la boca.
Al día siguiente me desperté gracias a unos ruidos de martillazos en la habitación continua. Me puse usa bata sobre la pijama y fui a ver que pasaba. Habian unos trabajadores haciendo algo. Derek estaba apoyado contra una pared supervisando todo.
-Tú estudio de baile- dijo sonriendo.
Si no lo conociera, hubiera creído que es un gesto adorable.
-¿Enserio?- No podía negar que la idea me llenaba de ilusión.
Derek camino hasta mi y me miro de frente.
-Solo hay una condición.
-¿cuál?
-Bailaras para mi cuando te lo pida.
Bailar era mi vía de escape, y ahora lo necesitaba más que nunca. Así que sin tener opción, asentí.
-¿Por qué haces esto?- le pregunté.
-Por que aunque no lo creas, me gusta ver como se te iluminan los ojos cuando estás feliz. Por qué cuido lo que me importa.
No pude evitar que una sonrisa se escapara de mis labios.
Derek parecía sorprendido, no se lo esperaba.
-¿Joaquín Bondoni sonriendo?- dijo sarcásticamente alegre- Algo debo estar haciendo bien.
-Si no hubieras hecho las cosas mal, te regalaría sonrisa a todas horas.
Derek asintió despacio.
-Tenerte conmigo calma la bestia en mi interior.
Se apartó de mi y señaló el estudio en proceso.
-Esto me recuerda a tu madre ¿sabes?
-¿Como era ella?
Mi padre nunca me hablaba de ella, decía que lo lastimaba. Ahora empezaba a dudar mucho aquello.
-Era alegre y divertida... una bailarina excelente. Tenía un inglés bastante fluido.
-¿Fueron tus padres quien se la presentaron al mío?
Asintió, pero note que ocultaba algo.
-Ella se quedó embobada por él.
- Pero fue él quien le prohibió bailar ¿cierto- Algo, algo tenía que sacar de aquella conversación.
-Creo que fue más bien el hecho de que ella se enamoró tanto que encontró en él lo que buscaba del baile.
-Son cosas diferentes...- pensé en voz alta.
Solo se encogió de hombros.
-Estando conmigo siempre podrás bailar.
Y esas palabras... aunque fueran dichas de la boca del enemigo, me hicieron sentir bien.