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EMILIO

No deje que nadie lo tocara. Fui yo quien lo lleve hasta la patrulla y una vez dentro, le quite las esposas y lo abrace con fuerza. Temblaba y estaba en shock.

-Tranquilo- Le dije al oído- Ya paso, elefante... estoy muy orgulloso de ti.

Le aparte los mechones de la cara y bese las heridas que llevaba en el rostro. Odiaba tener que llevarlo a la comisaría. Odiaba que lo hayan arrestado cuando lo único que hizo fue proteger a su hermana y a todos los chicos que estaban allí.

Pero la ley es la ley, y cuando un agente del FBI te dice que bajes el arma... tienes que bajar el arma.

Entendía las razones por las que Joaquín no había hecho caso, yo habría hecho lo mismo si él hubiera sido quien estaba en peligro; pero ahora tocaba papeleo, testigo, juicio...

Pero antes de ir a la comisaría, la llevamos al hospital; le habían curado sus heridas del rostro y la contusión que tenía en las costillas por los golpes que ese cabron le dio, nos mas verlo. Y de mi ni se hablen, querían obligarme a quedarme en el hospital porque estaba hecho una mierda, pero no podía, había cosas que hacer.

No podía estar más feliz porque ese hijo de puta al fin estaba muerdo, después de años de trabajo, al fin estaba muerto. Tenía ganas de montar una jodida fiesta.

-Voy a ir a la cárcel ¿verdad?- pregunto Joaquín cuando nos subimos al coche, para que conduciera camino a la comisaría.

-No vas a ir a la cárcel- respondí muy seguro- El pin que llevabas en la chaqueta grabó todo. Marín te puso dos cámaras por si acaso, no quiso que tú lo supieras por seguridad...

Joaquín apartó sus ojos un momento de la carretera para mirarme con los ojos bien abiertos.

-¿Lo han grabado todo?

-Absolutamente todo- dije con una sonrisa- Tenemos pruebas suficientes para acabar con todas las industrias Kozel.

Joaquín parpadeo sorprendido.

Empezaba a amanecer. Yo estaba sentado de lado, viendo hacia su dirección, con mi mano sostenía mi costado mientras observaba como los primeros rayos de sol reflejaban en su rostro.

-Aun no puedo creer que esté muerto- dijo en un tono extraño.

-Derek no merecía estar un día más en este mundo...

-Me refería a mi padre- dijo mirando hacia el horizonte.

Me quede callado.
La muerte de Bondoni nos tomó a todos por sorpresa. Ese hombre había sido un cabron en su trabajo, pero también me había salvado cuando moría de sobredosis en las calles. Había creído en mi cuando nadie lo había hecho...

¿Era un asesino? Si.
¿Era un delincuente? Si.
¿Era un mal padre? También.

Pero la mente y el corazón no circulan de la misma manera.

Así que preferí esconder esa tristeza inexplicable en el fondo de mi corazón,  cerré con llave esa puerta y la tiré por la ventana.

-Murió intentando proteger a tu hermana- le dije para reconfortarlo.

-Lo sé- dijo con tranquilidad- Espero que eso lo ayude para que no pase la eternidad en el infierno.

No dije nada, todo era muy reciente. No quería que se derrumbara.

-Tú hermana se quedará unos días en el hospital- dije cambiando de tema- Fui a verla mientras tú descansabas... No dejaba de preguntar por Tofy, al parecer ella lo ha cuidado desde que desapareciste.

Vi una sonrisa florecer en sus labios y sentí algo de paz en mi interior.

-Tofy... Tengo muchas ganas de verlo.

-Y lo verás- dije con seguridad- Cuando lleguemos a la comisaría, explicarás todo lo que ocurrió, todo lo que sabes y todo lo que te hizo. Estarás ahí un buen rato.

Asintió en silencio y llegamos a la comisaría.

Tuve que esperarlo durante tres horas hasta que lo dejaron salir. El abogado de su familia se había contactado y logró que lo dejaran salir bajo fianza mientras acaba todo el proceso. Sin embargo, luego de hablar con él me quede más tranquilo, ya que me aseguro que el caso estaba ganado.

Luego lleve a Joaquín hasta el apartamento del FBI en el que nos estábamos quedando.

Dentro nos esperaban Emmanuel y Marín.
Estaban nerviosos pero cuando nos vieron, nos recibieron con un fuerte abrazo.

-¡Joder, Niño!- exclamó Emmanuel- ¡Has estado estupendo!

Joaquín sonrió de forma tímida.

-Ahora debe descansar- dije tirando de su mano hacia la habitación- Mañana hablaremos de todo lo ocurrido.

Ambos asintieron.
Todos estábamos exhaustos.

Cuando nos metimos a la cama lo abrace fuerte contra mi pecho.

-Gracias por ser como eres, elefante.

Joaquín levanto la cabeza y me sonrió.

-Gracias por enseñarme que podía ser mejor- dijo para luego volver a acomodarse en mi pecho.

Se durmió entre mis brazos y ya quede rendido poco después.

Que bien sentaba dormir tranquilo después de años.

Vendetta- Emiliaco. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora