Capítulo 25: Fallar.

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VEINTICINCO

VEINTICINCO

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FALLAR

presente

Víctor:
Me sorprende en parte que sea yo a quien se lo pida, pero, me alaga también, agradezco que ella sienta que puede confiar en mi a pesar de ser hijo de mis padres.

—No sé si a mis papas les guste la idea.
—De eso me voy a encargar, pero, ¿Va a acompañarme?
—Seguro Lucía, no tengo problema.

Su confianza hace que la culpa sea más pequeña y me aferro a ese sentimiento con fuerza, eso me hace sentir como la persona fuerte que no soy.

—Voy a hablar con tu padre.
—Te acompaño.
—No hace falta.
—Si, es mejor, él no va a ceder tan fácil.

Después de todo lo que está sucediendo sé que papá no va a ser muy bueno con ella, lo conozco, ahora va a estar más a la defensiva que nunca.
Él va a despreciarme por estar del lado de Lucía, pero, creo que prefiero tenerlo a Manuel que a ellos.

Nos acercamos a mi familia y él levanta la mirada.

—¿Paso algo?
—Si.
—¿Manuel está bien?
—No sé nada nuevo.

Me sorprende que ella siga siendo igual de respetuosa a pesar de todo.

—¿Entonces?
—Quiero ir por sus cosas.
—¿Qué?—mamá se une a la conversación hablándole mal, como siempre.
—Eso mismo Paula, quiero ir a buscar las cosas de mi hijo.
—¿Por qué?—él habla en tono bajo, como si realmente no supiera las razones.
—Tu sabes porque Antonío, no quiero que él vuelva a su casa.
—Lucia, por favor, no tomes decisiones apresuradas.
—Dejalá Antonío, déjala que se lo lleve. Es mejor para todos.
—No, no es mejor para nadie.
—Antonio por favor, digas lo que digas no voy a cambiar de parecer.
—Lucia...
—Por favor, necesito ir por sus cosas.
—Bueno, te acompaño.
—No, no quiero que estés ahí.
—Es mi casa.
—Yo voy a ir con ella—intervengo.

—¿Qué decís Víctor?
—Que yo voy a ir con ella, eso digo mamá.
—No lo puedo creer...
—Él que no lo puede creer soy yo, estoy cansado de todo ese rencor que tenes hacia todo el mundo mamá, no sé como podes vivir con eso.

Guarda silencio y papá saca las llaves de su bolsillo para entregárnosla.

—Gracias.

Necesito empezar a hacer las cosas bien ahora y elegir por una vez en mi vida el lado correcto, ya no quiero fallarle a nadie.

pasado

Manuel:
El celular no deja de sonar y eso me fastidia.
He dormido tan solo 4 horas después de intentar estudiarme más de 300 hojas, de todas formas sabia de esto cuando programe la alarma, igual es triste.

Me levanto y caliento el agua mientras me cambio de ropa.
Mi ojo se ve mucho mejor ahora y me alegro, eso me hace sentir que está soledad vale la pena, pienso que podría acostumbrarme.

Desayuno releyendo por millonésima vez los apuntes y al terminar desconecto mi celular para salir del departamento.
Tras un par de cuadras la imagen de mi novia aparece en mi mente y decido sacar el aparato de mi bolsillo para escribirle un mensaje. Enciendo los datos y me encuentro con mensajes de mi madre, de Víctor...y de ese número de nuevo.

Le deseo buenos días a Bia sin leer lo demás, no puedo distraerme con nada ahora, necesito aprobar ese examen, después de todo es el último, necesito que este sea el bueno.
Ahora que Paula no puede evitarme asistir no puedo fallar.

No puedo.

...

Cuatro horas después el examen está terminado, ha sido uno de los peores que he hecho en toda mi vida.
Mi mente ha estado en blanco por tanto tiempo que he llegado a pensar que todo ha sido en vano, sí logre contestar algunas cosas después de un buen rato de lamento, pero, me esperaba algo mejor, después de todo he sacrificado noches enteras de sueño solo por esto, y no ha servido de nada.
No es justo.

No ha sido mi culpa no poder entender cosas que dijeron en clase, no ha sido culpa mía.
Aunque quizá si, porque debería haber estudiado más, después de todo no hago nada más que eso ¿No?
Esa idea me molesta, he hecho todo lo que he podido y no ha sido suficiente.

No es justo.

El celular vibra en mi bolsillo y cuando enciendo la pantalla veo que mi tío me ha estado llamando. Hace un par de días que no lo hace, no sé que podría querer, le devuelvo la llamada y al desbloquear el móvil me reencuentro con ese mensaje desconocido: es otra foto.

No es momento para todo esto, tampoco es para tanto.

Las manos me tiemblan de nuevo y eso me asusta.
No es momento.

—Hola Manuel.
—Tío...
—¿Cómo estás?

De maravilla, por supuesto.

—Bien—sostengo con fuerza el aparato intentando que el temblor desaparezca.
—Que bueno. Quería decirte una cosa y preferí llamarte a enviártelo por mensaje.
—¿Pasó algo?—el corazón me golpea el pecho con fuerza, no es para tanto.
—No es nada malo, al contrario, es algo bueno.

¿Bueno?

—Hablé con Paula—oh no—ella está muy avergonzada por lo que pasó, vos sabes que no está pasando un buen momento y perdió el control, pero ella está dispuesta a que las cosas sean diferentes...

¿Diferentes? ¿Él cree realmente las mentiras de esa mujer?
El temblor aumenta, sé lo que va a decir y no me gusta nada.

—¿Seguís ahí?
—Si.
—Bueno, pensamos que lo mejor es que vuelvas a casa cuanto antes.

Joder.

—Más tarde paso por el departamento a buscarte, tené las cosas listas ¿Si?


Cuelga y ahora es imposible que controle mis manos.
Joder.

La pantalla cambia y otra vez ese mensaje está ahí.
Joder.

No es para tanto.
No es para tanto.

Tengo que convencerme de eso, no es para tanto.
Paula no es un monstruo tampoco, no es para tanto.

El aire empieza a parecer pesado otra vez y siento el sudor frió en mi nuca.
Tengo que dejar de pensar en esto, pero me es imposible.

Me recargo contra la pared para intentar que el aire deje de parecer algo extraño a mi sistema, pero, no sirve de nada.
Vuelvo a mi camino y todo empieza a dar vueltas, escucho a alguien nombrarme pero no reconozco su voz.

Joder.
No de nuevo.




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