Capítulo 84: Volver.

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OCHENTA Y CUATRO

OCHENTA Y CUATRO

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VOLVER

Manuel pasa junto a él e intenta dejarlo atrás, pero, cuando el argentino por fin habla, logra que se quede congelado otra vez.

—Manuel...

«Vamos, vete»

No puede, no sabe porque...

—Sabes bien que no puedes enviarme.

Él no responde, no quiere seguir hablando.

—Tu mamá no puede cuidar de vos así.

¿Qué?

—Lo mejor—oye ese tono en su voz otra vez, ese que usa cuando quiere parecer comprensivo, pero es falso—lo mejor es que vuelvas a casa.

Tiene que ser un chiste.

—Y aunque no quieras...—ahora lo está amenazando—la ley va a estar de mi lado, no te conviene volver en malos términos, hijo.

Ahora es él quien usa esa palabra como arma, no se lo esperaba pero no duele tanto como pretende que lo haga. Le parece bien, o quizá es que inconscientemente esta bloqueando el dolor con enojo, es mejor, se siente mejor así.

¿Qué quiere decir exactamente con lo de la ley? ¿Ahora quiere hacerse cargo de él? ¿Después de tanto años? 

Definitivamente algo teme, es algo tonto porque Manuel no había pensado en hablar de nada, mucho menos si se trata de lo que paso en esa casa, para él lo mejor seria olvidarlo todo y ya.
Ahora ve que no es una opción, que mal.

-

Beatriz:
El mensaje de Manuel me ha tomado por sorpresa, supongo que es porque estaba pensando en otras cosas porque él es así, son cosas que debería esperar porque lo conozco, él siempre quiere que las cosas estén bien, aunque no lo estén.

No he pensado en lo que paso entre nosotros en este tiempo, realmente, no sé bien en que estoy pensando porque mis ideas no son claras, son tantas cosas en tan poco tiempo.

—Hola—su voz me espanta, no lo he visto aparecer.
—Hola.
—No quería asustarte.
—No pasa nada—duda un segundo pero se sienta junto a mi.
—¿Cómo estas?
—¿Podemos evitarnos esa pregunta? 
—Obvio—casi sonrió.
—Gracias.
—No, no tienes que agradecer...yo te agradezco por haberme hablado, sé que estuve mal.
—Yo también.
—Tenias razón Manuel, no tendría que haberme callado algo que sabia que era importante para vos.
—También me calle lo de Helena, por un buen tiempo además, no debería haberte juzgado así, reaccione mal—toma mi mano—lo siento.
—Yo también.
—Supongo que son tiempos difíciles.
—Lo son, realmente lo son.

Guardamos silencio un buen rato tomados de la mano, es agradable, sin embargo aunque estemos en silencio, no puedo dejar de pensar.

—¿Qué tienes?
—¿Eh?
—No estas bien.
—No, realmente no.
—Puedes contarme ¿Lo sabes?
—Si, lo sé.
—Es que...es por Helena.
—¿Ana?
—Si, Ana—sonrió, si es raro que tenga dos nombres diferentes—lo que pasa es que mamá me ha dicho que ahora que apareció tiene que presentarse a declarar ante la policía y eso puede ser un problema.
—¿Por lo de Lucas?
—Si, ante la ley ella era que conducía el vehículo, por ende, ella fue la culpable de lo que paso.
—Ya entiendo...
—Intento pensar en que hay cosas que hacer pero, es su palabra contra la de Víctor y ella apenas recuerda las cosas, ni siquiera recordó por si sola lo que paso, yo se lo dije. No es justo todo esto, ella no tendría que pagar por algo que no hizo. La única ayuda servible seria...—me quedo callada, no quiero ni decirlo porque es absurdo.
—Que Víctor diga la verdad.
—Pues si, pero eso haría que él y tu tío queden, mal, ya sabes.
—Yo podría hablar con él, si quisieras.
—No podría pedirte eso.
—Pero yo lo haría, tu hermana no hizo nada, no esta bien que esto le pase.
—Ay Manuel, ni siquiera puedo disfrutar que este de vuelta, siento que si empiezo a quererla voy a perderla.
—No digas eso—me abraza y me recuesto en su pecho—no va a pasar.
—No sé como puedes decirlo si quiera.
—Lo admito, tampoco yo—se ríe—pero estamos juntos en esto ¿No?
—Como siempre.
—Encontraremos la solución.
—¿Te acuerdas que Chiara siempre decía que éramos como Romeo y Julieta?
—Vivos.
—Exacto, es gracioso.
—Lo es, definitivamente.

Ahora si puedo dejar de pensar, con sus brazos rodeándome y oyendo sus latidos, así todo es definitivamente más pacífico.

—¿Y cómo te cae tu cuñada?
—Bien, definitivamente yo me la he ganado.
—Que bien, ya nos podemos ahorrar la cena de presentación.
—Bueno, pero dile que me invite empanadas para que yo la acepte a ella.
—Anotado.

*

Manuel:
No puedo dejar de pensar en lo de Víctor en todo el camino, intento, pero no puedo.
No es justo lo que le hicieron a la familia de Bia y una parte de mi aun se siente mal por pertenecer a esa familia, aunque sé que es no tiene nada que ver conmigo.

Pensar en ellos me hace pensar en la escena de esta tarde con mi tío y empiezo a comprender sus palabras desde otro lado...del lado del que me sirven.

Tal vez estando más cerca pueda conseguir alguna cosa que me ayude a probar que él estaba enterado de que Lucas manejaba, no suena mal.

Mientras subo las escaleras le doy vuelta a la idea y cada vez me convence más.
Sé que no tengo que sentir culpa por las acciones de esa familia, es complicado, y hacer algo para ayudar me haría sentir mejor.

Abro la puerta y me encuentro a mamá y el dr. rojas tomados de la mano, es raro y simplemente me quedo callado.
Ellos se apartan de inmediato y estoy a punto de reírme, nunca he visto a mamá con un hombre y no me molesta, me causa gracia.

Ese pensamiento, el de mamá teniendo pareja, también me alegra, me hace sentir que al menos puede tener una vida a pesar de tener que ocuparse de mi, ya me había dolido suficiente que se mudará hasta aquí por mi culpa.

—Hola.
—Hola hijo.

Me acerco.

—¿Qué tal, Manuel?—el amigo de Antonio parece nervioso, ya lo he dicho, sólo me dan ganas de reírme.
—Que tal...
—Bueno, ya que has llegado hablemos.
—¿Hablar? ¿De qué?—¿es una oficialización?
—De Antonio.
—Yo ...creo que ya sé que quieres decirme—me siento también.
—¿Qué?
—Cuando salí, él estaba abajo.
—No puede ser...¿como estas?
—Bien—me encojo de hombros tratando de restarle importancia a mi charla con ese hombre.
—¿Qué te ha dicho?
—Algo de que la ley está de su lado.
—Joder—suelta.
—¿Qué es exactamente lo que pasa, mamá?
—El quiere que vuelvas a su casa, Raúl me contó lo de la consulta por el golpe y...
—No mamá, él no me golpeó
—¿No?—mira a su acompañante.
—No yo...pelee con Alex—recuerdo ese día perfecto
—¿Y qué pasa con su actitud?
—Supongo que tenía que pensaran que él lo había hecho.
—Manuel ¿no me estás mintiendo? Puedes contarme cualquier cosa.
—Mamá, lo sé.
—Entonces no sé qué haremos—me mira de reojo—pero encontraremos la forma de mantenerlo lejos.
—De hecho...—los dos me miran ahora—quizá debería volver a su casa.
¿Qué?

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