Capítulo 33: Secretos.

444 49 8
                                    

TREINTA Y TRES

TREINTA Y TRES

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

SECRETOS 

pasado

Manuel:
Sé que llegaré tarde al ensayo y ni siquiera me importa, me siento mal por eso, no es correcto que los demás se esfuercen y yo llegue a cualquier hora, aunque no es realmente una decisión.
Mi tía hoy ha estado completamente histérica porque nos ha oído a Víctor y a mi hablar sobre el accidente, verla así me ha hecho entender un poco porque mi primo ha ocultado la verdad tantos años, supongo que hablar mal de su hermano que ya no está debe ser una decisión muy fuerte, sin embargo, no he podido evitar pensar también en Bia y su familia, ellos también merecen saber la verdad, nunca es bueno vivir engañado.
Tampoco me parece correcto saberlo y ocultarlo, no lo es. No le he dicho nada a Víctor sobre esto porque sé que él tiene miedo, él si tiene que perder, yo no, en esa casa no me soportan y realmente terminar fuera no es una consecuencia para mi, todo lo contrario, así que he decidido que se lo diré, no sé bien como, supongo que tendré que dejar los sentimientos de lado.

Los nervios hacen que mi malestar crezca, y nunca pensé que iba a desear que el tío vuelva tan pronto, una parte de mi esta furiosa con él por haberme prohibido viajar pero la otra sabe que su presencia es lo único que haría que algo mejore, al menos un poco, al menos con el tema de mi tía y su nueva idea de que debo ganarme las cosas, como si esto se tratase de un juego de puntos, además, mi madre les envía dinero todos los meses...simplemente creo que ella quiere que me vaya y tiene razón, yo no pertenezco a ese lugar.

Entró sin mirar a nadie porque me avergüenza notar que están todos aquí, esperándome.

Veo a Pietro y cuando el se acerca me alejo, sé que va a preguntarme por las clases porque Ana también lo ha hecho, pero ya no sé que mentira decir así que salgo un segundo al patio para esquivar esa incomoda charla, vamos, no puedo decir la verdad: "Es que mi tía cree que ni siquiera merezco el aire que respiro y ha decidido usar todo mi dinero para quien sabe que" Suena violento.

Escucho la música iniciar y vuelvo dentro para unirme a la coreografía.
No parece que puedo coordinar un solo paso, siento que todo mi cuerpo es mucho más pesado de lo normal y me replanteo la decisión de haber venido.

Deja ya el temor, siente la libertad

Seré tu valor, atrévete a volar

Pierdo un giro y Daisy susurra algo que escucho como muy lejano.

—¿Qué pasa?

No puedo responder a eso tampoco, intento volver a unirme a ellos pero es como si mi cabeza estuviera demasiado cansada para dar ordenes al resto de mi cuerpo.

Um, dois, três, vai

Todo empieza a ser de un color cegador y ella continua susurrando cosas.

Un mar de mil colores
Navegó sin temores
Conquisto el horizonte

Nada.

*

Empiezo a escuchar voces lejanas y aunque quiero que sepan que lo hago no puedo abrir los ojos.
De a poco empiezo a notar todo con más claridad y creo que alguien sostiene mi mano.

—Manu ¿me escuchas?—Bia...

Si que lo hago, si que quiero responder, no puedo.

—Tranquila Bia, todo está bien—creo que esa es Celeste.

Por fin mis parpados dejan de resistirse a mis ordenes y la luz del lugar hace que me duelan los ojos al abrirlos.
Me encuentro con ella, sabia que era ella, de todas formas comprobarlo hace que me sienta menos solo, y bastante avergonzado.

—Manu—pone sus manos en mis mejillas un segundo—que bueno que estás bien, estaba preocupada...bueno, estábamos.

Me quedo con lo primero.

—Estoy bien—no me encanta mentir, es solo algo automático, como si fuese lo único que sé decir. Pienso en levantarme del suelo y ella me ve un poco enojada.
—No te muevas, esperamos que nos digan que estás bien—veo a los para-médicos hablar con Pixie, otra vez.
—No, no hace falta, de verdad.

Se acerca mucho, supongo que no quiere que nadie más escuche lo que tiene para decir.

—No me mientas.

No sé porque, pero eso hace que la verdad sobre Helena vuelva a mi cabeza. Sé que no esta bien aprovecharse pero creo que esto ha sido de ayuda para así tener la excusa perfecta para hablar a solas con ella.
Me quedo en mi sitio y agradezco mucho que no me haya soltado la mano, me gustaría saber si ella extraña esto tanto como yo, bueno, supongo que no, porque ella ha sido la que me ha dejado.
Creo haberla escuchado llamarme amor, pero no me fió de eso así que lo dejo pasar.

—Bueno chicos, ha sido una baja de presión.

Ya sé que viene, todo ese rollo de no salir sin desayunar que le dan a los críos y no sé que más, esto está haciendo que me sienta humillado.
No es mi culpa que esa familia haga todo lo posible porque la pase mal.

—Ya sabia—Pietro habla, como si estuviera reprendiendome, él siempre me dice que no como mucho y cosas así, es como una abuela que quiere engordar a sus nietos.

Daisy le alcanza una galleta a Bia y ella por fin me suelta para abrir el envoltorio, ojala no lo hubiera hecho.

—¿Desayunaste bien?—el hombre vestido de azul me habla ahora.
—Aja.
—Bueno, no es normal entonces esto, procura hacerte análisis de sangre, de rutina.

Asiento y él termina de guardar papeles en una carpeta, entonces se marcha.
Empiezo a sentirme incomodo bajo la mirada de tanta gente y otra vez insisto en levantarme, Bia no se enoja ahora, simplemente me toma del brazo y me ayuda a sentarme.

—¿Estas bien?

Hace mucho no hablamos, y quiero abrázala ahora, pero sé que no está bien y que tengo que respetar su decisión.

—Si, estoy bien.
—Toma, come esto.

Le hago caso y por fin varías personas se van.
Ella no deja de prestarme atención, y en vez de disfrutarlo simplemente pienso en lo que va a doler volver a estar alejados.

—Tengo que decirte una cosa.
—Lo que quieras.
—No aquí, en privado.

Lo piensa unos segundos y se levanta ofreciéndome su mano.

—¿Crees que podes salir?
—Estoy bien—acepto su ayuda y me levanto, si me es un poco complicado mantener el equilibrio pero ignoro eso, por fin he reunido el valor para contarle la verdad, es ahora o nunca.

—Ahora vengo chicas.

Sus amigas asienten y caminamos fuera en silencio, entre más nos acercamos al patio la idea de que ella va a odiarme por no decírselo antes crece dentro de mi cabeza, tiene sentido para mi, aunque ella no es así, pero últimamente parece que todo lo que hago está mal.

—Sentate acá.
—Estoy bien Bia.
—Eso no es verdad, y no importa si no queres decirme ahora que pasa, pero no me mientas, por favor.

No puedo mirarla a los ojos ahora, siento que estos van a hacerme llorar.

—Lo siento.
—No pasa nada...
—No, es que no es por esto, es que yo...de verdad lo siento.
—¿Por qué?
—Porque hay algo que debería haberte contado antes y no lo hice.
—¿Qué cosa?

No la miro, pero sé cuales son sus expresiones, la conozco lo suficiente.

—Esta bien si después de esto ya no quieres perdonarme.
—Manuel...
—Es sobre Helena.

.

.

.

.

.

.

.

>Bueno, esto es culpa de Camila ¿Ok?

completaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora