Capítulo 24: Antonio.

593 62 11
                                    

VEINTICUATRO

VEINTICUATRO

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

ANTONIO

pasado

Bia:
Una chica joven vestida de azul hincha un mango al rededor del brazo de Manuel, él no dice nada, no pronuncia palabra alguna desde que logro regularizar su respiración, tampoco le he hecho alguna pregunta.
No quiero invadir para nada su espacio, pero, si estoy muy preocupada, en especial porque estaba hablando de algo que le alegra.

Sé de que se trata porque mamá me ha comentado sobre ello alguna vez, y también sé que lo peor que puedo hacer ahora es ponerme histérica, necesito mantener la calma...por él.

—Bueno, todo está en orden ¿Si? 

Él asiente y la señorita le sonríe con calidez, seguro ella ya ha manejado varios casos como este.
Se aleja y habla con Pixie, pienso en ir con ella un momento, pero, otra vez vuelvo a considerar esa idea invasiva.

Manu está perdido en sus pensamientos cuando me acerco.
No digo nada y él no me mira, parece tener vergüenza, aunque no debería.

—¿Quieres que llame a alguien?

Ahora si levanta la mirada.

—Estoy bien.
—¿Seguro?
—No quería que nuestra salida terminara así, perdóname.
—No digas eso, podemos ir a tomar un helado ahora.
—Uy si, estaba soñando con comerme un cono de chocolate hoy—se levanta sonriendo, me sorprende su capacidad de pasar de un estado a otro, como si lo anterior no hubiese existido, lo guarda en su interior y a veces, eso no es muy sano.
—Pensé que habías soñado conmigo...
—Como siempre—me besa la mejilla.
—Me olvide contarte que recibí la lista de invitados de la CyberGold.
—¿Cuando?
—Hace un rato, más temprano.

Pienso que quizá dejar de hablar de los Gutierrez sea una buena solución, no quiero que él siga pensando en su familia.

—Y ¿Encontraste algo?
—En realidad decidí tomarlo con calma, ya sabes...por lo del pañuelo, no quiero volver a encontrar cosas así de raras.
—Tiene sentido, cualquier cosa que necesites sabes que puedo ayudarte.
—Si, eso si que lo sé...encontré un nombre que me sonó, pero prefiero pensarlo más.
—Bueno, cuando quieras puedo hacer de Watson y ayudarla con lo que usted desee mi lady.
—Como no Watson, voy a tenerlo muy en cuenta.

*

Terminamos nuestros conos y caminamos a casa en silencio por un par de cuadras.

—No es que no te lo contara a propósito—lo miro—no me había pasado antes de hoy. El primero fue en la mañana, no pensé que iba a pasarme otra vez.

¿Estuvo pensando en eso todo el tiempo?

—Y ¿Estas bien?
—Si, no es nada. Simplemente, es algo, raro...
—¿Puedo decirte algo?
—Obvio.
—Bueno, ya sabes, mi mamá es psicóloga y yo sé algo de esto, no mucho pero algo. Solamente quiero que sepas que puedes hablar conmigo y pedirme lo que necesites—me toma de la mano en silencio.
—Creo que estoy bien así, gracias.

Creo en él, pero por supuesto que no esta bien así, sin embargo creo que ha sido mucho para ambos por hoy.

—Bueno ¿Nos vemos mañana?
—Seguro que si, te voy a extrañar mucho.
—Te voy a extrañar más.

Me acerco y lo beso, sonríe otra vez, y espero que mis ganas de verlo feliz no nublen mi buen juicio, porque creo que su sonrisa es real, deseo que lo sea.

Entro a casa y me encuentro a mamá terminando de servir la cena.

—Hola.
—Oi mãe.

Parece analizar mis gestos.

—¿Paso algo?
—No, está todo bien.
—¿Segura?
—Si, voy a dejar mi mochila y te ayudo.

Camino a mi habitación en silencio, no tengo muchas ansias de seguir hablando sobre lo que paso, prefiero darme un respiro, porque esto es mucho para mi...mientras más sé de esa familia más miedo me da que él los tenga cerca.
No sé como habrán sido antes de que supieran sobre lo nuestro, pero es innegable que desde eso lo tratan peor:

—¿Qué va a pasar con nosotros?
—Es una situación difícil.

—Ahora que sabes que soy una Urquiza supongo que ves las cosas de otra manera ¿No?
—No,de verdad no es eso, lo que siento no ha cambiado.

—¿Pero?
—Pero es complicado.
—A veces no aguanto vivir en esa casa.
—¿Si? Y ¿Por qué fuiste a vivir con ellos?
—Mi padre murió cuando yo era muy pequeño y mi madre viaja mucho por trabajo, no quería que estuviese solo. Surgió la oportunidad de venir a vivir con mi tío, el primo de mi padre...
—¿Y no estás bien con ellos?

—Es que...a veces siento como si ellos no quisieran que estuviese allí, sobre todo mi tía. Y ahora con esto no sé que va a pasar. Se supone que el tiempo ayuda, pero no sé.


Pienso de nuevo en que esa es la solución: alejarme.

Suena más simple de lo que en realidad es, alejo la idea, por ahora...si esto se pone peor, creo que esa va a ser la solución, para los dos.

*
presente

Víctor:
Pierdo un poco la noción del tiempo de estar tanto en el mismo sitio, sin embargo, no tengo intenciones de moverme hasta saber algo más de Manuel.
No he hablado con ninguno de mis padres desde que Lucia me ha contado lo de la amputación, todavía me parece una locura.

A pesar de que no fue así como pase lo de Lucas me siento en un constante deja vu: la vez anterior, perdí un hermano, a Helena, la música...y mis piernas.
Perdí tanto, y no gane nada más que dolor, y cobardía.
Hoy es en parte diferente, acabo de ganar una verdad y no quiero perder eso ahora, pero sé que existe la gran posibilidad de que "mi primo" no quiera volver a verme, espero que no sea así, realmente no quiero perder la relación que hemos construido.

Lucía se acerca con un café en la mano y me lo ofrece, me sorprende y lo acepto.
Le doy un sorbo al vaso en silencio y ella saca un alfajor de su cartera.

—Es mejor que comas algo, ha pasado un buen rato.
—No hace falta Lucía.
—Mira Víctor, no voy a engañarte, necesito que hagas algo por mi.
—Lo que pueda hacer....
—Quiero que me acompañes a buscar las cosas de Manuel.
—¿A buscar sus cosas?
—Si, voy a sacarlo de allí, no quiero que vuelva a estar cerca de tu padre...nunca más.

completaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora