Capítulo 79: Silencios y arrepentimientos.

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SETENTA Y NUEVE 

SILENCIOS Y ARREPENTIMIENTOS

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SILENCIOS Y ARREPENTIMIENTOS

Manuel:
No tiene lógica para mi, no me importa cuantas veces traten de explicarlo, nada parece ser una justificación para todo este montón de mentiras.
Siempre he odiado que la gente se excuse por sus mentiras, yo mismo me la pase reprochándome por no haber contado lo de Ana inmediatamente ¿Y ella viene y me dice que ha sido por mi?
No lo entiendo, no tiene sentido.

Nada tiene sentido en realidad, últimamente es así.

¿Cómo puede la gente mentir con tanta facilidad? ¿Cómo puede vivir con ese peso? 
Lo intente, lo intente mucho tiempo y eso pudo conmigo ¿Cómo pudieron todos ellos callarse algo así?

Dicen que es porque les importa, para evitar daños, pero no, no es por eso. Es porque no les interesa.

Intento no pensar así, intento ponerme en su lugar por un momento pero mi cabeza no me deja de repetir lo mismo una y otra vez, como cuando en thehungergames Katniss y Finnick son atacados por mutos que los torturan con mentiras, ese pensamiento es lo mismo, algo tortuoso que no se detiene: "No les importa""Tú no les importas"

Las cosas serian simplemente más sencillas si dejasen de pretender que lo hago.

No entiendo porque mis tíos me sacaron de la ducha aquél día, para ellos habría sido lo mejor, si ni siquiera me soportan ¿Por qué ayudarme?
Yo no quería eso.
Si ellos no lo hubiesen arruinado ahora no estaría soportando esto, si yo no fuese tan inútil, ahora no estaría soportando esto.

Todo termina siendo mi culpa siempre, hasta sus mentiras.

*

La chica rubia se acerca a la puerta y del otro lado encuentra al Argentino que tan pocas ganas tiene de ver: Alex.

—¿Qué haces acá?
—Chiara...—su voz realmente se oye distinta, de verdad se siente mal al tenerla lejos.
—No, ya te dije que no quería verte más, no sé como te atreves a venir a mi casa.
—Necesito hablar.
—Yo no quiero hablar ¿No puedes entender eso? ¿Quieres que saque una foto y te la envié también?
—Chia...
—No sé que esperabas que hiciera.
—No quería que las cosas se pusieran tan mal, no quería que Manuel...—se queda callado en medio de la oración, aunque no lo admita, en el fondo, se siente mal.
—¿Qué Manuel qué? ¿Tratara de suicidarse?
—No era mi intención.
—No, tu intención era sacarlo de tu vida sin importarte como.
—¡No! No es así.
—Pensaba que eras diferente Alex, yo confiaba en ti, creía en ti... ¿Por qué me usaste?

Aparta la mirada y le exige a sus lagrimas que se escondan un buen rato más, pero, estas no le hacen caso.

—¿Por qué jugaste con mis sentimientos? 
—Y-yo no...
—Si que lo hiciste, te apoye porque estabas solo, porque te vi mal y tu solo me usaste para tu plan...
—No Chiara, no es así.
—¿No? ¿Y entonces? ¿Me vas a decir que no te diste cuenta de lo que sentía por ti?—se ríe triste—te aprovechaste de eso para que nunca cuestionara tus razones...y yo, fui una tonta,
—No...
—Deja de negarlo.
—Nunca quise lastimarte.
—Oh, gracias, no sé como habrían sido las cosas si hubieses querido hacerlo.

Él no sabe como pedir perdón, es consciente de que algunas palabras de la chica son completamente ciertas, se equivoco y lo sabe.

—Perdóname.
—No.
—Chiara por favor, por favor...yo no te conocía y fuí un tonto, pero...no quiero perderte—ahora él también siente sus ojos arder—no sé porque no frene esto antes, es que, estaba ...estoy tan enojado con todo lo que esta pasando, lo único bueno que me ha pasado en estos años sos vos, no quiero perderte también.
—Ya lo has hecho.

*

Bia: 
Pienso en ir tras Manuel, realmente lo hago pero no me muevo de donde estoy, la culpa me inmoviliza, él tiene razón, no podemos culparlo por ocultarle la verdad.
Me siento tonta, mala por haber hecho esto sabiendo lo que las mentiras le hicieron antes.

¿Y por qué he reclamado lo de Helena? No lo sé, no sé porque estoy tan a la defensiva, no sé como tratarlo, no sé que hacer con todo el peso que esta situación pone sobre mis hombros.

No sé como estar con el pero no quiero estar lejos, no quiero que me odie por haberle mentido, sin embargo, no puedo ir a pedirle perdón ahora.

"¿Y si lo hace de nuevo" 

Todo el tiempo pienso en eso, no importa que momento del día sea, estoy pensando en eso sin quererlo, sueño con aquella noche frecuentemente y no sé como manejar esos sentimientos ¿qué se supone que debería hacer? ¿se supone que hay algo que se debería hacer?

Mamá siempre lo dice: estar.
Pero eso es lo difícil, estar sabiendo que no hay más que hacer.

Camino a casa tratando de apartar todas esas cosas de mis pensamientos, me es imposible.
Necesito alguna respuesta, alguna cosa que me diga que no he hecho las cosas tan mal...solo quería ayudar, pero, no sé como hacerlo.

Abro la puerta de la casa y veo a mamá sentada en la mesa escribiendo algo en la computadora, ella me mira y se levanta para acercarse.

—Filha ¿cómo te fue?
—Mal, muy mal—me abraza—no sé que hacer, te lo juro mae, ya no sé que hacer.

*
Manuel: 
Lo pienso, no demasiado, pero lo pienso y llego a la conclusión de que tal vez...tenga que alejarme de todos ellos, porque se lo merecen, por mentirosos.

La tristeza se vuelve ira, otra vez, ira hacía ellos, hacía mi y mi inutilidad.
No me soporto.

No puedo parar de pensar en que si esa noche lo hubiese logrado me habrá ahorrado todo esto, toda esta porquería...
Al final no necesitaba saberlo ¿de que me sirve saber que Antonio es mi padre? ¿Qué me ha mentido? ¿Qué se ha burlado de mi en mi cara? ¿Mmm?

En España hubiese estado bien.
Muerto, creo, que habría estado bien.

No aquí, no ahora sabiendo todo lo que sé.

Subo las escaleras del condominio y busco la llave tras una figura de piedra que hay a un lado de la puerta.
No quiero tener que hablar con mamá, pero, tampoco quiero tener que volver otro día.

Ingreso y paso directo a mi cuarto con ella siguiéndome con la mirada desde la cocina.

—Manuel...—oigo sus pasos dirigiéndose hasta donde estoy, intento ignorarlo—Manuel...

Meto mis cosas en mi mochila con algo de dificultad porque esta no deja de cerrarse, eso me hace pensar en mis manos, y en como ahora...no son servibles para lo que antes, ya no puedo volver a tocar.
Evito tanto ese pensamiento que siempre que lo recuerdo es como algo filoso dentro de mi.

Se ha acabado.
Todas las horas de practica, todas las clases, todas las canciones a medio componer.

Se ha terminado.

Si no hubiese sido tan cobarde y me hubiese enfrentado a Antonio tal vez las cosas no habrían terminado así, pero no lo hice, porque si soy un cobarde.

—Hijo...

Reviso los cajones que ella ha acomodado y encuentro el cuaderno de canciones, lo tiro sobre la cama y se abre dejando su contenido al descubierto.

27.
El carro rojo ha sido su regalo.
Supongo que en el fondo siempre lo supe.


Es bueno confirmarlo.
Al menos no me odiaba.


—Manuel...
—No lo entiendo mamá...
—Cariño—se acerca con lentitud.
—¿Por qué? ¿Por qué él no me quiere?

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