Capítulo 75: Prescindible.

313 46 11
                                    

SETENTA Y CINCO

SETENTA Y CINCO

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

PRESCINDIBLE

Esa palabra otra vez, la misma que lo ha estado atormentado por meses, ahí está: padre.
¿Por qué parece imposible huir de eso? ¿Por qué si ha estado ausente durante veinte años ahora aparece en cada conversación? ¿Por qué si él ha estado bien toda su vida hoy la idea lo destroza tanto?

Demasiados porqués y ninguna respuesta, bueno, ninguna que no sea la de siempre, que es débil.

—Hijo...

Él no le presta mucha atención a ella porque escucha a alguien subir por las escaleras y necesita tanto dejar de pensar en el cosquilleo de sus manos que se centra únicamente en eso hasta que la persona a esta justo frente a él: su tío.

—Ey Manuel ¿todo bien?

Deberían eliminar esa pregunta de sus vocabularios de una vez por todas porque nunca sabe como responder sin mentir, o la hacen en momentos inapropiados o él ya no sabe lo que es estar bien.

—Manuel...—su madre se acerca y se aparta de golpe, no es contra ella, para nada, es contra si mismo.

Acaba de darle un discurso respecto a que no quiere ser tratado diferente, a que puede con cualquier cosa, pero, cuando han mencionado a ese hombre se ha desmoronado, es ridículo.
Lo piensa un par de segundos donde los dos adultos allí parados solo intercambian miradas entre confusas y furiosas, como si estuviesen preocupados pero no por él, por algo entre ellos, cuando Manuel deja de prestarles atención y ha tomado las fuerzas suficientes, pasa junto a su tío y baja las escaleras con prisa para alejarse de esto por un rato, sabe que no puede, que tiene prohibido estar solo y más después de una escena así pero no le interesa, no le importan las reglas ni la preocupación de su madre, simplemente se marcha.

*

Lucia piensa en seguir a su hijo pero es retenida por Antonio, que en primer lugar no debería estar aquí.

—Pero ¿qué haces?
—Tengo que hablar con vos.
—Y yo cuidar a mi hijo, eso es más importante.
—Lucia.
—¿Por qué no nos dejas en paz?
—No me hables así.
—Te hablo como quiero.
—Quiero que arreglemos esto entre nosotros, no hay necesidad de pasar a lo legal.
—Porque si no él se enteraría de todas tus mentiras ¿No?
—Yo se lo iba a decir.
—No hace falta que sigas mintiendo, sé que le dijiste que él murió cuando tenía diez ¿No pensaste en lo terrible que debe haberse sentido al saber que su padre lo abandono?—espera una respuesta que no va a obtener, a Antonio le importa muy poco lo que Manuel pudiese sentir, él solo quería resguardarse y la española lo sabe—Claro que no.
—Mira Lucia, tenes que desistir porque es mi hijo  y sabes bien que voy a ganar.
—No.
—¿No?
—Tu deberías desistir.
—¿Y por qué? ¿Qué podrías hacer?—la desafía y sonríe con suficiencia.
—Sé que tu lo golpeabas.
—¿Qué?¿De donde sacaste eso?
—No te importa, simplemente lo sé y tengo como demostrarlo.
—No te creo nada.
—Pues no lo hagas, pero aléjate de mi hijo Antonio, desaparece como siempre, eres experto en eso.

*

Manuel:
Caminar a solas no es tan placentero como deseaba, bueno, últimamente nada es tan placentero como me gustaría.
No logro comprender, no tiene sentido para mi que después de años sea ahora que me afecte tanto todo el tema de papá, Tamara me ha dicho que tal vez se deba a eso, a que antes no he dejado que me afecte, pero, no me convence.

A veces pienso demasiado en eso, más de lo que querría, es que necesito que él sea para mi lo que yo soy para él: alguien prescindible. 

La palabra es rara pero siento que estoy familiarizado con el sentimiento de ser descrito con ella, a pesar de toda la atención excesiva que he estado recibiendo en las últimas semanas no puedo quitarme esa clasificación de encima, no puedo dejar de creer que todo seria más fácil sin mi porque finalmente soy así, prescindible, nada cambiaría si no estuviese.

¿Puedo culpar a ese hombre por este dolor? Podría, claro pero sería muy ridículo de mi parte hacerlo, antes de saber todo lo que hoy sé sobre él yo era igual, pequeño y olvidable.
Tal vez por eso fue tan fácil irse diez años y no pensar en mí, porque para él yo no era nadie y debería hacerme a la idea, aceptarla como parte de mi porque no va a cambiar nunca.

Papá se fue.
Papá te ha dejado.
Papá estaba vivo.
Y a él, nunca le hiciste falta.

completaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora