Capítulo 85: Punto final.

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OCHENTA Y CINCO 

OCHENTA Y CINCO 

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PUNTO FINAL

—¿Qué?—la pelirroja se ríe pero al ver que la expresión de su hijo no cambia se siente preocupada.
—Bueno, creo que es mejor que me vaya—Raúl capta toda la tensión y se pone de pie para dejar a Lucia y su hijo solos.
—Nos vemos después—la mujer lo acompaña hasta la puerta y se despide de él tratando de sonreír, aunque le es difícil, no puede salir de su confusión.
—Hasta luego—él asiente con la cabeza, le sonríe, y se aleja.

Manuel no dice nada, simplemente espera a que su madre vuelva a sentarse en su sitio.

—Hijo...
—Déjame explicarte primero mamá.
—Bueno, dime.
—Es que—respira profundo—¿Recuerdas a Ana?
—Si.
—Bueno, ella es Helena.

A ella le toma unos segundos entenderlo, no sabe mucho de esa historia pero lo poco que sabe es algo que le parece increíble.

—Pero ella...
—No la encontraron nunca.
—¿Por eso fue que hablaste con los Urquiza?
—Bueno si, yo la escuche decirlo y bueno, por eso fuimos juntos, nada más.
—Guau, eso es, fuerte—no encuentra otra palabra para describir lo que la confesión le provoca ¿Cómo podría tomarse eso? Parece algo irreal.
—Lo sé, Bia siempre tuvo la sospecha de que ella estaba viva. Muchas veces le dijeron que se trataba más de un deseo que de una intuición pero fue encontrando cosas que le hicieron pensar que tenía razón.
—¿Cosas cómo qué?
—Un pañuelo, notas con su letra y apareció una chic..—recién recuerda esa parte ¿Vera era real o...?—una chica, que dijo que era fan de la banda de su hermana y Víctor y sabía cosas... tenía audios y cosas asi. No he hablado con Ana sobre eso pero siento que también se trataba de ella.
—¿Y por qué hacer eso?
—Ella perdió la memoria aquella vez y lo poco que recordaba lo complemento con las noticias en internet.
—Esas donde hablaban de que ella iba manejando.
—Si...
—Entiendo...pero no puedo comprender que tiene que ver esto con volver con Antonio.
—Es que, Víctor me lo confesó una vez, él me dijo que todo era mentira, me dijo que él que manejaba era Lucas.
—¿Qué?—eso si parece haberla tomado por sorpresa, mucha más que lo anterior.
—Antonio le pidió que no dijese nada y él obedeció.
—No puedo creerlo—niega—pobre chica, lejos y asustada por todo lo que decían.

Por un segundo esa imagen se asemeja a la que imagina de su hijo en los últimos meses: lejos de ella y totalmente sometido a los tratos y mentiras de esa gente.

—¿Cuando te lo dijo?
—Hace tiempo, yo se lo conté a Bia después porque pensé que tal vez tenía que saberlo.
—Por supuesto—lo toma de la mano por encima de la mesa—eso estuvo bien cielo.
—Lo que pasa mamá es que...mis palabras no sirven de nada para ayudarla ahora.
—¿Qué quieres decir?
—Si ella va a la policía, no tiene forma de demostrar que Víctor mintió.
—No Manuel—ahora ya lo ha entendido.
—Mamá oyeme.
—No Manuel, no es tu responsabilidad.
—Lo sé pero...
—No puedo hacer eso otra vez, no voy a dejarte con esa gente.
—Mamá, sólo va a ser un tiempo, además tu estas aquí...
—Manuel ¿Entiendes lo que te digo?
—Yo lo entiendo pero...
—Hijo.
—Mamá, te prometo que nada va a suceder—toma su mano libre para que tengan ambas entrelazadas y la mira directo a los ojos—dame unos dias, por favor, confía en mí.
—Confio en ti cielo, confío en ti... no confío en ellos.
—Vamos a vernos todos los días, te prometo que cualquier cosa, sea tan pequeña como sea te lo diré.
—No es tu responsabilidad meterte en eso.
—Yo lo sé, pero...puedo ayudar.
—Si, siempre quieres ayudar—sonrie un poco triste—te doy unos días—él sonríe con entusiasmo ante el permiso de su madre—pero quiero verte todos los días ¿okey? Sin falta.
—Claro, si.
—Oyeme, si hacen media cosa, si solo te miran con mala cara quiero que me lo digas y te vas ¿Entendido?
—Si mamá, entendido. Gracias.
—No hay forma de decirte que no—niega y él se rie de eso.

—Ahora que cerramos este tema—aclara su garganta—¿Qué pasa con Raúl?

*

Bia;
Con Manuel ni siquiera hemos atinado a hablar sobre lo nuestro, simplemente hemos estado sentados bajo el sol durante toda la tarde, y no me quejo, su compañía me ha reconfortado.
Muchas veces deseo ser como él: fuerte, empático, compañero.

No sé cómo lo hace pero con tan solo unas palabras logra hacerme sentir mejor, o al menos hace que mi miedo disminuya por un bien rato.

—Oi filha—mamá aparece en la cocina sonriente.
—Oi mãe.
—¿A que se deben esos ojos?—sonrie—¿Puede que sea por alguien cuyo nombre empieza con eme?
—Si, puede ser.
—Me alegro que ustedes estén bien.
—No hemos regresado, pero, sé que no hace falta, sé que aunque estemos separados estamos siempre el uno para el otro.
—Y de eso se trata el amor filha, de estar, de acompañar al otro de la forma en la que sea posible. Ambos están transitando momentos fuertes y esta bien tomarse un tiempo.
—Ahora lo sé, sé que un nombre para esto no es tan necesario, lo importante es saber que contamos con el otro, siempre.
—Estoy contenta de que estén bién, los dos. Si el amor está las cosas van a darse naturalmente.
—Gracias mãe, yo...lo sé.

—Mãe ya estoy list...—Helena aparece y noto el nerviosismo en su voz.
—¿Donde van?
—Vamos a ver al abogado filha.
—Ah...¿yo puedo ir?
—Claro Bia, si realmente quieres.
—Si.

No es que la idea me entusiasme a sobremanera pero...ya no soy la misma niña de seis años de aquella vez, ahora puedo acompañarlos.

—Bueno—ella toma mi mano—va a estar todo bien hija, va a estar todo bien. Ya estamos juntos.
—Lo sé, por fin estamos juntos.

*

Lucía abre la puerta del departamento y encuentra a Antonio de otro lado medio sonriendo.

—¿Qué tal, Luci?
—Hola—se hace a un lado y lo deja pasar.

Él se acerca a la mesa y se sienta sonriéndole al chico que está sentado allí.

—Bueno, acá me tenés ¿De qué querías hablar?
—Es sobre...lo que me pediste.
—Sé un poco más específica.
—Manuel acepto volver a vivir contigo.
—¿De verdad?—mira al chico quien sólo asiente—me alegro, vas a ver qué todo va a ir mejor, hijo.

Ahí está esa palabra otra vez, Manuel sólo aparta la mirada tratando de no apretar con más fuerza la mano de su madre.
Sabe que hace esto por su propia decisión, es difícil, pero sabe que puede con ello.

Lo hace por Bia, y por su familia que en parte ya es también la suya, por Alice y sus cortas charlas los días que estuvo allí, por Mariano y sus consejos cada que los necesito, por Ana y todas las tardes que pasaron tocando juntos...Y sobre todo por él, porque necesita demostrarse que ellos ya no pueden hacerle daño, se ha terminado, todas las mentiras de esta gente por fin, van a tener un punto final.

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