Capítulo 59: Tu luz.

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CINCUENTA Y NUEVE

CINCUENTA Y NUEVE

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TU LUZ

presente

Lucia vuelve a la sala de espera después de hablar con su hermana y se encuentra a Antonio todavía ahí, si todavía fuese la Lucia que el conoció hace 20 años creería que él es bueno, que realmente siente preocupación, pero no, no es así. Si él todavía no se ha marchado es porque ya sabe que ha perdido la posibilidad de sostener a esa familia que decía tener y quiere ahora refugiarse en su intento de paternidad para con Manuel.
A pesar de que verlo le molesta mucho decide ignorarlo, tiene problemas más importantes de los que ocuparse.

Ya ha arreglado varias cosas, pero, no puede olvidarse de que ni siquiera ha avisado al trabajo esto y no va a volver pronto. 
Tiene que ocuparse de su hijo.

A estas alturas ha podido dejar de recriminarse y concentrarse en lo que viene, porque son meses largos.
Volver a casa parece lo más fácil, obviamente, pero lo más fácil no siempre es lo mejor, Manuel ahora necesita apoyo y alejarlo de sus amigos sería una idea pésima.

—Sigue por acá... 

Levanta la mirada y se encuentra a el doctor Rojas acercándose a ella.

—Si, sigo por acá.

Él asiente.

—¿Usted trabaja todo el día?
—Hoy tenía doble turno, no siempre es así pero hoy sí.
—Debe ser agotador.
—Si, pero no todos tienen la suerte de trabajar de algo que realmente quieren.
—Concuerdo.

El hombre ya está parado a un par de metros de donde esta sentada aunque ambos ignoran eso.

—¿Usted que hace?
—Soy bióloga marina.
—Ah.

—Raul—Antonio se cuela en la escena—Buenas noches.
—Buenas noches.
—¿Qué tal todo?

La española con la que recién charlaba el medico se ve bastante incómoda y para él es imposible ignorar la tensión que genero el acercamiento de su ex compañero de escuela.

—Todo estable.

Sabe que si está aquí la madre de el chico no tiene porque darle información a gente ajena, por eso tiene que intentar ser breve.

—¿Estable? ¿Es todo lo que me vas a decir?
—Antonio, sabes bien que no puedo darle más información a ningún familiar que no sea de primera línea.

El aludido mira a la mujer sentada frente a ellos de mala manera, quizá porque sabe que él único culpable de que nadie sepa de su relación familiar con el chico es él mismo.
Ha sido su decisión no contarlo.

—Si, tenes razón, discúlpame. Vos sabes que yo aprecio mucho a mi sobrino.

Suficiente.
Ella ya no soporta más este teatro, se levanta de su lugar de mala manera y recoge las pocas cosas que tiene allí.

—Bueno, me voy. Hasta luego doctor.
—Hasta mañana.

Ignora al Gutiérrez y se marcha.
Ese hombre no va a volver a acercarse a su hijo, no le importa tener que soportar todas sus provocaciones, ella no lo va a permitir.

-

Bia:
Intento comer algo y me es imposible, no puedo sacarme esa sensación del pecho...por más que intente sigo pensando en esas cuchillas.

Golpean la puerta y papá se levanta para abrir, no sé quién podría ser pero me siento nuevamente en la escena de anoche. Otra vez escuchó a Paula y Víctor hablándome de Manuel en el hospital...nunca voy a poder borrar esas imágenes de mi cabeza, de eso estoy segura.

—Lucia...—volteo a mirarla.
—Disculpad la hora, sinceramente no pensé muy bien en los horarios.
—No pasa nada.
—He venido a buscar sus cosas...

Todo se siente tan frío.

—Claro ¿Conseguiste donde quedarte entonces?
—Si, por ahora creo que un hotel está bien...ya cuando Manuel salga veremos a donde ir.

—Podrían ir a la residencia.

Ella me sonríe.

—Aun hay tiempo para pensarlo, gracias.
—Y...¿Cómo está?

No sé cómo hablar de él sin llorar.

—Ahora seguro dormido—sonríe otra vez, pero no por compromiso, lo hace sinceramente—ha estado mucho mejor.

Asiento en silencio.

Mamá aparece nuevamente en la sala con sus cosas y ya no puedo contener las lágrimas.

—Filha...
—L-lo siento, de verdad.

Mae se acerca y me toma de la mano.

—Filha...
—Esto ha sido mi culpa.

Es entonces cuando Lucía parece comprender y se acerca a donde estoy también.

—No digas eso Bia.
—Es la verdad...
—No, es normal que ahora todos sintamos que hicimos poco, que vimos poco y dimos mucho menos, es normal que sientas eso tú también, pero no es tu culpa... tú lograste que el hiciera muchas cosas diferentes y lo hiciste una mejor persona, siempre me decía eso...te ama y tienes que estar segura que si hay alguien que no tiene la culpa de esto eres tú.
—P-pero eran mías...las cuchillas que uso...eran mías.

Se agacha junto a mi y pone una mano en mi rodilla.

—Bia...nada de lo que hubieses hecho habría hecho que las cosas terminarán diferentes.
—No sé cómo puede pensar eso si no me conoce.
—Mira, si Manuel te quiere es por algo...y es porque tú tienes un lindo corazón, estoy muy segura de que lo ayudaste muchísimo ¿Recuerdas lo de la audición? Él no habría entrado de no haber sido por ti.

Me río ante ese recuerdo. Ese día no podría habernos visto en esta situación ni de chiste.
Han pasado sólo 2 días y parece que ha sido una eternidad.

—¿Lo ves? Todos hicimos muchísimo ,y ahora, tenemos que ver por lo que viene que es algo difícil y seguro él te va a necesitar.
—Muchas gracias.
—No Bia, tu lo cuídate muy bien, yo de eso estoy segura...gracias a ti.

- - - - 

pasado

Manuel:
Siento que los últimos días se han pasado muy rápido, no puedo creer que la audición sea hoy.
Los nervios parecen haber elevado a un nivel superior al que creía existente, quizá he puesto demasiadas expectativas en esto.

Hay mucha gente talentosa aquí ¿Por qué me elegirían a mi?

Reviso la mochila otra vez y compruebo que allí están las anotaciones de Ana, las he leído casi 200 veces y todavía sigo sintiendo que no puedo retenerlas. Siento que voy a olvidar como es que se forman los acordes ahí adentro.

—Amor—la miro—te va a ir bien.
—No sé, no debería haber venido.
—Manuel, tranquilo...

Me toma de la mano e intento repasar la letra en mi cabeza.
Nada, no la recuerdo.

—No, no me acuerdo de la letra.
—Si te acuerdas.
—No, no me acuerdo.

Suelta mi mano y me toma el rostro para hacerme mirarla a los ojos.

—¿Te acordas que yo sentía que no podía cantar en frente de nadie?—asiento—Cuando escuche tu música cante Manuel, no te conocía, pero cante. Tu melodía me hizo más valiente, vos me hiciste más valiente ¿Sabes por qué?—no digo nada—Porque vos sos valiente y talentoso, no hay nadie más talentoso que vos, ahora vas a entrar ahí y vas a mostrar toda esa luz que tienes dentro y ya veras...a ellos no les va a quedar otra que elegirte.

Me acerco más a ella hasta que nuestras frentes se tocan.

—¿Qué haría sin ti, Bia?



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