Capítulo 28: Oculto.

466 53 12
                                    

VEINTIOCHO

VEINTIOCHO

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

OCULTO

presente

Víctor:
Sigo creyendo que Lucía está siendo demasiado comprensiva conmigo, a pesar de todo, yo soy más culpable de esto que ella, porque lo tenía todo en frente y no lo vi, no vi que él ya no estaba bien.
Creo que soy experto en no ver ciertas cosas, siempre lo hago.

Todavía recuerdo bien como deje que papá me convenciera por años de que realmente Helena iba conduciendo cuando ocurrió lo del accidente, a pesar de que no había noche en la que no soñara con eso: con los gritos de Helena, con la sangre de mi hermano, con la culpa con la que sentí cuando desperté en ese hospital sin Lucas, sabiendo que todo fue culpa mía.

Yo era su hermano mayor, era mi deber cuidarlo, mostrarle lo que no había que hacer...pero no, me deje llevar y las cosas terminaron mal, muy mal. Nunca voy a perdonarme por eso.

Yo mate a mi hermano.
Y a mi novia.
Destruí a mi familia.

Aprieto los dientes para detener mi llanto e intento dejar de pensar en eso, no es momento para auto compadecerme, no es momento para nada de esto ahora.

—¿Puedo hacerte una pregunta, Víctor?—se sienta sobre la cama de su hijo y me concentro en sus manos acariciando las sabanas.
—Por supuesto.
—¿Alguna vez viste...lo viste golpeado?

La imagen de Manuel con un ojo morado aparece en mi cabeza y otra vez las lagrimas son incontrolables.

—Eso lo responde todo.
—Él me pidió que no hiciera nada, y sé que debí pero...quería que él confiara en mi.
—Yo lo entiendo, sé que estabas en una posición difícil.
—No, solamente soy un cobarde, nada más.
—Víctor...
—No hace falta que me diga que no es así Lucía, yo sé que hice las cosas mal, quizá si hubiese hablado en ese momento no lo habrían engañado para volver...—aparta sus manos de las sabanas y las junta frente a si misma, creo que intenta tranquilizarse.
—¿Volver?

Me pone más nervioso tener que decirle todo esto porque sé que ya se siente una completa extraña en la vida de su propio hijo, y enterarse de que él fue echado justo un par de semanas después de que se marchara va a hacer esto más doloroso.

—Para navidad la familia de Bia lo invito a cenar—asiente sin interrumpirme—y aunque él quería faltar yo le dije que mintiera...le dije que no pasaría nada y me equivoque. En el momento no lo supe pero mi madre y Alex lo interceptaron y ella lo golpeo para después echarlo de la casa, esa fue la primera vez. Vivió un par de días fuera hasta que papá lo convenció de regresar...o lo obligo, no estoy seguro de eso.
—¿Cómo lo hizo? ¿Cómo lo golpeo?
—Me dijo que tiro un vaso en su dirección y le dio en el ojo.
—¿Tu padre no hizo nada?
—Mintió, eso hizo, le prometió que mamá estaba yendo a terapia y que lo iba a tratar mejor.
—Pero no lo hizo...
—No.
—¿Y a qué te refieres con que fue la primera vez? ¿Lo viste más veces?

pasado

Manuel:
Todavía sigo sorprendido por la actitud de Paula, en realidad parece que las cosas van a cambiar y eso empieza a hacerme sentir mejor, por primera vez en mucho tiempo no me siento como un intruso en esa casa.

Me he pasado los días terminando de completar trabajos y preparando la nueva canción, quiero decir, he estado tan ocupado que no he podido ver a Bia.
Ella me ha comentado que ha estado revisando algunos perfiles que coincidían con los nombres de personas que asistieron a la CyberGold sin ningún éxito y con respecto a mi "padre" ha sugerido que revelase las fotos para poder verlas con una mayor claridad, aunque creo que es un poco ridículo ya que nunca he visto una imagen de ese hombre antes.

La mire por horas, en una de ellas el detalle de que fue tomada con una cámara analógica brilla ante mi como un descubrimiento: mamá tiene una de esas de cuando era joven.
Puede ser una simple coincidencia, pero sería demasiado, porque sé suficiente de fotografías como para notar que han sido tomadas con el mismo modelo.

Dejo mis teorías de lado y preparo mi mochila para salir al parque, necesito un respiro de tanto estudio.
Víctor entra a la habitación y me mira de reojo.

—¿A donde tan contento?

Sonrío, no puedo arriesgarme a mencionar su nombre porque temo que toda está paz se desvanezca.

—Manda saludos de mi parte.
—¿A quien va a mandarle saludos?—la tía aparece tras su hijo.
—A los chicos de la residencia, ya sabes que Thiago es el que me presento al equipo de basquet.
—¿Y por qué no vas con él?

Está desconfiando.
Me siento muy dolido ante su repentino cambio, y muy tonto por no habérmelo esperado ¿Que creía?

—No tengo muchas ganas de salir, el entrenamiento de ayer me dejo frito.
—Claro, mejor descansa hijo.

Se marcha.

—Gracias.
—No es nada Manuel, todo por mi shipp favorito.
—Nos vemos luego—asiente y ahora soy yo quien abandona la habitación.

Cuando camino por el pasillo mi tío se aparece tras de mi y tras dar unos pasos en silencio me pone una mano en el hombro para detenerme.
Volteo y me encuentro con una expresión de enojo.

—Tenemos que hablar.
—¿Pasa algo?
—Claro que pasa...

De verdad no sé de que habla.

—Tio, no sé...
—Manuel ¿A qué vas a la universidad?
—No entiendo.
—Supongo que a estudiar como todo el mundo ¿No?
—Si.
—No te burles de mi.
—Tio, pero yo no...
—Te callas cuando te hablo—la dureza en su voz me hace entender que está realmente furioso, viendo que la tía también, sospecho que han discutido y temo mucho que tenga que ver con el viaje que haríamos a España.
—Lo siento.
—¿Sabes que tengo acá?—se saca un sobre del bolsillo—¿Sabes?

Niego con la cabeza, aunque sé bien que es, veo el sello de la aerolínea en el papel.

—Boletos a España.

No sé que debería decir.

—¿Sabes para quien son estos boletos?

No sé a donde va esto, bueno, sé que no va a un lugar bueno.

—Eran para vos.
—¿E-eran?

¿Qué he hecho ahora?

—Si, eran, porque no te los mereces.
—No entiendo.
—Yo tampoco, no entendía porque después de todo el tiempo que te pasaste estudiando reprobaste tres de los exámenes.

Oh, no puedo explicarle eso, él no me va a creer.

—Pero después de lo que vi...

¿Lo qué vi?
Saca ahora su celular y me enseña una fotografía, una captura de un boomerang que ha subido Chiara hace casi un mes donde Bia y yo estamos abrazados fuera de el establecimiento.

—¿No me dijiste que habías terminado con esa chica?
—No es lo que...—no me deja terminar.
—No te gastes en excusarte, me mentiste y además descuidaste tu única obligación por eso.
—No yo...—¿cómo puedo decirle que ha sido su mujer la que me ha prohibido asistir a esos exámenes?—no fue así.
—Estoy cansado de confiar en vos y que me mientas—guarda el aparato y sostiene el sobre con ambas manos para rasgarlo por la mita frente a mis ojos—no mereces esto.

—¡No es justo tío!—el reclamo suena más fuerte de lo que esperaba y su respuesta a eso es una bofetada.

No es justo.
Toda está porquería no es justa.

—¿Qué está pasando acá papá?


completaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora