Capítulo 13

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Capítulo 13

ANA

Lucas, lo siento, algo ocurrió.

Hey, en serio, discúlpame.

¿Lucas?

Apoyé mi cabeza en mis manos, intentando no explotar internamente. La noche anterior me había disculpado con Lucas por dejarlo esperándome en la cafetería, sólo, pensando en que yo me aparecería por allí.

Dios mío, qué idiota, me maldije a mí misma. Me sentía mal por haberle mentido o no avisarle antes. Pero una parte de mí se sentía... ¿aliviada? Socializar nunca había sido mi fuerte y aquella salida iba a ser parte de otra prueba más en las que manifestaba mis pocas habilidades lingüísticas. Ni hablar del hecho de que Lucas era una persona de otro mundo.

Tal vez una relación con él jamás iba a funcionar. Tal vez era mejor dejarlo así, antes de que algo creciera para nada, para después decepcionarnos.

Seguí tomando mi café y las tostadas que había preparado a un lado. Era lunes en la mañana y Cole llegaría en cualquier momento a buscarme para ir caminando al colegio. Observé el reloj en la pared y me apresuré a terminar lo que quedaba en la taza. Corrí a mi habitación a ponerme un poco de perfume y buscar mi cazadora de cuero y pasar una bufanda por encima. Lo último que quería era enfermarme cuando los exámenes estaban cada vez más cerca.

Al salir afuera observé el suelo en busca de alguna carta o algún aviso que contuviera el logo de alguna Universidad. Suspiré al no encontrar nada y divisé a lo lejos Cole cruzándose de calle para llegar a mi casa.

―¿No cartas? ―preguntó a modo de saludo con una mueca. Sacudí la cabeza, un poco decepcionada.

Cole había recibido su carta de aceptación la semana pasada. Tenía pensado estudiar Negocios o algo parecido. Se le daban muy bien los números y sabía hablar con las personas hasta llegar a acuerdos. Totalmente opuesto a mí.

―Está bien ―respondí, enderezándome―. Si tiene que llegar, llegará. Y si no... bueno, siempre está la Universidad Estatal, ¿verdad? Podría convertirme en profesora de Arte ―empecé a divagar.

―Ana, no digas estupideces. Ambos sabemos que te iría fatal como profesora ―Lo miré de reojo, amenazándolo con la mirada. Cole levantó los brazos y añadió―. Tú tienes talento y tienes que seguir estudiando Arte para vivir de ello. Ya sabes, galerías, vender a montones, tener tu apartamento. El sueño perfecto de cualquier artista.

―Sí, pero necesito dinero. Y trabajar en un local de ropa no estaría ayudándome mucho que digamos ―Me encogí de hombros―. Pero, qué más da. Puedo seguir vendiendo cuadros aquí.

―La última vez que vendiste uno fue hace un mes. Y te lo compró mi madre ―replicó y lo empujé levemente.

―¿Sabes algo? Cómo aconsejante te iría mal ―Lo molesté echándome a reír levemente.

Cole posicionó la mano en los bolsillos, buscando su teléfono. Me lo tendió con una sonrisa y bajé la mirada. Era una conversación que había tenido con Max.

Lo empujé en el hombro―. Pues mira tú a mi amigo, todo un galán.

Sonrió con descaro y levantó las manos―. ¿Qué quieres que diga? Soy mejor que lo mejor. Max es afortunado de salir conmigo.

Le tendí el teléfono―. Pues eres el único aquí que tiene suerte en ese sentido.

Frunció el ceño―. ¿Por? ¿Qué ocurrió?

Le expliqué los mensajes que había recibido ayer de Lucas, lo que ocurrió con mi padre poco después, cuando me quedé dormida y cuando finalmente lo dejé plantado allí. Cole hizo una mueca.

―¿Quieres que hable yo con él?

Abrí los ojos―. ¡No! Me vería muy intensa. Y, además... estaba pensando que tal vez no valga la pena, ¿sabes? Somos de mundos diferentes. Jamás funcionaría nada, ni siquiera una amistad.

―¿Sigues con eso, Ana Bates? No sabes la forma en que te miró cuando te dejó conmigo luego del episodio del baño. ¡Diablos, sonreía como un idiota! Lo has flechado y creo que por el rubor en tus mejillas, el también lo hizo contigo ―dijo riéndose de mí y selañándo mi rostro, el cual oculté al mirar hacia otro lado. Lo empujé otra vez y él me respondió haciendo lo mismo.

Y antes de que nos diésemos cuenta, la entrada del colegio se encontraba a nuestro costado. Nos despedimos al entrar. Yo tenía Matemáticas en el primer turno y Cole Biología, y recién nos veríamos en el almuerzo. Por suerte compartíamos un par de clases, pero habían días como ese en que necesitaba a mi amigo a todas horas. Mordiéndome el labio, lo despedí en el casillero y me dirigí al salón.

Tomé asiento y apoyé la cabeza en mis brazos cruzados.

LUCAS

Aquella mañana había sido un poco como el infierno. Me desperté más tarde de lo que solía y corrí por mi habitación y el baño para terminar de arreglarme. Por suerte la señora Williams ya había hecho mi desayuno y comí apresurado, odiándome al hacerlo. Los peores días empezaban cuando te levantabas de la cama más tarde de lo normal.

Tomé las llaves de mi auto y me dirigí hacia el Instituto, el cual se encontraba en la peor zona, la más concurrida por todos. Al entrar en el estacionamiento subterráneo, agradecí por haber comprado un espacio para mí sólo. Me ahorraba de tener que buscar cada mañana un sitio, y de hecho, casi todos estaban asignados, sólo algunos no habían sido comprados y deducí que eran de los profesores.

Una vez dentro del edificio, busqué con la mirada a mis compañeros mientras acomodaba la camisa dentro del pantalón y ajustaba la corbata. Lo último que quería era que el director pasase por mi lado con una cara reprochadora.

―Buenos días, Lucas ―me saludó Bianca con una sonrisa a la cual respondí. Nos dirigimos juntos hacia el grupo de amigos que compartíamos. Choqué un par de puños con los chicos y hablamos de los acontecimientos de la aventura en una fiesta clandestina. O más bien, ellos hablaron mientras yo escuchaba paciente, esperando que sonara la campana así nos podríamos ir todos a clase y quedar en silencio.

Lo cierto era que no quería hablar sobre el tema. Aún me sentía humillado por lo que había ocurrido el domingo. O más bien, lo que no había ocurrido. Seguía sintiéndome un idiota. Pero sonreí a mis compañeros mientras se reían sobre cuando Lucas se quedó encerrado en el baño con una chica. Claro, esa era la historia que les había contado. No era que me sentía avergonzado por lo que pasó, pero no quería que me molestasen al respecto. Les había contado que había sido un accidente y que sólo habíamos estado allí unos minutos.

Pero claro, sólo Ana y yo sabíamos que habían sido horas. 

Lucas y Ana ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora