Capítulo 47

157 15 2
                                    

Capítulo 47

LUCAS

La vuelta a casa consistió en mi intento de conducir con normalidad mientras que a la vez pensaba en todo lo que me había relatado Gabriel. La rabia se había apoderado de mí, claramente. Pero no sólo eso; una parte de mí se sentía culpable en cierta forma. No como si fuese el causante de aquel ataque, si no por el hecho de que, quiera o no, Gabriel lo sufrido por ser mi amigo. Por lo tanto, parte de la culpa ―tal vez toda― residía en mí.

Y creía que estaba bien. Sí. Que todo cayera sobre mis hombros. Si antes necesitaba la confirmación de que los demás tenían que alejarse de mí, ésta era. Ya no se trataba sobre qué tan bueno era o cómo trataba a la gente. No. Cada persona que entraba en mi vida, salía herida de alguna forma u otra, y lo peor de esto era que no podía evitarlo. Sentía que no había solución para el problema que mi presencia suponía.

Pero, esto de herir a las personas que se acercaban a mi vida, ¿era realmente un problema? ¿o simplemente una característica mía? ¿Había alguna solución o tenía que hacerme entrar a la idea de así era yo y no había forma de cambiarlo?

Golpeé el volante con fuerza cuando me pareé en el semáforo rojo.

¿De qué mierda me quejaba?

Me sentía un idiota por estar pensando en cosas así cuando el resto del mundo se preocupaba por problemas muchísimo más importantes que mi estúpido autoestima.

Cuando llegué a casa ―lo cual me llevó tiempo debido a que no sabía dónde mierda estaba metido― el sol ya se estaba escondiendo y lo primero que iba a ser era arrojarme en mi habitación e intentar no salir costara lo que costara.

Pero mi madre me sorprendió a medio camino y puso una mano sobre mi pecho, mirándome a la cara con preocupación. Me sorprendió lo mucho que solía estar en casa últimamente. A pesar de que era domingo, ella siempre estaba o metida en su despacho o en la oficina, haciendo trabajo de más. Seguramente para mantenerse lo más alejada posible de la casa, y de mí.

―¿Quieres hablar? ―me preguntó.

Negué con la cabeza y continué con mi camino, sintiendo su mano caer al costado en el momento en que me corrí. No quería tratarla así, pero realmente no estaba de ánimos para que me sermoneen.

O peor, que me consolaran.

Así que me retiré, como siempre.

Pero cuando desperté la mañana siguiente, el libro de auto ayuda no se encontraba en la encimera de la cocina. Y sí, lo estaba buscando con la mirada y fue ahí cuando caí en la cuenta de su ausencia.

Pensé que tal vez mi madre quería darme espacio, lo cual se lo agradecía en cierta forma. Pero al hacerlo, era como si me tratase como un lunático. Como si hubiese algo malo conmigo. ¿Había algo malo conmigo? Y si lo había, ¿cómo hacía para hacerlo desaparecer?

¿Cómo uno desprende algo de sí mismo para dejar de ser lo que es y convertirse en algo que debería ser?

Aquella tarde, cuando volvía del instituto, con la mirada perdida y el calor haciéndome sofocar, mi teléfono vibró. Fruncí el ceño, porque no esperaba que nadie me enviara un mensaje. Mis compañeros sabían perfectamente que no estaba de ánimos y un mensaje sólo empeoraría las cosas.

Tomé el dispositivo y me dejé caer en el sofá. Sí, era un mensaje, pero de la última persona que había esperado que fuese. Era de Cole.

Ey! Lucas! ¿Cómo estás?

Parpadeé rápidamente mientras esperaba que apareciese el próximo mensaje.

Escucha, sé que no hemos hablado en varias semanas, pero ¿quieres que nos veamos? Hay un festival de primavera en la plaza del centro, ¿qué dices? Max irá con sus amigos, así que pensaba hacer lo mismo :)

Con el ceño fruncido durante un largo rato y leyendo el mensaje una y otra vez, estuve a punto de negarle la invitación y de hasta incluso decirle que no me escribiese más, pero sabía que eso sería simplemente cruel. Cole no se merecía aquello.

Pero luego estaba el dilema de ir con él al festival. No pude evitar pensar si Ana estaría ahí. Aunque obviamente Cole estaba al tanto de lo que había ocurrido entre nosotros y aquella mentira que le hice creer a Ana. Lo cual me parecía raro. Se suponía que Cole tendría que estar enfadado conmigo.

O tal vez quería simplemente continuar con nuestra amistad ―la cual había empezado hace poco­― y dejar el tema de Ana atrás.

Tal vez necesitaba esto, me dije. Distracción. ¿Y qué mejor forma de distraerme que un festival, con música, juegos de atracción, comida y buena compañía? Lo cierto era que Cole me caía estupendamente. Sabía que se iría a otra universidad que no estaba cerca de la mía (la que mi madre planeaba que yo fuese), por lo cual, pasar el tiempo con él estos pocos días de primavera que quedaban no harían daño a nadie.

Sacudí la cabeza e intenté poner mi mente en blanco mientras escribía mi respuesta, aceptando su invitación.

Sería como una despedida de Cole. 

Lucas y Ana ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora