Capítulo 63

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Último capítulo! Gracias a todos los que se quedaron hasta el final, a los que encontraron esta historia en algún lugar y decidieron darle una oportunidad. 

Espero contar con su apoyo en el futuro!


Capítulo 63


ANA


Despedirme de Cole había sido una de las cosas más dolorosas que había experimentado. Mi confidente, uno de mis soportes principales, el hombro en el que llorar y muchísimas cosas más. Sabía que era egoísta en pensar en lo que yo haría sin él; pero lo cierto era que Cole era lo bastante capaz de manejarse sólo.

Yo, sin embargo... Tenía miedo. Era la primera vez que hacía algo como esto y no tenía ni la más remota idea de qué es lo que tenía que hacer. Lo que tenía que decir. Cómo llegar a ciertos lugares. Básicamente, estaba volviendo a nacer, en un lugar completamente desconocido y con miles y miles de personas, en todas partes, a todo momento.

Tampoco sabía cuántas veces agradecerle al cielo de que Lucas estaría a mi lado.

No obstante, lo que más me había dolido ocurrió al día siguiente.

Cuando me desperté, sentí un dolor en el estómago y caí en la cuenta de que eran nervios. Me vestí rápidamente. Aún era temprano, pero necesitaba hacer algo, porque tenía la sensación de que si me quedaba sentada en silencio iba a enloquecer.

Mi padre ya tenía el desayuno preparado para cuando fui a la cocina y lo abracé rápidamente.

Ya habíamos hablado todo lo que teníamos que hablar. Ahora sólo quedaba esperar a que sea la hora.

Mi relación con él era un tanto rara. A pesar de que nos apoyábamos, nos queríamos y confiábamos el uno con el otro, no solíamos hablar o compartir aquellos pensamientos profundos de nuestras mentes. Pero no era necesario. La presencia del otro ya era suficiente para hacernos sentir mejor.

Le agradecí por la comida y tomé un sorbo de café con apuro.

Lo cierto era que se me había dificultado dormir. ¿Cómo podía? ¿Cómo podía cerrar los ojos y arrojarme al sueño cuando mi vida estaba a punto de dar una vuelta de ciento ochenta grados?

Volví al presente y le eché una mirada al cuadro de mamá, como estuve haciendo las últimas semanas. Ya se había convertido en una rutina.

―Puedes llevártelo, si quieres ―dijo mi padre.

Negué con la cabeza―. Es tuyo, papá. Y es aquí donde tiene que estar.

Sonrió levemente en agradecimiento.

―Además ―añadí―, pintaré muchas versiones de ella, ya verás.

―Prométeme que me enviarás fotos ―respondió.

―Serás el primero.


LUCAS


Polly estaba aullando. Como una lunática.

Me agaché y le acaricié las orejas, conteniendo la risa. Cuando se calmó y dejó de ladrar, me incorporé y me encontré con mi madre apoyada en el marco de la puerta. Con una sonrisa se acercó hasta mí y para mi sorpresa, me abrazó.

―Quiero que me prometas que hablarás conmigo todos los días. Y que irás a un terapeuta si lo necesitas. Y que si quieres volver, lo hagas.

Fruncí el ceño―. ¿No era que querías que vaya, mamá?

Se separó de mí y asintió con la cabeza.

―Sí, quiero que vayas y estudies lo que te apasiona. Pero si no te sientes a gusto... si te vuelve a pasar algo parecido... ―Hizo una pausa―. Simplemente, vuelve. Siempre podrás venir aquí, ¿lo sabes no?

Solté una risa sarcástica―. No es como si fuese a buscar la ayuda de mi padre, ¿no? ―bromeé y luego añadí―. No te preocupes, estaré bien. Te lo prometo.

Volvió a abrazarme, sin decir nada más y dejé que lo haga.

Sabía que en cierta parte ella se sentía culpable por dejarme con mi padre cuando yo era un pequeño niño y que se arrepentía. Pero no quería decirle nada sobre aquello, porque si no fuese por ella, jamás hubiese conocido a Gabriel y quién sabe qué clase de persona sería con sólo la compañía de mi padre y los demás niños ricos.

Así que no, no quería que se sintiese culpable.

A veces las cosas ocurren porque sí y buscar una razón sólo es una pérdida de tiempo. Ahora mismo sólo quedaba alzar la cabeza y esperar a que lo mejor pase.

O en mi caso, ponerme de pie e ir en su búsqueda. 

Lucas y Ana ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora