Capítulo 24

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Capítulo 24

LUCAS

La observé con una sonrisa tranquila, mientras ella intentaba entender lo que le acaba de decir. Sus cejas se inclinaron hacia abajo y luego hacia arriba, como si no pudiese decidir si se sentía confundida o aliviada.

―Niños ricos... ―masculló pero pude oírla totalmente. Solté una carcajada de respuesta y me miró de reojo―. ¿Un fin de semana lejos de la ciudad, en una cabaña, al aire libre? ¿Es esto una película o algo así?

Volví a reírme mientras negaba con la cabeza. Le expliqué cuál iba a ser el plan, saldríamos el viernes a la tarde para llegar justo a la cena, que nos esperaba allí gracias a la empleada del padre de Will, luego cada uno tendría su habitación, que ella podía dormir con Cole si así lo quisiese y el resto era simplemente hacer nada o de todo. Se mordió el labio, nerviosa.

―Ese sábado Cole y yo no trabajamos... ―pensó en voz alta. Esperé ansioso a su respuesta, pero se puso de pie, sin decir nada. La imité, llamando a Polly para volverle a poner la correa. Vino saltando de felicidad y ladraba salvajemente.

―¿Entonces? ―pregunté con esperanza. Tomó aire y asintió sin más. Dejé caer los hombros levemente con un suspiro, aliviado e instatánemante más feliz. Nos despedimos y le dije que le mandaría todos los detalles por teléfono. Alzó la mano en despedida y la observé irse. La brisa corría su cabello de un lado para el otro y aún sentía su perfume en el aire, como una sacudida de realidad. Tragué saliva y me volví hacia Polly, que esperaba paciente para que la llevara de vuelta a casa.

ANA

La idea de unas pequeñas vacaciones me gustaba bastante, tenía que admitir. Aquellos días antes del viaje se parecían a un infierno, básicamente. Mi padre me cuestionaba miles de cosas, sobre dónde era, cuánto dinero iba a necesitar (a lo cual respondí que no mucho y sólo iba a ser de emergencia), si los padres estarían allí, si era un lugar seguro, si iba a pasar frío, etcétera. Y Cole, por otro lado, me chillaba que llevase el único traje de baño que tenía, mientras yo negaba y le repetía miles veces que no me metería a ninguna piscina en abril y que estaba loco si pensaba en que yo era capaz de hacerlo. Y luego el tomaba el traje y lo metía en el bolso y no tuve más remedio que dejarlo allí. Aparentemente, mi amigo estaba bastante contento, ya que le había preguntado a Lucas si Max podía ir también, y la respuesta fue tan rápida que me atreví a pensar que Lucas estaba esperando que alguno de los dos le hablasen.

Cuando el viernes llegó y a pesar de que pensé que no estaría nerviosa ni nada por el estilo, podía sentir los latidos de mi corazón incrementarse al observar el reloj y darme cuenta de que faltaba menos de una hora para que Lucas nos pasase a buscar a mí y a Cole. Era la primera vez que Lucas vería mi casa ―por afuera― y no pude evitar avergonzarme ligeramente. Mi casa era simple, un poco chica, totalmente ordinaria.

Pero me repetí miles de veces que a Lucas no le importaba ese tipo de cosas, aunque no surtió efecto.

Antes de irme, mi padre me dio una pequeña bolsa con un moño.

―Feliz cumpleaños adelantado, hija

Sonreí y le di un pequeño abrazo―. Gracias papá, pero no tenías que regalarme nada. Además, mi cumpleaños no es hasta el domingo, estaré aquí en la tarde.

―Lo sé, pero quería que lo tuvieras ya mismo. Me parecía una buena opción para tus pequeñas vacaciones ―explicó con una pequeña sonrisa. Fruncí el ceño y abrí la bolsa. Dentro se encontraba una cámara de fotos, de aquellas que sacan instantáneas. Sonreí de punta a punta y volví a abrazarlo. Era el regalo perfecto, sin dudas.

―Gracias, lo usaré muy bien.

―Luego me muestras las fotos, ¿sí? Diviértete.

Me despedí de él y me dirigí afuera, donde Cole se encontraba sentado en las escaleras, hablando con Max y riéndose de algo que él había dicho. Mi pecho se encogió levemente al verlos hablar tan animadamente. Tenía fé de que aquel viaje les haría bien a ellos, después de tener unos días un poco complicados, en especial cuando el padre de Cole estaba en la ciudad. Pero estaba segura de que Max lo entendía.

Una bocina sonó y levanté la mirada para observar a Lucas salir de su auto y caminar hacia nosotros. Llevaba puesta una camiseta blanca y pantalones cortos de jean. Había tenido razón, el clima estaba perfecto. Había optado por ponerme unos vaqueros claros y una musculosa y ya podía sentir el calor del sol en mi piel. Nos saludamos rápidamente, con un comentario de él sobre que mi casa era muy bonita, y dejamos los bolsos en el compartimiento.

Estaba de camino hacia el asiento trasero cuando Lucas puso una mano sobre la puerta, obstruyéndome el paso. Alcé la cabeza. De repente estábamos muy cerca y el aire se quedó atorado en mi garganta.

―Tú vienes adelante conmigo ―dijo con una sonrisa.

¿Cómo decirle que no?

Al cabo de unos minutos, todos ya estábamos instalados. Cole y Max renovaron su conversación en el asiento trasero y Lucas se ponía el cinto de seguridad cuando le pregunté si podía poner un poco de música. Me asintió, aun con su sonrisa implantada en su rostro; y mordiéndome el labio, conecté mi teléfono a su auto.

―¿Hozier? ―preguntó ladeando la cabeza. Asentí con determinación. Sacudió la cabeza, divertido y arrancó el auto. Observé los músculos de su brazo moverse al inclinar la palanca de cambios y su mano tomar el volante con seguridad. Tragué saliva y miré hacia la ventana para distraerme y concentrarme en la canción.

Este fin de semana va a ser largo, pensé. Y tenía toda la razón.



*La canción es Jackie And Wilson de Hozier.

Lucas y Ana ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora