Capítulo 56

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Capítulo 56

ANA

Cuando era pequeña y los nervios me atacaban cuando no obtenía lo que quería, o tenía una tarea importante para el colegio, o uno de mis lápices de colores se rompía, mi madre me decía de respirar hondo dos veces, mirar el techo y luego cerrar los ojos, repitiéndome a mí misma que, pasase lo que pasase, todo estaría bien al final. Que mamá estaría allí para solucionarlo todo.

Seguí su consejo apenas toqué el suelo del sitio con mis bajos tacones, que hacían aquel ruido molesto. Respiré hondo, observé el blanco y amplio techo, cubierto de luces que caían en cascadas por todos lados, y luego cerré los ojos, intentando acostumbrarme a aquel murmullo característico en los eventos de este tipo.

Mi padre me acompañó hasta el lugar asignado para los concursantes, el cual era una serie de asientos al frente del escenario. Pero luego de aquello, se vio obligado a volver hacia la sección del público y con un apretón a mi hombro y una sonrisa cálida, pero con un leve reflejo de preocupación, se fue.

Tomé aire por segunda vez y me senté. Las sillas alrededor mio fueron llenándose cada vez más hasta que me empezaba a sentir un poco invadida en cuanto a mi espacio personal se refería. Intenté formular una conversación con un agradable chico que había tomado asiento a mi lado, pero el parecía igual de nervioso que yo y nos dimos cuenta de que era imposible hablar en aquel momento.

Me limité entonces a observar a mi alrededor. El sitio parecía haber sido algo similar a un teatro, ya que escenario era bastante amplio, decorado con pesadas cortinas rojo oscuro alrededor, iluminadas por los reflectores a lo alto. Música delicada salía de unos grandes parlantes en cada esquina de la inmensa sala.

Le eché un pequeño vistazo a mi teléfono para ver la hora y me encontré con un mensaje de Lucas que me hizo sonreír y ruborizarme levemente. Respiré hondo una vez más al ver su foto de perfil, como si estuviese dándome ánimos.

LUCAS

Me encontré con Cole y Max en la entrada como habíamos planeado. Luego de saludarnos, y con sonrisas un tanto nerviosas, entramos en el teatro, el cual contenía unas grandes puertas de madera que le daban un aspecto vintage, aunque simplemente supuse que el edificio era viejo y remodelado constantemente.

En el pasillo principal nos encontramos con personas que nos daban la bienvenida y nos otorgaban un panfleto con las actividades de aquel día. Aparentemente, el concurso no era lo único que se presenciaría aquel día. Primero había una charla de una reconocida profesora de la Universidad de Abbington, sobre la historia del arte y el concurso que se daba todos los años para otorgarles a los estudiantes del último año de secundaria un lugar en aquella prestigiosa universidad.

Dejé de leer cuando entramos en la sala principal, la cual estaba repleta de personas. En el lado izquierdo había toda una sección de pinturas y dibujos. Nos acercamos con los chicos, perplejos por las cosas que veíamos. Hasta que nos dimos cuenta de que aquellas obras pertenecían a los concursantes mismos y no tardamos en encontrar las obras de Ana.

A todas las conocía, excepto una. Y no me quedé seguro de lo que estaba viendo hasta que me puse de pie frente al cuadro en la pared. Un leve sonido escapó de mis labios y tragué saliva.

―¿Es eso...? ―murmuré sin realmente saber qué decir al respecto.

―Díos mío ―dijo Cole, sonando igual de sorprendido que yo.

No podía dejar de mirarme a mí mismo. En el cuadro. Era yo. Tenía que serlo. La similitudes eran perfectas. Di otro paso más para observar con detenimiento las pinceladas de Ana, suaves pero precisas de alguna forma. Pintó mi sonrisa de una forma que jamás sería capaz de describir en palabras. Mis ojos tenían un brillo que lo conocía bastante bien, porque lo veía en ella cada vez que hablaba sobre el arte, pinturas, pinceles y, sinceramente, cualquier cosa que ella amase.

Estaba sentado en lo que parecía ser un sofá, con una mano apoyada en mi cabeza. No, sosteniéndola. Como si me estuviese riendo de algo que dijo la persona a la que miraba. No pude evitar pensar que era Ana la que estaba del otro lado.

Como si un rayo me hubiese atravesado en el medio del pecho, di un paso atrás. Un pensamiento me había hecho darme cuenta de algo. Y cuando supe qué era, lo recibí con los brazos abiertos. Sabía perfectamente lo que había estado sintiendo todos estos días, todas estas semanas.

Que a pesar de que nuestros caminos se habían cruzado, que a pesar de que ambos cometimos errores, Ana y yo estábamos destinados a encontrarnos de alguna forma u otra; sea como fuese, había nacido para conocerla, para que me pintase, para ser parte de su arte.

Y no había nada que deseara más que ello.

Caí en la cuenta de que mi meta en la vida era ser parte de la suya. De ser parte de su arte.

En aquel momento, segundos antes de que el presentador hablase, me prometí que haría todo lo que estuviese en mis manos para que Ana continuase con su sueño.

Sin embargo, no me había imaginado que las cosas terminarían de una forma ligeramente diferente. 

Lucas y Ana ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora