Lucas y Ana ✓

Capítulo 58

Hola! Acá de nuevo con otra actualización mucho más rápido de lo planeado! Este es un capítulo importante, espero que les guste! A partir de acá, quedan muy pocos :) 

Ya tengo los primeros detalles de la próxima novela y quería compartirles un poco sobre eso: va a ser un romance más complejo, maduro. Habrán varios personajes principales entre 23-27 años aproximadamente. Parejas f/f, m/m y m/f !  Acción, misterio, incertidumbre, y mucho drama y romance! Y lo más importante: un bello grupo de amigos. 

Espero contar con su apoyo en el futuro :) Gracias por leer Lucas y Ana. 

Les dejo el capítulo: 

Capítulo 58

ANA

No sé cuánto tiempo estuvimos abrazados, aferrándonos el uno al otro como si el fin del mundo estuviese cerca. Lucas murmuraba cosas sobre mi cabello, pero honestamente no estaba entendiendo ni una sola palabra de lo que me decía. No podía tampoco describir con exactitud cómo me sentía. Era como si una nube, oscura, que abarcaba cada rincón en mi cabeza, se hubiese interpuesto entre mi conciencia y la realidad a mi alrededor. Todo lo demás era borrones, vagos intentos de contornear mi entorno. Y no era como si quisiese estar presente. Al contrario, quería esconderme entre aquellos brazos y usarlos como sostén.

Estar con Lucas era como tomar asiento en el suelo. No había forma de caerme, de derrumbarme o de perder el equilibrio. Podía recostarme sobre las frías baldosas, o una cálida alfombra, y sabía con certeza de que sería imposible desplomarme. Porque, ¿qué había debajo de la base misma? ¿qué me esperaba más allá? Absolutamente nada. Y estaba agradecida de no encontrarme sola allí.

Tomé aire y volví a la realidad. Me obligué a alzar la cabeza y buscar aquella cálida mirada, que me observaba con preocupación y un leve destello de tristeza.

―¿Estás bien? ―preguntó finalmente. Sabía que aquella duda rondaba por su cabeza por un buen rato ya y que estaba evitando arrojarla al exterior.

Solté aire y asentí. De repente tuve el deseo de decir muchas cosas, de dejar ir mis pensamientos y que sean escuchados. Y sabía que Lucas lo haría.

―Me siento perdida ―comencé y sentí el peso de mis hombros aligerarse―. Este era mi único plan, mi única forma de salir de aquí, de tener un futuro. Y sé que hay oportunidades allá afuera, que solo tengo que buscarlas. Pero...

―Sentías que al final lo tenías todo resuelto ―terminó por mí. Alcé la cabeza una vez más y por primera percibí que estábamos en la misma página.

―Y ahora debo volver a salir a buscar. Estoy cansada de ello. Sólo quiero descansar y pintar.

Lucas sonrió con pena, pasando un mechón por detrás de mi oreja―. Suenas a una anciana.

Un sonido parecido a una risa salió de mis labios. Agradecí de que por lo menos seguía teniendo la habilidad de reírme.

―Pase lo que pase, buscaré contigo, ¿de acuerdo? Me tienes a tu disposición, Bates. Haré lo que esté en mis manos para hacerte feliz ―dijo con sinceridad, acariciando mi mejilla con suavidad. Tomé aire y sonreí tímidamente a sus palabras.

―No te preocupes, ya lo haces ―respondí. Sonrió y se inclinó para lo que supuse que sería un beso, pero fue interrumpido en mitad del camino por un carraspeo.

Fruncí el ceño y saqué mis manos de alrededor de Lucas, el cual me hizo darme la vuelta para observar a la persona detrás de nosotros.

Una mujer de alrededor de los cuarenta, vestida con un elegante traje de falda y saco azul marino nos miraba con una sonrisa levemente divertida. Mis mejillas se tiñeron de rosa al instante.

―Disculpe, ¿necesita algo? ―pregunté, tirando levemente de las mangas de mi suéter.

―Lo cierto es que sí ―respondió―. No pude evitar escuchar la conversación. ¿Eres Ana Bates? ¿La autora de "Para mi Padre" y "Sonrisas en la Madrugada"?

Sonrisas en la Madrugada era el retrato de Lucas, que seguía estando en la pared del fondo, con las demás pinturas alrededor. Le eché un rápido vistazo a Lucas, que le sonrió a la mujer, asintiendo con la cabeza con orgullo, relajado. Entré en pánico. ¿Lucas había visto su retrato? ¿Y qué había pensado de él? ¿Se había enojado por no avisarle antes? Todas estas preguntas invadieron mi mente, pero Lucas pasó su brazo por mi cintura con suavidad, para que me calmase, para que supiese que todo estaba bien.

Solté un poco de aire, sonreí y volví la mirada―. Así es.

La mujer soltó una leve risa―. Debo reconocer que haz hecho un trabajo espléndido con aquel retrato ―dijo estudiando el rostro de Lucas, quien ahora se veía levemente avergonzado. La señora luego se dirigió a mí―. Disculpa, soy Luisa Smith, directora del Instituto de Artes en Boston. Me han invitado para echarle un vistazo a las obras, además de hacer nuevos contactos con otros institutos y academias. Si tienes un minuto en estos días, ¿podemos hablar? Tengo una propuesta que podría interesarte ―Con una sonrisa, sacó una tarjeta de presentación y me la tendió.

Asombrada y levemente temblando, le recibí la tarjeta y asentí con la cabeza, sin realmente decir nada.

―Muchas gracias, estoy seguro que la llamará cuando recupere el habla ―dijo Lucas y ambos se echaron a reír al ver mi expresión. Releí la tarjeta varias veces, con el corazón palpitando a todo motor en mi pecho.

Alcé la cabeza―. ¿Es esto real?

―Tan real como tú quieres que sea ―respondió guiñándome un ojo.

Sonreí, nerviosa―. Gracias. La llamaré ―dije fugazmente.

―Espero que así sea. Veo un futuro espléndido en ti. Pero de esto ya hablaremos después ―La señorita Smith sonrió, nos dio un leve asentimiento de cabeza y se retiró de la sala con paso firme.

La observamos hasta que la perdimos de vista e incluso en ese momento no pude entender lo que acababa de pasar.

―¿Qué fue eso?

Lucas me abrazó por detrás―. Esa es tu oportunidad, Ana. Estás a punto de resolverlo.

Reí de felicidad y posicioné la tarjeta en mi pecho, inclinándome hacia atrás, sintiendo el cuello de Lucas sobre mi cabello, una dulce caricia. Me reí como una idiota y el me siguió el juego.

Cuando le conté a mi padre y Cole minutos más tardes, entre risas y pequeñas lágrimas en mis ojos, me abrazaron con fuerza y se echaron a reír conmigo.