Capítulo 62

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Capítulo 62


ANA


Para cuando Lucas llegó a mi casa en la tarde ya tenía un par de cajas en el suelo cerca de la puerta principal. Estaban repletas de objetos personales, como libros de arte, un poco de ropa, y mi última compra de suplementos de pintura y pinceles que había hecho para llegar preparada a la academia. También pensaba en comprar un nuevo caballete para cuando llegásemos. Además de eso, ya tenía una lista de libros pendientes sobre la historia del arte para una de las asignaturas y tenía planeado recorrer la ciudad con Lucas y comprarlos.

Di un largo suspiro de cansancio cuando terminé de posicionar la última caja y justo en ese instante alguien tocó la puerta. Pensando en que era Lucas, me sorprendí al ver a Cole con una sonrisa de costado, sosteniendo una bolsa con comida.

Hice una mueca, sintiendo las lágrimas a punto de caer.

Cole entró sin decir nada, dejó la bolsa en la mesada de la cocina y abrió los brazos.

―Ven aquí.

Por supuesto que fui y enterré mi cabeza en su pecho. Me rodeó con los brazos y yo hice lo mismo.

―¿Qué haré sin ti? ―Logré preguntar. Cole tomó aire y cuando lo soltó, lo sentí en mi cabello.

¿Cuándo sería la próxima vez que abrazaría a mi mejor amigo?

No quería pensar en ello. Pero era inevitable. El final estaba cerca y ahora más que nunca.

―¿Quién es la dramática ahora? ―bromeó y luego añadió―. No estaremos tan lejos, Ana. Además, siempre podrás ir a visitarme y yo haré lo mismo. Aunque tendré que avisar un rato antes, no será que los sorprenda a Lucas y a ti...

―No termines esa frase ―interrumpí, mientras le daba un leve golpe en el hombro. Se echó a reír y mi corazón se encogió. Lo abracé con más fuerza.

Continuamos abrazados durante un rato hasta que alguien volvió a tocar la puerta. Con resignación, dejé ir a mi mejor amigo y fui a abrir la puerta con una mueca y las lágrimas contenidas. La sonrisa de Lucas se desvaneció al verme y se aproximó a mí con preocupación. Tomó mi rostro entre sus manos.

―¿Qué pasa? ―preguntó estudiando mi rostro.

Negué con la cabeza y luego señalé a Cole en la cocina, que estaba sacando las cosas de la bolsa y abriendo la nevera para seguramente encontrar algo para beber.

Lucas me entendió a la perfección y me ofreció una pequeña sonrisa. Luego depositó un beso en mi mejilla.

―Lo verás muy pronto, no te preocupes ―murmuró contra mi oído.

¿Qué he hecho para merecer a Lucas Thompson, el chico más dulce de la tierra?

Simplemente lo observé y asentí.

Para cuando me calmé, Lucas bajó la mirada e hizo un gesto a las cajas. Volví a asentir y las tomó. Dejé que haga su trabajo y volví con Cole, que para entonces ya tenía dos cervezas en la encimera y papas fritas en un cuenco.

Comimos, bebimos, bromeamos y de alguna manera sentí cómo el aire perdía un poco de su peso. Al cabo de un rato volvió Lucas, saludó a Cole y se sentó a mi lado en la otra butaca. Deslizó una mano hacia mi rodilla y tragué saliva al sentir su piel contra la mía.

A pesar de que ya llevábamos un par de semanas de novios, aún no podía acostumbrarme a tenerlo tan cerca, la mayoría del tiempo, al alcance del otro. Y siempre, siempre, me resultaba difícil concentrarme cuando lo tenía a centímetros de distancia.

Sacudí mis pensamientos y me concentré en mi amigo, que ahora observaba su celular con una sonrisa.

―¿Qué es? ―pregunté.

―Oh, es sólo Max ―dijo, pareció escribir un mensaje y luego dejó el teléfono. Un leve brillo se coló en su mirada y no pude evitar sonreír.

―Parece que todo va bastante bien por allí ―comenté.

Asintió y sonrió de lado―. Mejor de lo que me había imaginado.

Aquello me hizo sonreír aún más y tomé su mano, dándole un apretón. Nos miramos durante unos segundos y recordé todas aquellas noches que Cole había llorado a mi lado, preguntándome porqué el mundo era así y porqué él debía soportar todo aquello cuando lo único que siempre había querido era amar y ser amado.

Por su mirada parecía estar pensando en lo mismo que yo.

―Estaré bien, Ana. Jamás he estado mejor, de hecho ―afirmó y capté un leve temblor en su voz.

Asentí repetidas veces, pero mis lágrimas empezaron a salir. Sentí el apretón de la mano de Lucas y volví a asentir.

Estaremos bien. 

Lucas y Ana ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora