XXV─ The Quileute

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Estaban en la casa de la impronta de Sam, el alfa de la manada. Bella hacía preguntas sobre la especie y a saber qué más, pues a la banshee le interesaban más sus uñas que la conversación.

─ ¿Qué eres?

Levantó su mirada y la enfocó en el chico frente a ella.

─ ¿Qué te importa?

─Te gusta jugar con el temperamento de los lobos, ¿no, pelirroja?

Rodó los ojos ante el apodo que Quil le tenía.

─ Soy Jared ─ Se presentó el chico de la pregunta ─ ¿Qué eres?

Suspiró y abrió su boca para contestar notando que todos ahora la estaban mirando. Entraron Bella, Jacob, Sam y Embry, todos venían relajados apesar de lo que pensó la pelirroja.

─ ¿De qué hablan por aquí?

─ La pelirroja nos va a contar qué es ─ Contestó Jared.

Y dale con el apodo, pensó.

─ Mi nombre es Lydia ─ Bufó ─ Y en ningún momento dije que les diría.

─ Vamos, Lyds ─ Rió Jacob tomando asiento junto a ella ─ Todos queremos saber.

─ Estan comiendo, no quiero...

─ ¡Vamos! ─ Insistió Embry.

Cerró sus ojos e inhaló buscando paz interior.

─ Soy una banshee.

─ ¿Y eso es? ─ Interrogó Paul con un trozo de pan en la boca.

─Una deidad irlandesa que predice la muerte de personas cercanas a ella ─ Se encogió de hombros, todos abrieron sus ojos con sorpresa menos Jacob y Bella que ya esraban informados sobre el tema ─ Escucho voces, veo gente muerta, predigo la muerte y puedo evitarla.

─ ¡Ella tiene una Muerte personal! ─ Aseguró Paul.

─ No es mi Muerte personal, solo hace su trabajo en guiarme mientras aprendo todo esto.

─ ¿Escuchas voces justo ahora? ─ Preguntó Jared con curiosidad.

─ Ya dejen a la pobre chica ─ Sonrió Emily, todos se quejaron.

─ Está bien ─ Rió. Se mantuvo en silencio unos segundos y luego suspiró ─ Sí, escucho.

─ ¿Y qué escuchas? ¿Qué dicen? ¿Quienes son?

─ Esta son diferentes ─ Rascó su cabeza con nerviosismo ─ Las voces de almas en pena son solo susurros leves, casi imposible de escuchar.

─ ¿Y bien?

─ Cuando son muy altas, y son muchas, es diferente ─ Mencionó mirando sus manos ─ Las voces gritan cuando alguien va a morir.

─ ¿Y cuantas gritan, Lydia?

Entreabrió sus lábios y luego los apretó con fuerza.

─ Todas.

Eso fue suficiente para que todos dejaran de comer y la miraran con miedo.

─ Vamos, honey, no los asustes así.

Los lobos seguían cohibidos por lo que supuso Magnus no estaba en su modo visible para los demás.

─ Magnus ─ Lo miró con molestia mientras él se acercaba a uno de los jarrones ─ Ya cállate, ¡y ni se te ocurra tocar el jarrón!

banshee➨ j. haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora