XXVI─ Five

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Hay un auto, Lydia...

Fue lo único que necesitó escuchar para dejar caer su móvil y correr con todas sus fuerzas. Castiel no estaba, y ya era de noche como para llamar a Magnus.

Debe estar con su familia, pensó.

Cerró la puerta con fuerza y subió a su moto. Suplicó por llegar a tiempo, su instinto no le decía nada y eso la asustaba y tranquilizaba a la vez.

Las calles oscuras no ayudaban a la pelirroja mientras guiaba, tampoco había tomado el tiempo de colocarse el casco y eso le dificultaba el viaje.

Sin embargo, no lo pensó mucho.

Cuando estuvo frente a la casa Swan, prácticamente se lanzó de la motocicleta dejándola en el suelo sin cuidado. Corrió a la casa y comenzó a tocar con mucha fuerza.

─ ¡Bella! ¡Bella! ─ Gritaba mientras seguía tocando una y otra vez con sus palmas.

Cuando la puerta fue abierta y vio a su amiga castaña la abrazó con tanta fuerza que creyó la mataría. Cerró sus ojos con alivio mientras suspiraba.

─ No vuelvas a asustarme así ─ Murmuró.

─ ¿Rose?

Abrio sus ojos de golpe observando sobre el hombro de la chica que abrazaba. Se quedó paralizada al ver de quien se trataba.

─ ¡No puede ser! ─ Gritó con emoción apartándose de Bella ─ ¡Alice!

Se lanzó a los brazos de la vampira que la sostuvo mientras reía. De no ser una criatura con superfuerza ambas estuvieran en el suelo.

─ No puedo creer que estes aquí ─ Comentó la Cullen dejando a Lydia en el suelo ─ Tú estas...

─ ¿Viva? Lo sé, ¡volví! ¿Dónde está Jasper? ¿Y los chicos?

─ Ellos no estan aquí, Rose ─ Contestó con pena.

Las esperanzas de Lydia cayeron. Aún así mantuvo su sonrisa, por lo menos Alice sí estaba ahí.

─ Tuve una visión donde Bella se lanzaba de un acantilado, creí que ella había muerto, todos lo creímos ─ Mencionó la mayor ─ No te vi en mi visión...

─ Lydia, ahora soy Lydia ─ Corrigió con una sonrisa ─ Talvez es por esto de ser ahora toda una banshee, no lo sé.

─ ¿Qué sucedió? ¿Eres ahora una banshee?

─ Siempre lo fui.

Su atención se desconectó tan pronto llegó Jacob y comenzó una pelea entre él y Alice. Tan solo rodó los ojos y caminó hasta la nevera.

─ A ver qué me robo por aquí ─ Murmuró mirando la nevera hasta parar su mirada en una caja de repostería.

Sonrió y tomó la caja abriéndola y encontrando donas.

─ Bingo ─ Sonrió ─ No es robo, me lo debe por toda la mierda que me hace pasar la pendeja esta.

Le dio un mordisco a la dona glaseada y gimió ante el sabor en su paladar. Cerró la nevera y la caja se resbaló de sus manos ante la sorpresa.

Había una persona tras la puerta. Era un niño de baja estatura, su cabello estaba revuelto y era de un color obscuro. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Vestía una pijama blanca y tenía una gran mancha de sangre.

─ Ayuda ─ Sollozó el niño.

Mierda, pensó. No sabía qué hacer, nunca había ayudado a un alma perdida sin la compañía de Magnus, él le decía que era por precausión, que algunas almas solían ser peligrosas.

Pero era solo un niño.

─ Claro, cielo ─ Se arrodilló frente a él aún comiendo de su dona ─ ¿Qué necesitas?

─ Mi cuerpo está en el bosque ─ Lloró el pequeño rompiendo en corazón de la mujer ─ Lo dejaron ahí...

─ Tranquilo, todo estará bien, solo llévame a tu cuerpo y llamaré a la policía para que lo encuentren, ¿sí?

El pequeño asintió tomando la mano libre de la pelirroja y guiándola fuera de la casa. Ninguno notó que Lydia se iba, estaban inmersos en su discutión.

Tan solo continuó saboreando la dona mientras era guiada de la mano de un fantasma. Se preguntó cuando esa situación se había convertido en algo normal para ella, tan solo se encogió de hombros.

Antes de percatarse estaba en medio de el bosque.

─ ¿Y bien? ¿Qué te ocurrió, niño? ─ Preguntó una vez finalizó la dona. Limpió sus dedos con su boca por el glaseado.

─ Unas mujeres me sacaron de mi hogar y me vistieron así, luego cortaron a una cabra y me rociaron su sangre, al final hicieron un muñeco en un extraño material idéntico a mi.

Mierda.

Lo soltó lo más rápido que pudo y comenzó a correr a toda velocidad. Escuchó los pasos de el niño tras de ella mientras reía de tal forma que hacía eco.

Ten mucho cuidado con los niños vudú, le advirtió alguna vez Magnus, parecen inocentes fantasmas y son tu peor pesadilla que no dudará en deborarte con sus filosos dientes, se alimentan de criaturas como tú.

Estaba jodida, no estaba preparada para esto.

No, pendeja, meses de preparación para que corras de un pendejo mocoso caníbal, ¡esa no eres tú!

Detuvo su paso y volteó a el niño. Él también se detuvo y mostró su verdadero rostro. Sus ojos blancos y su mandíbula llena de dientes filosos.

─ Inténtalo, cabrón ─ Retó colocándose en posición de ataque ─ ¡Vamos!

El niño comenzó a correr hacia ella.

Uno, sintió un picor en su garganta. Dos, el poder quemó sus venas. Tres, colocó sus manos levantadas a los lados de sus hombros. Cuatro, el niño saltó. Cinco, la banshee gritó.

──────ミ𖤐₊˚. ──────

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banshee➨ j. haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora