18. "Algo de ti"

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Me separo de Lisa en silencio, insatisfecho, indignado y lleno de un cabreo que no creo que se me quite en muchos minutos

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Me separo de Lisa en silencio, insatisfecho, indignado y lleno de un cabreo que no creo que se me quite en muchos minutos.

Pero mi situación es tan trágica que termino perdonándola muy rápido. 

En mi corazón hay un poderoso sentimiento de tolerancia hacia esa chica y, joder, además no debo arruinar la felicidad de Hoseok hyung. No se lo merece. Nadie se merece ver mi descontento, máxime porque he sido yo uno de los iniciadores de esa fiesta sorpresa.

Tomo una posición a casi nada de espatarrada en uno de los sofás de la estancia. Ese apartamento es propiedad de Yoongi hyung; como le haga un desmadre, va a romperme la cara. Aunque es irrelevante. A hyung no le importará que lo haga después de ver que no soy el único entusiasmado por todos los rincones del sitio.

Veo a Manoban Lisa reincorporarse a su círculo de amigos. Es sorprendente la manera tan rápida con la que hace migas. Su sociabilidad no parece tener límites y eso me molesta, porque descubro lo muy distintos que somos.

Esa chica resulta serme pues un completo acertijo. No la entiendo y tampoco quiero entenderla, a decir verdad. En todas las ocasiones que he hablado con ella no ha titubeado en ser grosera y altiva. Y ahora, para colmo, tiene una inesperada relación con Lee Kyungil.

Estoy tan sumergido en mis pensamientos que no me fijo que Yugyeom se encuentra a mi lado hasta que me habla.

—Amigo mío, ¿me compartirías datos? Se me ha acabado el plan hoy y no lo recordaba.

Mi cara de póquer sale disparada hacia él. Bien puede hacer algún movimiento con una de sus tarjetas, pero abusa de mí porque soy dos meses mayor que él, y eso me convierte en el hyung que nunca le dice que no a nada.

—Por favor —insiste cuando ve que no estoy dispuesto a dar mi brazo a torcer tan fácilmente—, estoy chateando con una chica.

Ruedo los ojos. No es una novedad. Yugyeom es un ligón.

—Pensé que habías venido a festejar con Hoseok hyung y no a ligar por Internet.

Yugyeom se despeina el cabello y sonríe.

—Puedo hacer las dos cosas alternativamente. No me digas que tú no lo haces. Por cierto, ¿tienes un cigarrillo? Ya se me acabaron y los únicos que acepto son los tuyos.

Esa tampoco es una novedad, pero me relajo y me río mientras saco la cajetilla del bolsillo de mi chaqueta y la abro para que coja uno.

—Un día de estos no te voy a dar una mierda —le digo, mientras se hace con un cigarrillo y le paso mi móvil para que prenda los datos—. Te vas a quedar sin charlar con tus ligues y sin fumar. Luego no digas que no te lo advertí.

—Vale, vale, mientras ese día llega, seguiré abusando de ti.

Me río con él.

La música destensa el ambiente. Yo echo la cabeza atrás, flexiono una pierna, pongo el tobillo arriba de la rodilla y entro en otra relajación. Aquel es de verdad un momento que quisiera que nunca acabara. No siento la presión usual ni la constante incertidumbre que significa estar inmerso en el mundo que hay afuera.

Orgullo y prejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora