Lisa se ha prometido algo ese fin de año. Hará, por todos los medios que le sean posibles, que la tímida de su compañera Rosie sea amiga de Namjoon ssi, el miembro de BTS.
Sin embargo, se topará con un obstáculo muy grande e imprevisible: Jeon Jungk...
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—Jungkook ssi, ¿algunas palabras que quiera decir para esta ocasión? —pregunta uno de los reporteros.
Es difícil acostumbrarme tan rápido a estar en presencia de los periodistas. He estado desconectado de la vida social por tanto tiempo. Que, al fin, la prensa me aborde sin ninguna preocupación de trasgredir las reglas del ejército, me produce una sensación extraña.
—Gracias a todos por venir —digo sujetando los micrófonos que me han dado—. Os agradezco haber estado a la expectativa todos estos meses que estuve sirviendo para el ejército. Espero que podáis ver una nueva imagen de mí cuando el tiempo pase.
Hago una venia del mayor grado por unos segundos. Devuelvo los micrófonos y sigo instrucciones de mi equipo. Ya hay una fila de coches esperando a por mí. Con un alcance medio, veo a nuestras escoltas y a mis mánayers conducirme con señales mudas. Realizo una reverencia más y luego me acerco a uno de los coches para irnos del sitio.
En mi ida hasta allí, los sonidos de las cámaras se vuelven más vertiginosos. Fotografían todos mis movimientos y, de nuevo, me siento en extremo asediado, como si nunca me hubiese encontrado en una situación igual.
—Has regresado sano y salvo, Jungkook —me dice Sejin hyung, codeándome un brazo. Ya estamos dentro del coche y yo estoy situado justo al lado de él—. Nos da mucha alegría verte de nuevo. Los chicos se van a poner extasiados cuando te vean. Y mira lo que te he traído.
Es una cigarrera con mis cigarrillos favoritos. Cuando la veo, apenas puedo sonreír. Ya no tengo el mismo hábito de fumar. No lo he dejado en su totalidad, pero ha decrecido mi consumo. Muchas cosas han cambiado en mí desde que ingresé al ejército.
Miro a través de la ventanilla y me pierdo dentro de mi mente. Casi dos años pasan rápido, aunque, en las profundidades de la milicia, el paso del tiempo tiene una perspectiva muy distinta de los civiles.
Un siglo entero cabe en un solo día cualquiera de esos dos años recluido sin mantener contacto con los demás.
—Yo también estoy feliz de regresar, hyung —repongo, aunque no con tanta alegría.
El agotamiento sale por mi voz y además sigo sintiéndome inquieto. No pensé que reinsertarme en sociedad fuese tan difícil. Es irónico que, después de anhelarlo tanto, estar en el núcleo social me provoque tantas sensaciones encontradas. Parece como si estuviera en el sitio equivocado, como si necesitara volver al aislamiento para ajustarme.
Ahora comprendo mejor el por qué los hombres dicen que no son los mismos cuando salen del ejército. Soy, físicamente, un hombre más fuerte. Mentalmente, me he vuelto más seguro de mí mismo. Pero, psíquicamente, veo la vida de otro color.
Había estado escéptico a creer las historias de mis ancestros, pero mis dudas son resueltas al sentir el aire golpear mi cara cuando abro la ventanilla del coche. Hasta el aire no es el mismo.