22. "Malas interpretaciones"

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A medida que la fiesta transcurre, las cosas entre Jungkook y yo se ponen más extrañas y difíciles de entender

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A medida que la fiesta transcurre, las cosas entre Jungkook y yo se ponen más extrañas y difíciles de entender.

No sé qué le pasa ni por qué tiene el repentino deseo de hablar conmigo cuando unos meses atrás le dije que no quiero tener nada con él. Sé que no está buscando compañía pues tiene a Bam Bam y Yugyeom ssi, y me queda muy claro que no busca la mía, pero ahí está, a mi lado.

Debido a que estoy rodeada de familia y amigos, permanecer sola en la mesa no es común, sin embargo, cuando lo estoy, Jungkook se materializa a mi lado y me pregunta que si puede sentarse. Le digo que no hay problema en que lo haga, aunque no esté muy contenta de verlo.

Nos ponemos a hablar, no obstante, cuando lo hace, más bien parece que lo hace más por fuerza que por gusto, como si hablar conmigo fuese un sacrificio. ¿Por qué he accedido a pasar por una situación igual sabiendo lo que me esperaría?

Pero las sorpresas no acaban. Me quedo asombrada ante la rareza abrupta de sus preguntas; me pregunta que si me gusta Seúl, que si he visitado otras provincias o distritos del país, que cuál es la cosa que menos me gusta de Corea del Sur...

Luego de estas preguntas que respondo de la manera más diplomática posible, me da la impresión de que nuestro tema de conversación se agotó, por lo tanto, es absolutamente necesario pensar en algo.

Si he de estar con él en un mismo sitio, haré lo posible para que no haya al menos incomodidad.

Ante esta necesidad, recuerdo sus recientes actividades con su grupo y empiezo a hablar de eso.

—Debe ser para vosotros un gran alivio haber terminado vuestra gira y regresar a casa, ¿verdad?

Jungkook me mira y asiente. El poco tiempo en Bangkok ya ha dorado su piel y ahora está moreno.

—Así es.

Advierto que no va a agregar nada más, pero lo hace tras ese breve silencio hablando de otra cosa.

—La ceremonia ha sido muy bonita. Espero, en serio, que la prima de hyung tenga un buen matrimonio.

Si bien juré no tener ningún gesto lindo cuando estuviera con este hombre, se me escapa una sonrisa.

—Yo también lo espero y estoy casi segura de que así será —digo—. La ahora señora Suran siempre ha sido una chica inteligente. Tengo muy buenos recuerdos con ella, así que sólo espero que todo le salga bien.

—Siempre podrá venir a verla —dice Jungkook al oír la melancolía intrusa que ha salido de mi voz—. No es mucha distancia la que la separará de ella.

Mi ceño se hace pliegues, pero aquello me es divertido.

—¿Que no es mucha distancia, dice? Pero si estaríamos separadas por kilómetros.

—No, en realidad no es tanta distancia. Si piensa que es mucha, eso sólo demuestra el apego que tiene usted al lugar donde nació. Todo lo que esté más allá de aquí debe parecerle muy lejos.

Mientras habla, sonríe de una manera que interpreto como dulce y me sonrojo. Siento que ni siquiera podré hablar bien.

—La distancia es relativa y depende de distintas cosas... —susurro, desviando la mirada—. Pero es cierto que, siempre que estoy en Corea, siento que me separa una distancia inmensa con Bangkok.

Jungkook acerca de repente su asiento un poco más al mío y dice en un susurro que me estremece:

—No debería de sentirse tan apegada a este sitio, Lisa ssi. Lo más seguro es que haga su vida lejos de aquí.

La sorpresa que siento es abismal. Jungkook mismo sabe que ha cometido un error y entonces cree que debe cambiar de tema. Y con mucha razón. Hemos entrado a un estado de lo más privado e íntimo sin quererlo.

Coloca su silla donde estaba y mira al frente con frialdad. Todavía no salgo del estupor cuando sigue un corto diálogo sobre las cosas que los turistas hacen en Bangkok. Es conciso y moderado por los dos y por fin termina. Alguien viene a salvarme, pero no es precisamente quien puede resultar un verdadero socorro.

Bam Bam nos interviene y Jungkook, como si necesitara salir corriendo de allí al igual que yo, se excusa diciendo que irá a ver el mar otra vez. Se marcha y, en cuanto lo hace, mi amigo dejar andar a su inoportuna boca.

—Jungkook anda muy hablador contigo, ¿eh, Lisa?

Sí, claro, sobre todo por lo mucho que le ha costado hablar conmigo.

Niego. Los chicos se desesperan cuando hacen una sola cosa. Necesitan ir de un sitio a otro y Jungkook es un chico como el resto.

—No tiene nada que hacer, eso es todo. Es muy natural si no conoce a nadie, Kunpimook. Y además, con lo poco sociable que es, es obvio que Jungkook no querrá hablar con ninguna otra persona.

—No, de verdad —dice Bam Bam, obstinado—. Debe de estar enamorado de ti porque nunca tiene un trato tan familiar con ninguna chica, ni siquiera con sus amigas cercanas.

Me echo de a reír. Vaya, si es que debe ser el día de las absurdeces porque no he parado de oírlas.

Sin embargo, me asusta la seriedad con la que mi amigo habla. No se ríe. Me quedo esperando el remate de su chiste, pero no hay ningún remate. No llega. No es un chiste.

—Lo digo en serio, Lisa.

—Mejor cállate, Kunpimook —advierto al fin con muchos nervios—. Estás malinterpretando las cosas.

 Estás malinterpretando las cosas

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Orgullo y prejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora