31. "Veneno"

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—Jungkook, tu tobillo ya está casi sanado —me dice uno de los fisioterapeutas personales de nuestro grupo cuando acaba de revisarme

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—Jungkook, tu tobillo ya está casi sanado —me dice uno de los fisioterapeutas personales de nuestro grupo cuando acaba de revisarme.

—¿De veras? ¿Entonces crees que estoy en un buen nivel para enlistarme, hyung?

—Sí. Tendrás el tiempo suficiente para recuperarte. Tranquilo, estarás bien.

Nada más oír su parte médico, el alivio me invade. Esa es una maravillosa noticia. Podré llevar a cabo mi encomienda en el ejército sin ningún tipo de problema, al menos no físico.

Me calzo con las chancletas mientras sonrío acompañado de un gesto que puede deslumbrar hasta al sol. Dongwoon hyung me da una sonrisa de vuelta y yo le agradezco una vez más por toda la ayuda que me ha dado para rehabilitarme de mi más reciente lesión, aunque esta es más una que nunca se ha curado de verdad debido a que siempre tengo actividades que impiden la curación completa de mis traumas físicos. Nada anormal en el mundo donde me desenvuelvo.

Digo adiós a Dongwoon después de un breve rato de charla y en seguida tomo rumbo al estudio de Yoongi hyung. Ya no busco comprender por qué mi amigo pasa tanto tiempo solo en su estudio. Creí que lo hacía para enfocarse en la música, pero incluso se encierra cuando son tiempos libres. Y esta vez pasa igual.

No es que tenga algo en contra de mis demás compañeros, pero las últimas semanas me ha agradado estar más con él. A hyung le gusta la soledad y yo últimamente disfruto mucho estar solo, así la soledad siempre sea un arma de dos filos. Si te encariñas demasiado con ella, entonces no sabrás cómo interactuar con el mundo.

Yoongi hace un sonido de fastidio cuando se percata de mi presencia. No gira mucho la cara, sólo ve mi silueta entrar por el rabillo del ojo y resopla.

—¿Es que no tienes a nadie más a quien molestar?

Voy con una sonrisa entretenida a su encuentro.

—Sí que tengo —admito con desvergüenza, sentándome en otra silla, a su lado—, pero tú eres el que se molesta mejor y yo lo disfruto muchísimo, así que heme aquí, haciendo lo propio.

Yoongi me lanza el dedo medio con una mano y sigue dando clics con la otra sobre el mouse del ordenador donde está trabajando.

—Ya veo que te gusta inspirar en los demás los peores sentimientos, sí.

De repente me pongo serio y reflexivo. Inspirar los peores sentimientos en los demás no es precisamente lo que hago, pero se le puede llamar así. Y soy tan tonto. En realidad no obtengo ninguna satisfacción como mi compañero cree. Me gusta estar con él porque me transmite calma. Hay veces que sólo lo veo usando el ordenador sin decir ni pío. Pero supongo que es cierto lo que dice.

Durante unos minutos me enfoco en lo que sigue haciendo. Hyung teclea muy rápido, después se para. Cuando analiza lo que escribe, oigo que la tecla de "borrar" se presiona muchas veces pues algo no termina de gustarle. Su vehemencia al escribir es tanta que me encuentro viéndolo sin pestañear.

Orgullo y prejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora