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Capítulo veintiséis

Me sentía en una película o en una pesadilla, estaba muy oscuro y apenas podemos vernos las caras, hay más de 50 uniformados alrededor planeando la entrada, les explique cómo poder pasar por una ventana de uno de los baños, así entraba cuando llegaba tarde y no quería que me descubran, espero que siga todo igual, les dije el código de la alarma y donde están las cámaras.

_Entre al sistema, ahora podemos ver lo que sucede adentro, se ven unos 8 hombres y veo en la oficina a Emilia.

_Fernando, ¿ella está bien?

_Está atada en una silla, pero sigue viva. Bueno vamos a entrar, sargento sabe la palabra clave, cuándo la digo deben entrar, ¿están listos?

Se había formado tres equipos, los de rescate que estaban alrededor con la ambulancia, los de limite que van a limpiar la zona para entrar y nosotros que somos lo que entramos, tengo que reconocer que no es fácil, el miedo me ha podido muchísimas veces, pero no puedo dejarla, tengo que ser valiente y debo reconocer que tener a Fernando a mi lado me ayuda a serlo.

Comenzamos a movernos despacio hacia la parte trasera ya había sido asegurada el área, entramos por la ventana y desactivé la alarma, agradezco a mi padre por mi memoria, fuimos a buscarla, pero antes teníamos casi 5 tipos por delante, Fernando comenzó a golpear a uno y sus compañeros lo siguieron yo comencé a escurrirme para subir a la oficina.

Sobre la escalera y al lado de la puerta había un tipo grandísimo, tomé mi arma y le dispare en el pecho, el peso de un león y de un hombre es muy distinto, espero que tanto tranquilizante no lo mate, escuché desde la puerta como Bernardo gritaba, estaba molesto el padre no contestaba y Julio todavía no pagaba.

_Vuélvelo a llamar, por qué no contesta el desgraciado

_Señor, pero está en la 3 vez, quiere que mande a alguien a verlo

_No, Comunícame con Clark

Escuché como todos hacían silencio y rogaba que ninguno se acercara a la puerta hasta que suban los demás

_Hola suegro, ya firmaste los papeles, me imagino que si quieres volver a ver a tu querida princesa debes haber firmado todo.

El muy desgraciado era el que había organizado todo, como no me di cuenta.

_Y la trasferencia? - hizo un silencio y escuché una risa que atravesó mi columna, esas que sabes que todo va a empeorar.

_Tienes 10 minutos maldita sea, porque voy a matarla, su hermoso vestido quedará manchado por la sangre de tu pequeña, ¿no quieres eso no? Toma quiere escucharte.

_Papá no pagues, no lo hagas

_Cállate perra

Sentí un golpe y a Emilia llorar, el maldito la había golpeado. Fernando se posicionó del otro lado de la puerta y uno de sus amigos tiro algo por debajo, de repente fue todo como en cámara lenta, comenzaron a sonar disparos y gritos me pare detrás de todos y comencé a correr hacia Emilia, sentí algo caliente en mi brazo, pero no me detuve, la saqué de la silla, la lleve contra la pared y la cubrí con mis brazos.

Cerré mis ojos y escuché el peor sonido de todos, alguien había gatillado en mi cabeza, iba morir, pero debo reconocer que no tuve miedo, ahora me daba más miedo de vivir sin ella, más miedo a quedarme con todo lo que tenía adentro, bajé mi cabeza y la vi directo a sus ojos, estaban rojos de tanto llorar y tenía un feo golpe en la mandíbula. Bernardo estaba detrás mío con un arma en mi cabeza.

_Vas a morir Martín Caballero, si no es mía no es de nadie.

No corte mi mirada de la suya, si iba a morir que sea viéndola por última vez.

_Te amo.

Cerré los ojos, fueron segundos, pero repasé mi vida, vi a mis padres riendo en el jardín, a mi hermana discutiendo por lo largo del vestido con Fernando, vi a Emilia en mi cama y lo supe, toda decisión que tomé, toda pequeña decisión me llevo a esto, me llevo a ella. Todo lo malo que paso en mi vida era una prueba que el camino por ahí no era, era una corrección del destino, tenía que estar en ese café, tenía que sentir de esta manera y tenía que perderla así para entender lo que es el amor verdadero, escuche un disparo, un grito y caí al suelo abrazándola.

Todo se volvió negro, sentía la voz de Emilia a lo lejos y a Fernando agarrándome, sentí el ruido de la ambulancia y escuché cuando los médicos hablaban, pero cada conversación se escuchaba cada vez más lejos, ellos se estaban alejando, vi el sol y luché por quedarme, luché por escuchar, pero no podía diferenciar las voces en mi cabeza, no podía escuchar lo que decían, me sentía cansado, quiero dormir y lo último que sentí fue frio y oscuridad.

El secreto de la vida es tomar decisiones, pequeñas decisiones aparentemente insignificantes, esas abren el camino a otras enormes que alteran tu vida, es que cualquier camino que tomes te lleva a una decisión y algunas pueden cambiarlo todo. Cada momento por el resto de tu vida dependerá de ellas.

Yo tomé muchas decisiones a lo largo de mi vida, algunas buenas otras no tanto, pero la que estoy tomando en este momento puede que sea la más difícil de todas.

Maldito MurphyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora