Epílogo.

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Cuando tú llegaste

Epílogo

—Alexa Villareal—

—Diecisiete años después—

Han pasado casi diecisiete años desde que decidí comenzar mi locura de amor con Santiago, y hasta hoy no me arrepiento de nada, aunque a veces logra sacarme de mis casillas, porque sin importar que el tiempo haya pasado, sigo siendo la misma chica rebelde que él conoció de una manera nada agradable.

Escucho risas que provienen de la sala de estar, me asomo y es Salomé, ríe muy a gusto con Damián: el hijo adoptivo de Sebastián. Es más que obvio que a mi hija le gusta el hijo de mis amigos. «Mi niña ya se me creció». Siento unos brazos rodearme por mi cintura, así que me giro para encontrarme esos lindos ojos que todavía me traen muerta de amor, y que precisamente mi hija también ha sacado de su padre. Me sonríe con tanta ternura que sin pensarlo le doy un beso.

—Vigilando a la niña, ¡he!

—Le gusta Damián, y sabes que él tiene novia—digo con preocupación.

—No le gusta, solo lo quiere como su hermano, se han criado casi juntos.

—Por favor, Santiago, sabes que Salomé es tan fácil de leer que me doy cuenta que muere de amor por ese chico.

—Me huele que seré suegro—suelta una risita, y odio esa broma—. Dejemos que el tiempo pase a ver qué sucede.

Niego con la cabeza mientras sonrío y me acerco a Santiago dándole un beso en sus labios que me reciben sin problema alguno, a pesar de los años nuestro amor sigue intacto. Yo sigo siendo igual que antes y Santiago todavía es un cursi de lo peor, pero así me trae loca. Nos separamos al sentir unos golpecitos en la puerta de nuestra habitación, volteamos a ver y está mi pequeña de ojos verdes, igual a su padre, nos sonríe con tanto cariño y nos da un abrazo como de costumbre, y todavía no sé cómo el tiempo pasó tan rápido. Aún recuerdo cuando era una bebé y cuando comenzó a dar sus primeros pasos haciéndonos estallar en felicidad.

—Me encanta verlos juntos—nos sonríe—. Amo la relación de ustedes, yo quiero una relación así de bonita, que sin importa el tiempo el amor sea igual.

—Eres hermosa, amor, cualquiera querrá estar contigo—acaricio su rostro, pero veo la tristeza en sus ojos—. Incluso el que piensas que no siente nada por ti.

—¿De qué hablas, mamá?—sus mejillas se tornan rojas.

—Hija, se nota a metros que te gusta Damián—Santiago le hace cosquillas—. ¡Se enamoró nuestra hija!

—Claro que no me gusta—dice—. En serio que los años no pasan solos, ustedes están medio chiflados.

Suelta una carcajada y sale de la habitación, pero aunque se niegue a aceptar que le gusta Damián, yo sé de sobra que está enamorada de él, y no es para menos, el chico es muy guapo, igual a sus padres adoptivos. Sus ojos son negros, piel trigueña, cabello castaño y un cuerpo bastante bueno. No se puede negar que el hijo de mis amigos es sexy, bueno, en realidad no su hijo de sangre, porque Sebastián lo adoptó, él todavía sigue siendo muy sensible y gracias a eso decidió que otro hijo no caería mal.

Yo sé que Salomé lo quiere y le duele verlo con su novia, pero así es la vida y mi niña tiene que aprender que en la vida nada es fácil por muy hermosa que sea. Porque verdaderamente es hermosa, heredó los ojos verdes de su papá, su cabello es negro idéntico al mío, su piel blanca con algunas pecas en su rostro, sus labios delgados y su nariz fileña igual que yo.

Tengo que aceptar que Dios me premió con una familia hermosa, porque sin importar todo lo que pasamos para cumplir nuestros sueños estamos juntos como alguna vez él me lo dijo. Sé lo que es no tener a tus papás cerca, por eso desde que Salomé nació no me aparto de ella y Santiago tampoco, le hemos dado nuestra confianza para que no cometa tantos errores como alguna vez lo cometimos nosotros: de los cuales no nos arrepentimos.

Ser los dueños de los hospitales más prestigiosos de New York, no es nada fácil, conlleva de un gran tiempo y eso lo sabíamos desde que escogimos nuestras carreras, pero aún así sabíamos que nuestra vocación era esa. Paso tiempo en los hospitales, pero le dedico el tiempo suficiente a mi familia y Santiago también, porque sabemos lo importante que es la familia para seguir adelante o cambiar eso de nuestras vidas que nos hace daño. O que simplemente no es para nosotros.

Muchas veces el error de nosotros como padres es pensar que con darle lujos a nuestros hijos no les hace falta amor. Por eso siempre trato de estar con Salomé, pero sé darle su espacio, porque no podemos negar que muchas veces queremos estar solos para pensar mejor o saber qué haremos con nuestra vida.

(....)

Miro a mi alrededor y veo a todos los que me han sacado una sonrisa, el tiempo pasó, pero todavía tenemos a nuestro adolescente interior. Hemos pasado muchas tristezas juntos, como la muerte de mis papás hace algún tiempo, cuando nadie lo esperaba, y aunque me dolió, aprendí a vivir con eso.

Sonrío con Valeria mientras me cuenta un chiste súper malo, pero su cara es chistosa, así que no evito reírme a carcajadas. Valeria es la hija de Santiago y Naileth, es bastante bonita y espontánea, aparte, es la mejor amiga de mi hija Salomé. Me gusta que estemos todos juntos y que nuestra amistad sea mejor que antes, solo hemos crecido, pero nada ha cambiado.

Miro hacia Damián, y él parece estar concentrado en el rostro de mi hija, mientras ella habla sin percatarse que él la ve como un idiota. Siento un leve golpe en mis costillas, y miro a Sebastián con cara de querer matarlo, pero parece que también se dio cuenta de la manera en la que su hijo mira a mi niña.

—Parece que le gusta—susurra, solo para mí.

—Está idiotizado, pero no me gusta nada que la vea así, él tiene novia, la hará sufrir—respondo de la misma manera.

—No lo hará, él la quiere desde la primera vez que la vio—sonríe—. Se te olvida que la vio crecer, cuando lo traje Salomé ya tenía dos añitos.

—Solo no quiero que ella tenga que sufrir.

Nos centramos en la conversa que tienen todos, mientras ríen recordando cuando éramos unos jovencitos y cuando decidimos que nos quedaríamos a vivir acá en New York, sin importar que mis papás no les pareció buena idea, pero terminaron por aceptar. Maicol y Cristian también se vinieron a vivir acá con Katia y Romina, ahora son sus esposas y son dueños de algunas empresas. En verdad que han sabido superarse, igual a Naileth, porque ambas somos pediatras y socias por partes iguales de algunos hospitales. Sebastián por otra parte, es dueño de algunos almacenes, que a decir verdad, son los mejores a nivel mundial.

Terminamos de cenar y ya todos se han ido, a excepción de Sebastián y Naileth, estamos sentamos mientras hablamos, pero en un momento desviamos nuestras miradas a nuestros hijos que al parecer se llevaban muy bien, y eso nos hace recordar que así éramos nosotros y hasta el son de hoy todos seguimos juntos, porque es una amistad verdadera.

Los años pasan y con ellos vamos aprendiendo de nuestros errores, y todos y cada uno de nosotros aprendimos a levantarnos de cada caída. Aprendimos que nadie nos tiene que pedir que cambiemos, porque es nuestra manera de ser que nos hace especial ante los ojos de quienes nos quieren y nos dice «cuando tú llegaste aprendí que no debo de ser quien no soy por darle gusto a los demás, pero sobre todo aprendí que el amor puro perdura ante cualquier situación o error que hayamos cometido». Y debo decir que yo aprendí de Santiago que el amor está hecho para disfrutarlo y gritarlo a los cuatro vientos, para que todos sepan que el amor sí existe, aunque no sea perfecto.

—Ashley Lancaster—

—Nota—

La historia tendrá una segunda parte, pero se tratará de la hija de Alexa y Santiago. Sabía que querían saber qué había tenido Alexa, y pues dio a luz una niña bastante hermosa, pero que no la pasará nada bien al poner sus ojos en un chico con novia.

La historia se llamará, siempre te amaré.

Cuando tú llegaste. © #1 [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora