Cuando tú llegaste.
Capítulo 34: Es importante para mí.
—Alexa Villareal—
No sé en qué momento me quedé dormida y no llamé a mamá para decirle que estaba donde Santiago, aunque ella debe saber que estoy con él. Intento levantarme y siento un leve dolor en mi parte intima, pero como no, después de anoche era más que obvio que iba amanecer adolorida. Termino por levantarme y me meto al baño, me doy una ducha rápida y me visto con lo que tenía ayer, está limpio. Bueno, a excepción del vestido.
Me pongo la camisa que me prestó Santiago ayer y que solo duré con ella unos minutos. Seco mi cabello con el secador y me hago un moño alto, me coloco las chancletas de Santiago y me queden enorme. Salgo de la habitación para ir a la de Naileth, pero la veo en la cocina y camino hasta ella, le tapo los ojos con mis manos.
—Si no estoy mal es la chica que más grita cuando mi primo le está dando como es—suelta una risita y yo quito mis manos.
—No es mi culpa que tu primito tenga una metralleta oculta en sus jeans, es muy bueno en la cama.
—Se nota, solo hay que verte caminar—levanta una ceja—. Gracias por lo de ayer, ¿puedes creer que mi mamá me pidió disculpa antes de irse a trabajar?
—Dale gracias a Dios, porque yo no tenía la menor idea de qué decir. Tu mamá tiene que saber que ya has tenido sexo y que te cuidas.
—No le diré eso, Alexa, y no me estoy cuidando.
—¿Estás teniendo sexo sin protección?—la miro sería—. ¿Acaso estás loca?
—Sí me cuidaba, pero quedé con Sebastián en que ya no lo haría por un tiempo.
—Claro, un tiempo donde puedes salir embarazada y eso sí será peor. Eres torpe Naileth, está bien que quieras sentir más placer, pero debes cuidarte.
—Supongo que tienes razón, ¿tú te sigues cuidando?
—Sí, ayer me tocaba una inyección y se me pasó, pero sí me cuido. No quiero sorpresitas.
—¿Qué tal Santiago versión bebé?—se ríe.
—No hables de eso, un hijo ahora pondría en riesgo mi viaje a New York, y eso sí que no— le dejo en claro—. Dame algo de comer, tengo hambre.
—Hice Wuafles, ¿quieres?
—Sí, está bien eso—le digo—. Necesito alimentarme para recobrar fuerzas.
—Cómo no, si fue una noche llena de vocales—suelta una risita—. Eso se escuchaba desde ¡Ah! ¡Oh! !Eh!
—Eres muy mala imitando gemidos—me siento—. Eso es así: ¡Ah! ¡Ah! ¡Ahhh!
Comienzo a emitir muchos sonido y Naileth muere de la risa, en serio es muy mala imitando gemidos, creo que es mucho mejor en acción que tratando de hacerlo. Comenzamos a desayunar sin dejar de hablar sobre cualquier cosa que pase por nuestras mentes, hasta que aparece Santiago en el marco de la puerta, solo con una pantaloneta, no lleva camisa.
Siento mis mejilla arder y no desvío la mirada, se acerca y comienza a besarme, hasta el punto de meter su lengua en mi boca, haciendo que eche mi cuerpo un poco hacia atrás, pero él me detiene. Siento su mano que sube por dentro de la camisa y toca mis senos, haciéndome gruñir en sus labios. Muerdo su labio queriendo más, hasta que pienso que está Naileth y lo aparto con cuidado de mis labios.
—Controlen esas ganas—Naileth nos mira—. Como que no tuvieron con lo de ayer.
—Buenos días, primita hermosa—Santiago besa su frente.
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Cuando tú llegaste. © #1 [✔️]
Novela JuvenilDos personas opuestas, pueden resultar siendo almas gemelas. Una chica con cara de angel, y corazón de piedra, es la debilidad de cualquier chico. ¿Pero qué pasará cuando para Santiago sea una chica más? Alexia es hermosa, pero no hay nada más traic...