Capítulo 9

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Hermione invirtió la semana siguiente en intentar decidir cómo gestionar los nuevos acontecimientos. Tuvo tiempo para hacerlo, ya que pasó la semana en la enfermería con gripe mágica; que era igual que la normal salvo porque al intentar usar su varita solo emitía chispas. La enfermedad justificó los temblores, escalofríos y malestar de los días previos. McGonagall y Mirelle se turnaron para sustituirla en clase y Madame Pomfrey la cuidó y –pese a sus intentos- le prohibió trabajar con cuarenta de fiebre.

Sin embargo, a pesar del destemple, la fatiga y los dolores, lo que comprobaba cada mañana era que la horrible cicatriz no hubiese reaparecido roja y brillante. Pero no, no había sido un sueño: Bellatrix la había sanado casi por completo. No sabía si contárselo a Harry y a Ron. Sospechaba que pasara lo que pasara, no iban a modificar un ápice su opinión sobre la mortífaga (y por motivos de peso). Decidió no mencionarlo, pero comentar en las cartas que parecía que se estaba tomando en serio la rehabilitación. No lo creía de verdad, estaba segura de que era todo una farsa. Pero era más sencillo que explicar la situación real. Cuando a los pocos días recibió las contestaciones, ambos coincidieron en remarcarle que no se dejara engañar, que nada la haría cambiar. No replicó porque temió que tuvieran razón.

Tampoco le sorprendió saber que, según le contó McGonagall, los alumnos a los que había interrogado sobre el sistema numérico de la profesora de Defensa no tenían ninguna queja. Les hacía gracia. Aunque se cambiaran de sitio y de peinado, la duelista seguía recordando qué número había asignado a cada uno. Y por desgracia, la asignatura de "Defensa contra las Artes Oscuras" era la que estaba consiguiendo las notas más altas a pesar de lo exigente que era la mortífaga. La chica decidió hacer una prueba piloto antes de confesarles nada a sus amigos. Cuando la siguiente semana hubo recuperado del todo las fuerzas, después de las clases de la tarde se encaminó a la cabaña de Hagrid.

Ya habían entrado en noviembre, oscurecía pronto y hacía frío. Se arrebujó en su abrigo y caminó con rapidez hacia el límite del bosque donde se encontraba el hogar del semi gigante. Tomaron un té caliente que reconfortó bastante a la muchacha. Como él no asistía a las reuniones ni a ningún evento que pudiera suponer coincidir con Bellatrix, Hermione se encargaba de llevarle las actas y ponerlo al día. Tras explicarle los asuntos académicos, pasó a narrarle las revelaciones que ella y Minerva habían presenciado: desde la violenta reunión en el despacho de la directora hasta la sanación de la cicatriz. Dio muy pocos detalles sobre las acciones de los mortífagos en la Mansión Malfoy porque ni se veía capaz de contarlo, ni necesitaba reforzar las pesadillas. El gigante la escuchó interrumpiendo para hacer alguna pregunta o simplemente para maldecir. Cuando terminó el relato y comprobó el estado de la cicatriz, se hizo el silencio.

-No sé qué pensar, Hermione. Sigo odiando a esa mujer porque quemó mi casa... pudimos salvar a Fang de milagro. Y por todo lo demás que hizo, ya sabes. Me sorprende mucho que los alumnos la aprecien, es evidente que es todo un gran engaño. Pero al menos contigo parece que intenta comportarse... No sé, estaremos alerta, no bajes la guardia, podría ser una trampa.

La gryffindor se mostró de acuerdo. Charlaron un rato más sobre temas banales para intentar diluir las imágenes turbias de sus recuerdos. Hagrid la invitó a cenar y entonces la chica se dio cuenta de que se le había hecho muy tarde. Tendría que apresurarse para llegar a la cena. Merecía la pena por evitar los extraños platos de su amigo. Le dio las gracias a Hagrid por escucharla y se despidió.

Cuando salió de la cabaña de piedra, la luna llena iluminaba el camino. Al frío se le había unido un fuerte viento que rugía en sus oídos. Y luego estaba la niebla que lo bañaba todo. Maldijo a Dumbledore por el hechizo anti aparición que la obligaba a recorrer todo el camino a pie con ese clima tan desapacible. Pronunció un encantamiento para mantener el calor corporal. Pocos pasos había dado cuando sintió una presencia detrás de ella. Se giró. Un golpe seco y todo se volvió negro.

Mientras dure la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora