Capítulo 6

2.6K 313 384
                                    

McGonagall empalideció casi tanto como su alumna. A Hermione se le heló la sangre y no fue capaz de girar la cabeza. Los retratos de los directores que decoraban el despacho empezaron a mirarse nerviosos unos a otros. Uno de ellos rompió el silencio:

-¡TÚ! ¡Asesinaste al último varón Black! -gritó el retrato de Phineas Nigellus Black.

El hombre nunca sintió gran apego por su familiar traidor de sangre, pero aún así el asesinato de Sirius le molestó. Quizá porque aquello cortó el árbol genealógico de los Black tal y como él lo conoció.

-Así es, mi querido tatarayayo. Se lo ganó por esa arrogancia tan intrínseca a los hombres Black por la que menospreciasteis a las mujeres durante toda la historia. Pero no te preocupes, me aseguraré de que los libros de historia expliquen que la casa más noble y antigua de Inglaterra terminó con el reinado absoluto de Bellatrix Black, la más poderosa y temida de toda su estirpe.

Cuando su tatarabuelo abrió la boca para protestar, con un movimiento de varita, la bruja oscura silenció el retrato. Las dos mujeres la contemplaban con odio y temor. Como no parecían haberse recuperado todavía de la intromisión, siguió observando los cuadros hasta que encontró otro con quien dialogar.

-¡Hombre! ¿Cómo está mi gusano traidor favorito? -exclamó divertida.

-Considerablemente tranquilo hasta que has llegado tú -murmuró Snape con aquel tono seco y cortante que tuvo en vida.

-Bah, Sevy, seguro que me has echado de menos. Al fin y al cabo fui la única que supo entenderte, la única que desde el principio supo que mentías. Nunca me fié de ti.

-Tienes razón, Bella, a veces no te damos el crédito que mereces por tus ligeros problemas de enajenación mental -se burló él.

-Así es -replicó ella-, pero pagáis las consecuencias. Tú estás ahí colgado y sin embargo aquí me tienes a mí, en toda mi gloria y en tres dimensiones -comentó girando sobre sí misma para que Snape pudiera apreciarla mejor.

El hombre puso los ojos en blanco y giró la cabeza dando por terminada la conversación. En ese momento, la directora reaccionó por fin.

-¿Cómo has entrado aquí? -preguntó al recordar que no sabía la contraseña.

-Por favor, Minerva, no me subestimes tú también, sabes que soy una mujer de recursos.

Hermione se dio cuenta con horror de que probablemente había sido con su ayuda. La duelista se jugaba literalmente su vida con aquello, habría pasado todo el día rondando el despacho y la habría escuchado gritar la contraseña. Eso la intranquilizó aún más: ¿Cuánto rato llevaba ahí, cuánto había oído? No pudo responderse porque notó que la figura detrás de ella se acercaba a la mesa, peligrosamente cerca de su hombro, y comentaba: "Deduzco por vuestras caras de emoción que ha ido bien, ¿no?". Se inclinó sobre la mesa y empezó a leer opiniones al azar. Su sonrisa fue ensanchándose hasta convertirse en una carcajada casi demente. Fue leyendo sus citas favoritas en voz alta:

-"La directora nos está haciendo esta encuesta para tener un motivo para echar a Madame Black y que no le quite el puesto en dos semanas, ¿verdad?" -leyó- ¿Puedo saber quién es este para ponerle Matrícula?

Hermione nunca había visto esa mirada de odio en la directora, que le recordó que eran anónimas. La mortífaga la ignoró por completo y siguió:

-"Detesto profundamente a la profesora Black..." -pausa dramática- "porque me ha obligado a replantearme mi identidad sexual. Ahora me da grima cada vez que me toca mi novio". ¡Oh, por favor, por favor, Minerva, dime quién es esta! Gryffindor de sexto año. A esa edad ya es legal mantener relaciones con un alumno, ¿no? -preguntó con fingida emoción.

Mientras dure la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora