Capítulo 37

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Bellatrix le señaló el taburete junto al suyo. Hermione se acercó y se sentó intentado parecer cómoda. La mortífaga le pidió una cerveza y el camarero preparó ambas consumiciones.

Normalmente la absenta se servía en cantidades muy pequeñas. Pero la bruja le pidió un vaso grande y le dijo que ya le indicaría cuándo parar. El hombre fue vertiendo el líquido esmeralda hasta que a la morena le pareció suficiente (cuando ya casi rebosaba). El camarero la miró con cierta sorpresa: era el alcohol más fuerte que tenía y los bebedores más aguerridos aguantaban como mucho un par de chupitos. Pero no puso objeciones. Seguidamente sacó una cerveza del refrigerador y se la alargó a la chica que limpió el borde discretamente con una servilleta. Hermione le tendió un billete pequeño (el local no era gran cosa y los precios tampoco) y el camarero se alejó. Bellatrix dio un trago largo y murmuró:

-Esto es lo mejor que habéis inventado los muggles, ni siquiera el whisky de fuego está a la altura.

Hermione no intentó ni probarlo, le mareaba hasta el olor. Dio un sorbo a su cerveza envidiando la capacidad de adaptación de su compañera. Aunque lo que más nerviosa la puso fue cuando sintió la mano de Bellatrix en su rodilla. La bruja, que abandonaba la sobriedad a gran velocidad, le dedicó una sonrisa torcida. La gryffindor la miró nerviosa y volvió a centrarse en su cerveza. La morena le acarició el muslo por encima del pantalón y susurró en su oído: "Relájate, estás conmigo".

Sorprendentemente funcionó. Era verdad: esa mujer había sido, después de su maestro, el mayor terror del mundo mágico. Si estaba de su parte...

-En realidad yo era peor que él –murmuró Bellatrix sonriente-. Mi amorcito mató a los Potter, sí, pero salvo eso... A Moody se lo cargó por error; Pettigrew, Grindelwald y Snape eran malos, lo merecían; y... Y ahí acaba todo en realidad. Estaba obsesionado con un bebé... Mientras que yo maté y torturé a mucha más gente inocente como...

-¡¿Te has metido en mi mente?! –exclamó la chica con rabia.

-Sipi –respondió alegremente su compañera-. Sé que estoy borracha cuando no puedo hacerlo, pero de momento ningún problema en acceder a tu hiperactiva cabecita, ¡así que hay que solucionarlo!

Antes de que la chica pudiera evitarlo, con un mínimo gesto de la bruja el camarero volvió ante ellas.

-Quiero chupitos de... -empezó la bruja arrastrando las palabras- ¿cómo se llama esa cosa que tomáis con limón y...?

-¿Tequila? –aventuró el camarero.

-¡Eso! –exclamó la bruja dando un golpe de satisfacción en la barra.

La gryffindor iba a descabalgar del plan, pero decidió que ya que estaban, iba a disfrutar por una noche. Además necesitaba beber para olvidar la reciente confesión de Bellatrix: ella también pensó siempre que la lugarteniente fue más cruel que el líder. No obstante, nunca había tomado tequila, solo le sonaba el ritual de las películas americanas. Cuando el camarero desplegó la botella, varias rodajas de limón y un salero, no tuvo nada claro cómo actuar.

-Te dejo la botella y me avisas cuando acabéis –sonrió el hombre.

-Muchas gracias, cielo –respondió la morena con falsa dulzura.

Hermione no dudó que el camarero recordaría a su nueva clienta favorita el resto de sus días. La morena llenó los dos vasos de chupito y se lamió la muñeca. Se dio cuenta de que la castaña la miraba un tanto dudosa.

-¡No me digas que nunca has tomado tequila! ¿No bebes con tus amigos muggles?

-No... Siempre me consideraron bastante rarita y no tengo amigos fuera del colegio –reconoció la chica-. Solo he bebido vino con mis padres en alguna ocasión...

Mientras dure la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora