Capítulo 36

1.6K 230 473
                                    

El sábado Hermione se despertó tarde. Recordó que esa noche tenía una cita con Bellatrix y sonrió. Mandó una lechuza a McGonagall para informarla de su salida y la directora le dio su aprobación. Aunque no había esperado encontrar tiranteces, el gesto la tranquilizó. Minerva consideraba que cualquier persona que le quitara a Bellatrix de encima era bienvenida. Sonrió de nuevo ilusionada y nerviosa. El gesto se diluyó cuando recordó el asunto del cuaderno desaparecido. Lo que le había contado tenía sentido. Y además se lo había contado: de ser parte de algún plan maligno se lo hubiera ocultado. No obstante, tenía la sensación de que había algo turbio.

-Estás paranoica, Hermione –se reprochó mientras daba vueltas por su habitación.

Probablemente no fuera nada, pero aún así... Conociéndose, supo que no lo podía dejar pasar. Se le ocurrió un plan sencillo: se ofrecería a ayudarla a buscarlo. Si se negaba, aumentaría sus sospechas y se plantearía un interrogatorio más a fondo o involucrar a McGonagall. Si aceptaba, sería buen presagio y además estaría al tanto de la investigación y podría analizar el objeto por sí misma en caso de dar por él. Aunque por supuesto la slytherin desconfiaría de sus intenciones si se ofrecía a ayudarla. Sospecharía que no se fiaba o que se lo intentaba robar. Lo mejor era pedirle algo a cambio para que creyera que lo hacía para conseguir algo. Y se le ocurrió la petición perfecta. Quedó satisfecha consigo misma y dio por terminado el debate interno.

Esa vez no se esmeró con su ropa. Iban al McDonald's, así que con unos vaqueros y un jersey bonito ya sobraba. Se arregló el pelo y se maquilló porque tampoco quería que la mortífaga le reprochara su falta de interés. Se cubrió con su abrigo más elegante y cogió su bolso de mano. Llegó quince minutos antes y estuvo bien atenta a su alrededor. Así que distinguió a la bruja en cuanto apareció con su habitual sonrisa burlona. Llevaba unos pantalones ajustados, una blusa negra con transparencias y botines de tacón. ¡Cómo podía quedarle a alguien tan bien la ropa! Si no estuviese el asunto de sus inclinaciones asesinas...

-¿Cómo ha ido el día, monito? Yo le he propuesto a McGonagall crear mi propio club de fans como el de Horace, pero ha rechazado mi idea –murmuró poniendo morritos de enfado-. ¡Y eso que me he portado súper bien! Le he regalado los bombones de animales que me sobraron de tu regalo. Me ha mirado con severidad, pero cuando ha comprobado que son inofensivos, me ha dado una galleta (yo también he comprobado que no estuviese envenenada). Creo que la tengo en el bote.

-No lo dudo, invitadme a vuestra boda... ¿Qué decías de tu propio Club?

-Sí, era una idea brillante. Iba a llamarse "Club de Adoradores de la Diosa Suprema Bellatrix". En cada reunión tendrían que darme regalos y componerme odas y cosas así, lo mínimo que merezco.

-¡No me cabe en la cabeza que Minerva se haya negado a algo así! –exclamó Hermione fingiendo sorpresa.

-No te burles, te había nombrado vicepresidenta, está en mi organigrama. Elle era tesorera, no me fío de ti con el dinero; robaste un banco... en concreto me robaste a mí.

La joven puso los ojos en blanco sin saber qué replicar.

-Aún así eras el MS: "Monito Supremo". A ti no te harían regalos ni odas, pero tenías derecho a una foto mía dedicada cada mes.

-¡Ahora sí que me has hundido la vida! –se lamentó Hermione- ¡Mi primer cargo en una organización importante y me lo deniegan! Después de eso seguro que me hubieran nombrado Ministra de Magia... Y encima me quedo sin fotos.

"Ya ves. La vida es un asco" suspiró la slytherin abriendo la verja de salida. La castaña sacudió la cabeza sin poder borrar la sonrisa. Alcanzaron el área de aparición y Bellatrix la cogió del brazo. La gryffindor le explicó que las llevaría a un McDonald's de las afueras de una zona poco transitada para que hubiera menos gente. A su compañera le pareció bien.

Mientras dure la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora