Capítulo 32

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Por supuesto que Hermione temía la pregunta. Pero había preferido no pensarlo porque si no, no se hubiera atrevido a buscarla. Sabía que Bellatrix no era tonta en absoluto y que insultaran su inteligencia era de las cosas que más le molestaban. No podía alegar casualidad porque llevaba el regalo para ella. Tampoco era un lugar de paso: desde que murió Dumbledore nadie subía a esa torre, mal augurio. Además era literalmente el punto más distante de sus habitaciones. Así que para no mentir, optó por hacerse la interesante.

-Tengo mis métodos –respondió con calma.

Bellatrix frunció el ceño pero no siguió preguntando. Solo le pidió que no lo contara a nadie, ese era su lugar especial. Desde que fue estudiante se escabullía a esa torre por las noches y fantaseaba con la libertad que la esperaba tras los muros del castillo. Esa libertad nunca llegó. La chica se apresuró a responder que por supuesto, guardaría el secreto. Tras eso y dado que había cumplido su misión de entregarle el regalo, decidió marcharse. Hizo ademán de despedirse pero la mortífaga le preguntó qué tal la vuelta al trabajo. La castaña entendió que era su forma de pedirle que se quedara. Así que se apoyó en una de las columnas y le contó que muy bien.

-Lo necesitaba –reconoció Hermione-, me gusta la rutina. Además nadie recuerda ya la escena que monté en el baile, están demasiado ocupados con sus problemas... Tenías razón.

-Siempre la tengo, monito, siempre la tengo.

La joven sonrió y sacudió la cabeza. Seguidamente le preguntó qué tal habían ido sus vacaciones.

-Estupendamente, lo pasamos muy bien –aseguró la morena-. Aunque tampoco hicimos gran cosa... Follar, principalmente.

Hermione chasqueó la lengua con fastidio. Al ver que eso la incomodaba, la mortífaga sonrió y continuó:

-Además tuve que devolverle el favor: Elle cumplió mi fantasía de hacerlo en el despacho de la directora con los retratos mirando, así que yo accedí a dejar que nos pillara su familia para que se escandalizaran. Los Aline se llevan bien, no se odian como los Black, pero desde pequeña insistían en buscarle varón y ella lo aborrece. Le hacía ilusión crearles el trauma.

-No dudo que se lo crearais –murmuró la castaña.

-En realidad no, fracasamos estrepitosamente.

-¿Por qué?

-Al principio sí que se escandalizaron, pero luego me reconocieron. Unir su noble linaje a la casa Black les pareció un plan inmejorable. Cierto que soy mujer, pero Elle nunca ha querido hijos, así que no había problema con eso. Insistieron en que nos casáramos esa misma semana. Obviamente ambas huimos horrorizadas.

A Hermione le costó aguantar la risa. Le preguntó si ella tampoco deseaba tener hijos. Bellatrix abrió mucho los ojos casi ofendida por la pregunta y exclamó que por supuesto que no, antes muerta. Le preguntó si ella quería. Hermione asintió con convicción. La mortífaga puso una mueca de fastidio y masculló: "Genial, más sangre sucias...". Como sospechaba que lo decía únicamente para hacerla rabiar, la castaña entró al juego:

-O no. Si me caso con alguien de sangre pura serán mestizos –comentó con calma-. Siempre he sospechado que le gusto a Draco.

La morena empalideció y su rostro reflejó tal horror que la castaña tuvo que recordar a sus padres para no reírse. Empezó a alegar que eso era imposible, que su sobrino la detestaba y que jamás mezclaría su sangre así.

-¡Le borrarían del tapiz! –continuó la mortífaga exaltada- ¡Nada molestaría más a sus padres!

Ahí se frenó en seco. Su mueca de disgusto se transformó lentamente en una sonrisa torcida y repitió:

Mientras dure la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora