Capítulo 28

1.9K 247 300
                                    

A la mañana siguiente a Hermione le costó un poco aclarar su cabeza. Entre la resaca, el recuerdo del ataque de ansiedad y su confusa relación con Bellatrix, nada parecía real. Pero lo era. Había llegado el día de volver a ver a sus amigos y seguía sin tener nada claro. No dudaba que la mortífaga sería uno de los temas que más les interesaría y ella tenía pocas ganas de hablar de algo que no lograba entender. Sacudió esos pensamientos y se levantó de la cama. Recogió lo poco que le faltaba para el equipaje y se duchó. El tren salía a las nueve de la mañana, y aún eran las ocho, así que le dio tiempo a bajar a desayunar. Probablemente víctimas de la resaca, no había casi ningún profesor. Solo ella, McGonagall, Herbert y Sinistra. Ocupó su asiento y observó que junto al zumo de calabaza había un filtro contra la resaca.

-Los elfos han pensado en todo -murmuró Sinistra.

La sabelotodo asintió y se lo tomó sin dudar. De inmediato se sintió bastante mejor. Picoteó una tostada con mantequilla para acompañar el zumo mientras sus compañeros hablaban de sus vacaciones. Los notó un poco incómodos con ella. Dedujo que no sabían cómo tratarla tras su arrebato de la velada anterior. Por suerte, se centraron en sus planes navideños y la dejaron tranquila. Al parecer, menos la directora, se marchaban todos. De nuevo, sintió lástima por Bellatrix sola en el castillo con McGonagall. Aunque bueno, ser una asesina tenía sus consecuencias... Se imaginó invitarla a ir con ella, ¡la alegría que les haría a Harry y a los Weasley tenerla en su casa!

-¿De qué te ríes, Hermione? -preguntó Herbert.

-Ah nada, recordaba las cenas de la señora Weasley y me hace ilusión.

Le dio igual que no fuese una mentira especialmente graciosa ni elaborada. Coló y fue suficiente. Cuando terminó, se despidió de sus compañeros y quedó en verlos a la salida. La directora le pidió un último favor:

-Ah, Hermione, ¿podrás ayudar a Séptima con los Gryffindor? Yo tengo que coordinarlo todo y...

-Por supuesto -la interrumpió Hermione.

La escocesa le dio las gracias. Desde que ocupó la dirección, Séptima Vector -profesora de Aritmancia- se convirtió en la jefa de la casa de los leones. La sabelotodo no tenía problema en echarle una mano para guiar a los alumnos hacia la salida, sabía que solían ser necesarios dos profesores para que no se desperdigaran. Hermione les tenía cariño a los estudiantes, pero a veces pensaba que sería más sencillo educar a escregutos. Subió a su habitación, recogió su equipaje y se reunió con Séptima junto al retrato de la Señora Gorda. No les costó poco trabajo guiar al rebaño... A pesar de lo estricta que era la bruja, los alumnos mostraban una mezcla de excitación y dispersión preocupante.

-¡Se acabó! -exclamó la profesora mayor- Lo que no hayáis cogido, se queda aquí. Habéis tenido una semana para hacer el equipaje. El resto ya estarán abajo, seguro que hasta los slytherins obedecen mejor que vosotros.

-Bueno... -murmuró Hermione a su compañera- Con la calma con que se lo toma todo Slughorn seguro que ellos tampoco están listos aún.

-Sí, pero a él le ayuda Black y a ella no le rechistan.

La gryffindor alzó las cejas sorprendida de que la mortífaga hubiese aceptado ayudar. Aunque claro, dado que no tenía otra cosa que hacer en todas las vacaciones... Cuando lograron reunir a todos los alumnos, acudieron al patio junto a las verjas de salida. Efectivamente fueron las últimas junto a los hufflepuffs. Los ravenclaw hablaban alegremente entre ellos y los slytherin lo mismo perfectamente organizados. La mortífaga charlaba con algunos de séptimo año que la miraban con veneración. Cuando se abrieron las puertas y empezaron a caminar hacia Hogsmeade para coger el tren, Hermione suspiró aliviada. Los profesores no podían marchar hasta que todos los alumnos partieran sanos y salvos.

Mientras dure la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora