Capítulo 40

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A las diez de la noche Hermione estaba en el recibidor del castillo. Antes de que transcurriera un minuto de la hora acordada, Bellatrix apareció. No sabía en qué punto de su relación estaban, pero sin darle tiempo a pensar, la chica la saludó con un beso en los labios. La mortífaga se sorprendió un poco pero no protestó. Sin decir nada, salieron del edificio a la fría noche de febrero. La morena sonrió ligeramente al ver que su estimada niebla seguía envolviéndolo todo. A Hermione cada vez le molestaba menos aquella cortina que todo lo aislaba de la realidad.

De camino a la zona donde se luchó la última batalla, Bellatrix le describió los hechizos localizadores que solía emplear. Hermione asintió. Internamente sintió una ligera zozobra: eran todos los que se le habían ocurrido a ella e incluso algunos no conocía (magia oscura). Empezó a dudar. Necesitaba participar para cumplir su parte y que la bruja solucionara su deuda, pero tampoco quería darle falsas esperanzas... Así que optó por la sinceridad:

-Bellatrix, no quiero engañarte: no sé si voy a ser de mucha ayuda... No se me ocurre nada que...

-Sí lo serás –la cortó la morena con rotundidad.

Ante la seguridad con que lo dijo y el genuino interés que parecía tener en que la ayudara, Hermione asintió reconfortada. Igual no buscaba tanto ayuda como compañía. Era duro volver a pisar esos lugares donde nadie ganó. La mortífaga había dividido las áreas donde podía estar su cuaderno: el Bosque Prohibido, los terrenos entre ese lugar y el castillo y los pasillos por los que pasó durante la batalla. Lo primero que investigó y descartó fue el Gran Comedor. Le bastaron un par de noches y media docena de hechizos para constatar que ahí no había nada oculto. En el Bosque pasó de septiembre a enero. Recorrió los lugares en los que recordaba haber estado y empleó hechizos de detección de magia muy avanzados. Todo sin resultado.

-Así que solo me quedan los terrenos adyacentes y algunos pasillos sueltos –resumió.

A Hermione le pareció un buen sistema. Si bien era una locura buscar un cuaderno perdido hacía meses, Bellatrix estaba tan segura de que aparecería que ella no dudaba. También agradeció no tener que ir al Bosque.

Cuando llegaron a la zona en cuestión, la morena le señaló el perímetro. Empezaron a ejecutar hechizos localizadores y anti-ocultación de forma bastante organizada. Aunque el terreno era amplio, Hermione calculó que una semana podían cubrirlo todo. No obstante, el plan dependía de que la slytherin recordara exactamente todos los lugares por los que pasó la tarde de la batalla.

-¿Lo recuerdas todo? Yo tengo grandes lagunas –reconoció la chica-. Solo me vienen a la mente los sitios donde vi los cadáveres de mis amigos. El resto es todo fuego, escombros y dolor.

-Sí, tengo buena memoria y tampoco pasé por muchos sitios. Bosque, camino al castillo, un par de pasillos, Gran Comedor y luego esta zona fuera donde el duelo final.

-Pero... -empezó Hermione intentando fingir desinterés- Cuando pareció que Molly te... derrotaba, irías a algún sitio, ¿no? ¿No sería ahí? O igual con el impacto se destruyó el cuaderno...

Bellatrix cesó en su labor por un momento y le dedicó una sonrisa torcida.

-Te mueres por saber cómo sobreviví, ¿eh?

-Yo y toda Inglaterra –reconoció la castaña.

Bellatrix rió y continuó la búsqueda sin dejar de hablar:

-Durante la batalla ocurrió algo que me hizo cambiar de opinión (no te pienso contar el qué) y me di cuenta de que nunca había tenido voluntad propia. Así que decidí renunciar. Tracé sobre la marcha un plan para fingir mi muerte y largarme a vivir al extranjero. Alguien debía derrotarme para que me dieran por muerta y no me buscaran. Quería que fuese alguien digno, mi amada Minnie, por ejemplo. Pero caí en la cuenta de que debía ser alguien más inexperto: ella se hubiese percatado de que no estaba muerta. Así que el ama de casa furibunda me pareció buena opción.

Mientras dure la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora