Capítulo 18

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Hermione contempló el restaurante muggle al que tantas veces acudió con sus padres. Ahora estaba con la más leal lugarteniente de Voldemort. Cuántas vueltas daba la vida. Su compañera no parecía incómoda ni extrañada, mantenía su gesto de apatía habitual. Hasta que les sirvieron el vino: Bellatrix asió su copa con rapidez. La gryffindor pensó que protestaría porque comparado con lo que acostumbraba a beber, esa botella no valía nada. Pero no se quejó. Dio un par de tragos y la miró.

Retomando sus burlas previas, Bellatrix le preguntó por qué la había invitado si no apreciaba su sentido del humor. Hermione dudó bastante, ni ella misma lo sabía. Pensó en responder algo irónico, pero parecía estar de buen humor y no quería estropearlo.

-Sinceramente no lo sé... Quizá para reconciliarme con el pasado. O como venganza: sabía que tu orgullo te obligaría a aceptar para no mostrar cobardía y creí que te sentirías incómoda entre muggles.

La bruja respondió con una sonrisa torcida. Comentó que no solo aceptó por orgullo, también estaba harta de pasar tanto tiempo en el castillo, odiaba estar encerrada. Aunque fuese a una zona muggle agradecía la excursión. La gryffindor no pudo evitar sentir un pinchazo de tristeza. "No pensabas que aceptó para conocerte mejor, ¿verdad?" se burló de sí misma. La slytherin siguió bebiendo mientras la contemplaba en silencio. Eso ponía altamente nerviosa a la castaña. Decidió comentar que había fracasado en su venganza porque no la veía incómoda. No obtuvo respuesta de inmediato. Al rato, Bellatrix, con la mirada perdida, murmuró:

-No es fácil incomodarme. Tuve un novio que disfrutaba llevándome a antros decadentes para hacerme sentir incómoda. Las dos primeras veces funcionó, yo era una cría que solo había estado en fiestas de la alta sociedad y no imaginaba que existiera otra cosa...

Hablaba en voz baja, para sí misma, mientras daba pequeños sorbos a la copa que descansaba entre sus finos dedos. Hermione tenía mucha curiosidad, ¿sería el mismo novio con el que la pillaron en el despacho de Dumbledore? Le daba miedo preguntar y romper el ambiente. O que Bellatrix se diera cuenta de que no estaba sola. Así que sin subir el tono, le preguntó qué pasó la tercera vez. La bruja no la miró ni salió de su ensoñación. No obstante, al rato prosiguió:

-La tercera vez me llevó a un garito de música punk en la periferia. Estaba muy orgulloso porque el ruido atronador y los muggles con crestas, cuero y tachuelas me repelían bastante. Pero a mí no me vence nadie, así que me adapté. Cuando me vio bailando encima de la barra con dos tíos que me ofrecieron pastillas de todos los colores, creí que les lanzaba un avada. Desde entonces elevó el nivel de los locales a los que me llevaba.

-Pero... ¿por qué salías con alguien que disfrutaba incomodándote?

-Nuestra relación era así -murmuró la morena-, nos gustaba hacernos rabiar. Era divertido, liberador... Yo no quería que nada me distrajera de mis obligaciones, pero él sabía ser encantador. Lo pasábamos bien, se preocupaba por mí. Me hizo creer que yo le importaba, que me aceptaba como soy.

Bellatrix sacudió la cabeza y se terminó la copa de un trago. El tono amargo de la última sentencia llevó a Hermione a deducir que al final el chico la traicionó. No se atrevió a preguntar más. Bastante suponía ya aquella confesión. Había sonado tan humana, tan real... Hasta le dio envidia: ella nunca había tenido una relación que sonara tan intensa y pasional. Lo de Ron era muy bonito y estable, pero sin emociones fuertes, más bien plano. Por desgracia ese fue el siguiente tema. Cuando la mortífaga volvió a la realidad, la miró por fin y le preguntó:

-¿Y tú qué? Tienes que tener algo más que este estúpido trabajo...

-Bueno, sí, tengo novio pero como trabaja de auror y yo estoy en Hogwarts no nos vemos mucho...

Mientras dure la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora