8| Parte I | Punto de partida

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«Me encuentro en medio de una fuente circular, sentada en un trono el cual está recubierto en lo que creo que debería ser oro. Me percato que en la amplia habitación hay siete caudales que descienden por las paredes y terminan su recorrido en la fuente marmórea. Hay un amplio camino que va desde mis pies, hecho de piedras coloridas: azules, rojas, blancas, verdes, rosas, amarillas y naranjas; y termina de extenderse hacia el frente de forma elegante en un acabado de abanico. Dirijo mi vista hacia adelante atenta e inquisidora al camino a la gran puerta con un lindo arco decorado alrededor con flores y helechos, sus tonos son totalmente amarillos como el trono. Han de ser de oro ambos, supongo. La habitación es completamente resplandeciente, hermosa e impresionante.

La puerta es gigantesca; parece de palacio. Las cerraduras de esta son interesantes: son cabezas de león bañadas en plata que terminan en una argolla del mismo colorido. Su diseño es hermoso. Las cabezas de león tienen zafiros en lo que han de ser sus ojos. Giro desde mi posición a los lados y lo que veo me deja más ensimismada. Un jardín con hermosas flores recubre el alrededor de la fuente y deja paso a los ríos para que desemboquen en esta. A mi alrededor hay dos árboles frondosos que se exponen altivos, dándole un toque de suma majestad al ambiente.

Me paro del asiento y reparo en mi vestimenta. Una tela larga, blanca y sin mancha me envuelve, y deja al descubierto uno de mis brazos. Es igual a un quitón. Un cinto dorado me envuelve terminando en un broche circular con símbolos extraños. Mis pies calzan unas sandalias que me envuelven en lazos sedosos hasta las rodillas. Suelto un jadeo de sorpresa y abro los ojos con total desentendimiento.

Después de fijarme en mi aspecto, siento como si algo me empujara hacia la orilla de la fuente y miro mi aspecto maravillada. Mi cabello es dos veces más dorado de lo normal, parece brillar y por igual mis ojos azules. Abro más mis ojos por mi aspecto, el cual me hace sentir extrañada. Delicadas ondas caen en cascada desde la mitad de este. Noto que tengo algo puesto en mi cabeza. Me separo de la fuente y la palpo, me quito lo que tengo puesto y lo observo detenidamente. Es una diadema, tiene también zafiros y pequeños rubíes. Admiro tal preciosa indumentaria, pero un brillo llega a mí; haciéndome perder todo miramiento de mi vestimenta.

En el centro del camino hay una gran llama. Inexplicablemente toma toda mi atención. Bajo los escalones que hay al pie del trono, arrastrando la inmensa cola del vestido. Camino con pasos ágiles y silenciosos hacia la llama rojiza que me ha cautivado. Es magistral.

Rodeo la flama varias veces, sin embargo, no desprende calor. Dudo si he de acercarme más, pero en segundos sin haberlo premeditado, estoy tocándola. No me he quemado. Siento algo en el centro de esta y por total curiosidad entro mis manos. Se siente tibio y duro. Sigo buscando algo que me dé más información acerca del objeto. Asciendo y desciendo mis manos lentamente. De repente la llama se expande y esfuma dejándome verlo: es una espada. Aún después de las llamas desaparecer esta tiene flamas en su hoja. Se mantiene colgando en el aire por inercia.

Me acerco para verla detenidamente. Su mango está envuelto en plata e hierro y posee una réplica de las cabezas de león que están en la puerta. Miro ambos objetos con sorpresa intercambiando miradas entre ellos. Su hoja es resplandeciente y flameante, tiene pequeñas letras y símbolos en ella; además es de doble filo. No puedo evitar sentir un dolor en el pecho al mirarla. Me es conocida, pero ahí está el problema, no sé de dónde.

La dejo dónde estaba y me doy la vuelta algo dolida. Doy cuatro largos pasos y un sonido metálico como estruendo de relámpago llena el silencio del lugar. Giro. La espada ha incrementado sus llamas el triple o incluso más. El calor que desprende no me hace daño; sin embargo, deja hollín en el techo. El sonido que produce es ensordecedor. Doy un pequeño paso hacia ella y descienden sus llamas. Doy otro más y sucede lo mismo.

Herencia silenciosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora