8| Parte II | Punto de partida

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«—La mentira tiene patas cortas».

—Y los secretos también —culminé la frase de la abuela.

—¿Pero por qué los secretos duran más que una mentira? —Levantó una ceja haciendo una cara seria que terminó en una mueca graciosa. Reí.

—No lo sé abuelita —contesté estirando mis escuálidos brazos, encogiéndome de hombros.

—Porque las mentiras necesitan de muchas más y muchos disfraces para mantenerse; por eso los mentirosos necesitan una muy buena memoria. Puede ser que algún día ellos mismos se delaten —dijo guiñándome un ojo.

—¿Y los secretos? —interrogué con una vocecita melódica, la misma de una niña curiosa por todo. Jugueteaba con mi vestido blanco de corazones multicolores, aunque ya estuviera sucio.

—Hmm, los secretos también; pero, depende de quién los porte.

—No entiendo.

—Hay secretos buenos como malos, pero tienen el mismo sello: ninguno debe ser contado.

—Claro, entonces no sería un secreto, abuelita —enuncié con un tono de obviedad mientras inflaba mis mejillas.

—Entonces ya entiendes —asentí varias veces y guiñó nuevamente un ojo.

—Entonces, ¿los secretos son buenos?

—Depende.. —respondió dubitativa y al parecer en transe. Parecía recordar.

—¿De qué? —irrumpí las ataduras a sus recuerdos o pensamientos.

—De que tan bueno seas para esconderlos. Recuerda siempre: La mentira y los secretos tienen patas cortas, pero los secretos las tienen más anchas. Podrían ser eternos, efímeros o bueno, demasiado buenos para ser verdad. Por ello, no confíes en nadie, si quiera de tu sombra. La gente es así, atrae y abandona. No lo podrías cambiar. La gente es así, te traiciona sin razón, te persigue por lo que es tuyo y te mata para arrebatártelo. Habla muchas mentiras; pero jamás confíes tus secretos...».

Los recuerdos borrosos de una de mis dulces y a la vez duras abuelas me invade. Entendí su consejo con el pasar de los años. No todos confiamos en la gente, las buenas intenciones a veces no son más que un presagio desafortunado.

Sin embargo, ahora, mi fe está puesta en ellos porque me han demostrado lo que se siente confiar, a prueba de todo.

Sin embargo, ahora, mi fe está puesta en ellos porque me han demostrado lo que se siente confiar, a prueba de todo

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He estado alrededor de cinco minutos masajeando mi sien. Sin respuesta, sin lógica, sin nada. De vuelta al principio...

—Victoria...

—Siéntense —ordeno con tono aterido. Cada uno lo hace para quedar más cerca de mí, presto a escucharme; no obstante, no hablo. La rabia es más fuerte que yo.

Herencia silenciosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora