La música retumbaba con sus eróticas palabras en el lugar. La gente se restregaba como perras en celos, exponiendo sus deseos y dejando sus almas descansar del arduo trabajo de sus vidas diarias. El sudor y el alcohol no podían faltar en el aire que la cubría.
¿Quien diría que se iba a encontrar esa noche ahí? Pero quien era ella para negarle a Sebastian Villalobos, su mejor amigo, que no aceptaba un "no" por respuesta. Sin embargo, este no era de calmar su rabo, cuando ya la había dejado sola en la mesa para restregarse con una morra, quien sabe donde.
Calle suspiró, observando su reflejo en el vaso que tenia en su agarre. El hielo haciendo un sutil sonido, al hacer contacto con el cristal de este.
– ¿Tan hermosa, y tan sola? – El comentario típico de un hombre se hizo presente; un comentario que ella están familiarizada, ya que no era la primera vez esa noche. Sin embargo, fue el tono, la voz, la que hizo que desviara su mirada.
Inclinando un poco la cabeza en confusión, tal cual se le había olvidado que existían mujeres que tiraban ese tipo de comentarios también.
– Yo... – Calle no supo que decir, al quedar atónita ante la belleza al frente de ella.
La contraria dejo salir una risita, haciendo que su cabello azulado, diera varios movimientos.
– Soy María José – La chica se presento, inclinándose un poco hacia la castaña – Y me preguntaba, si este asiento estaba desocupado – Pregunto con un tono coqueta, mientras con la parte posterior de sus dedos, rozaba sutilmente la mejilla de la chica. Terminando aguantando el mentón de la castaña.
Calle era un desastre. Un horrible, y avergonzado desastre. Se le había olvidado la habilidad del habla. Cualquier conocimiento se le había ido, y lo único que pudo hacer fue tartamudear incoherencias.
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Cortos de Calle y Poche
OverigSon pequeñas historias, normalmente de un capítulos de la pareja.