Calle se encontraba en la habitación del trono, caminando de un lado a otro; su corazón a gritos de desesperación, se descontrolan en su pecho, causando un extraño y doloroso sentir, su mente no dejaba de hacer preguntas, volviendo la difícil de controlar, y su respiración se agitaba al recordar el beso que le dió la chica en la mejilla.
– Calle, su majestad, ya me estás mareando, ¿podrías sentarte y decirme que pasó? – Paula comentó mientras la observaba, ya casi aburrida de lo que veía.
La mencionada se detuvo, dejándose caer en el suelo de espaldas – Ella me beso – Esta murmuró, llamando la atención de rubia.
– ¿Quien? – Comentó con curiosidad acercándose a la chica, y sentándose al lado de esta con los pies cruzados.
– Me dijiste que fuera a hacer estragos, fui a una iglesia, y estaba esta chica, extremadamente linda, y su alma, era tan pura – Calle comentó con un tono de ensueño, sintiéndose casi idiota – Me le acerqué –
– Espera, espera – Paula interrumpió – ¿Te dejastes ver por un humano? – está preguntó incrédula.
– En realidad fue por varios, y puede que haya matado a alguien – Comentó la castaña algo nerviosa.
Paula se golpeó así misma – Esto deberá ser interesante – Dijo con una sonrisa, apesar de que sentía ganas de golpear a su amiga.
– Como decía, cuando me le acerqué, no demostró tenerme miedo, solo me miró y me beso la mejilla, antes de volver a entrar a aquella iglesia – Calle terminó de decir observando el techo con una sonrisa – Voy a salir – Fue lo último que comentó antes de levantarse del suelo.
– Sabes que no puedes estar con un humano – Paula comentó aún mirando el suelo, antes de levantar la vista hacia la castaña.
Está se detuvo por unos minutos – No importa, solo quiero ir a verla – comentó antes de marcharse.
Calle voló por los cielo, otra noche más, en la cual apreciaba las luces de la tierra. Esta vez decidió pararse al lado de unas de las ventanas de la iglesia, observando con sigilo a la peli-azul, quien tocaba el piano de aquel gran lugar, mientras cantaba una canción, envolviendo a la diabla, en un trance hermoso, dejándose apoderar de la voz de la chica.
Unas horas pasaron, antes de que la iglesia estuviera completamente vacía, excepto por dos personas; la peli-azul y el pastor. Calle se asomó un poco más, viendo a los dos conversando.
– Papá, limpiare un poco el lugar, puedes irte antes – La peli-azul comentó, con una sonrisa inocente, observando al mayor.
– No estés hasta tan tarde, sabes que mañana hay muchas cosas que hacer – El mayor comento, besando a la chica en la frente antes de caminar hacia la salida.
Calle dió un paso hacia al frente, viendo como la peli-azul observaba hacia la puerta, una vez está se cerró, la chica se giró.
– Ya puedes salir, no creo que te pase algo aquí adentro – La peli-azul comentó, levantando su mirada hacia dónde estaba la castaña – No deberías de mirar a alguien de esa manera – Está añadio, caminando y sentándose en una de las bancas.
– ¿Cómo sabías que estaba aquí? – Calle comentó con curiosidad, bajando del lugar, quedándose parada al frente de la peli-azul.
– Tienes un aura, peculiar – La peli-azul musitó – No es tan difícil de captar, se que estás ahí desde horita – La chica comentó con tranquilidad – Mi nombre es María José, pero puedes decirme Poché – Está finalizó.
Calle la observó, entrecerrando los ojos – ¿Por qué se me hace tan difícil poder detectar alguna maldad en ti? Nadie en este mundo es tan puro, excepto los niños – Está preguntó caminando más cerca de está.
Poché burló – ¿Quien dijo que yo era de este mundo? – Se levantó del banco, y camino hacia la castaña, dejando una de sus manos, tocar el brazo de la mayor – ¿Porque confiaste tan rápido en mi palabra? – Sonrió de lado – ¿Tus padres no te advirtieron de las iglesias? – Dejó su mano rozar hasta la espalda de la castaña, bajando hasta la cola.
Calle se paralizó escuchando la voz de la chica, sintiendo y envolviéndose en el roce de esta, que no se fijó hacia donde se dirigía. Poché agarró la cola de esta, y la sostuvo fuerte, haciendo que está cayera al suelo con un gemido, y al la vez un grito de dolor.
– ¿Sabes que es lo peor para un demonio? – Poché comentó, levantando una ceja – Que cuándo caen ante alguien, no pueden hacer nada contra esa persona – Está murmuró en un susurro en el oído de la castaña.
– ¿Quien demonios eres? – La castaña gruño, alejándose de la peli-azul, al sentir que está soltaba su cola.
Poché la miró, y sonrió tiernamente – Averígualo, mi reina – Fue lo único que comentó antes de caminar hacía la salida – Nos vemos luego – Añadio antes de marcharse.
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Cortos de Calle y Poche
De TodoSon pequeñas historias, normalmente de un capítulos de la pareja.