Chica Z

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Los tiros se escuchaban en aquella noche fría, donde la agonia de gritos se escuchaban, unos pidiendo ayuda con una voz desesperada y otros pidiendo comida, con una voz incomprensible.

– ¡Calle! ¡Vamos ya no podemos hacer más nada por ella! – Sebastián grito tomando el brazo de la castaña, mientras la alejaba del cuerpo de la peli-azul, quien se encontraba inconsiente con una mordida en el cuello.

– ¡NO PUEDO DEJARLA! ¡POR MI CULPA ELLA MURIÓ! – Está comenzó a llorar forzejeando para volver al lado de la pequeña.

– No voy a poder aguantar esto – Sebastián murmuró para si mismo, mientras pinchaba el puente de su nariz – Daniela – Este comento un poco más fuerte.

Al momento que la nombrada miró hacia donde él, sintió un fuerte golpe en la frente ocasionando que perdiera la consciencia. El chico la había golpeado con la pistola que llevaba en la mano, y la tomo en sus manos, cargando a la castaña lejos de la escena. La chica, en su momento que cerraba los ojos, pudo ver en una imagen borrosa, la pequeña se iba levantando.

– 5 meses después –

La castaña corría por alrededor del campamento, haciendo calentamiento matutino, mientras usaba unos auriculares, al no querer escuchar el sonido que producían los muertos vivientes, que golpeaban las rejas que los mantenía a salvos.

Mientras corría, el cabello tan inolvidable se hizo presente en su campo de vista, haciendo que se detuviera de golpe. Sus pasó eran lentos, mientras se volteaba, regresando hacia atrás, quedando frente a frente con una pequeña peli-azul.

Trago hondo, mientras se quitaba los auriculares, viendo como aquellos ojos sin vida la observaban, inclinando la cabeza un poco dejando un ruido incomprensible salir de sus labios. Calle sintió unas lágrimas recorrer su mejilla, viendo en lo que la había dejado convertirse, viendo lo descompuesta que estaba la chica.

– Si alguna vez me llegan a morder o a convertir en uno de ellos, no dudes en poner una bala en mi cabeza –

La voz de Poché se hizo presente en su mente, a lo que observo nuevamente a la zombie enfrente de ella, que había quitado los ojos de encima de ella, pues ahora se encontraban en la pistola que la chica tenía en su costado.

– Tu distes tu vida por mi, creo que es lo más que puedo hacer por ti ahora – Calle comentó sacando la pistola de su enganche, y apuntando hacia la chica – Jamás había dicho, que también te amaba – Está comentó con un nudo en la garganta, antes de apretar el gatillo, dejando el sonido resonar en aquel sitio, y liberando a la persona que amaba de aquel infierno.

Cortos de Calle y PocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora