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—Don Arturo. ¿Cómo le va? —Alguien más entró y atrajo la atención de casi todos, menos la mía.

Solo puedo oír sus ruidosos tacones resonar en el ambiente, Thalie la miró mal y se apresuró a acercarse a Darrik cuando él se levantó para acercarse a Arturo.

Me quedo de pie, con la espalda a la pared, acomodo mi vestido ceñido al cuerpo de color negro con una fina cadena marcando mi cadera sobre la fina tela.

Veo fijamente a Darrik, cada paso que da y su lenguaje corporal.

—¡Darrik! —Chilla acelerando sus tacones en dirección a el nombrado. —Me alegra poder conocerte.

Darrik hace una mueca al verla acercarse a él.

—Regina, es bueno verte. ¿Cómo va tu pierna? —Arturo la saluda de beso en la mejilla y un abrazo muy pegado, Thalie casi gruñe, si las miradas mataran Thalie estaría matando a Regina.

—Mejor, ya ves soy una guerrera. —La escucho girar sobre sus tacones, en el momento en el que sus ojos caen sobre mi, trato de no ser tan obvia con la molestia que me cargo hacia Thalie, sigo observando como empaquetan la droga. —¿Nueva proxeneta? —Vuelve a dirigirse a Arturo. —¡Ya sé! Seguro la pediste para celebrar el negocio de la exportación de la mercancía. Si me hubieras avisado con tiempo te traía una más... ¡Ay, no sabía que tenías otra proxeneta!

Veo a Darrik como avisándole que voy a matar a alguien, la otra rubia llamada Regina, se acerca a mi para poder tocarme.

—No parece de las prostitutas de siempre, aunque el pelo si le da toque. Además, Don Arturo, a usted le gustan las rubias, no las... Peliverdes. —Me pongo rígida. —A ver, nena necesito que te quites la ropa, tengo que...

Y antes de que pueda tomar un mechón de mi cabello, sostengo su mano por su muñeca, subo la mirada encontrándome con sus ojos, ella parece haber visto al mismísimo diablo al hacerlo, queda rígida, en shock.

—¡Regina! —Arturo levanta la voz, furioso, pero ella lo ignora.

—Aquí donde me ves, nena, no te convenía clasificarme por mi apariencia, o el hecho de que no me conoces. —Fuerzo mi agarre en su muñeca, veo de reojo su pierna la cual no está derecha, sin dudar de mi capacidad; llevo mi otra mano a su cuello para clavar la punta de mis uñas perfectamente afiladas en su cuello, con mi pierna derecha golpeo la suya y pierde el equilibrio. —No vas a llamar a una mujer prostituta por el simple caso que esté en casa de un narcotraficante.

—¡Tú! —Reacciona al verse casi de rodillas ante mi, hace una mueca de dolor.

Todos los demás sólo observan la escena, Darrik no es capaz de detenerme, no aún y Thalie parece haber quedado en shock.

—¡Don Arturo! ¿¡Que hace esta perra aquí?! ¡Ella casi me deja invalida! —Se queja intentando que la ayuden, clavo más mis uñas tanto en su muñeca como en su cuello. —Espera a que me recupere. Voy a matarte por lo que nos hiciste; a mi hermana y a mí. ¡Maldita perra asquerosa!

Me inclino para susurrar cerca de su rostro.

—Fíjate que no recuerdo que les hice. —Sonrío burlona. —Seguro se lo merecían, la saludas de mi parte, dile que Evadne le manda sus cordiales saludos y que estará... —Levanto la mirada hacia los presentes en especial a Thalie, le doy un apretón con la mano que mantengo en su cuello y la tiro al suelo con toda la fuerza que tengo. —Fichada. Al igual que tú.

DARRIK. [AKDR #3]. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora