Capítulo 20. 🖤

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Devan

La adrenalina oscilaba como una serpiente venenosa que llevaba el éxtasis del momento. Se introducía en mis venas y me penetraba los huesos. Miraba el lugar de hito en hito, buscando al hijo de perra que se había atrevido a ir en mi contra. Una vez más me encontraba en esta penosa situación, penosa para él pobre cristiano que tuvo la mala suerte de cruzarse en mi camino. No me gustan los traidores, son como ratas que debían ser exterminadas de este planeta. Me iba a regocijar en el momento que le hiciera pagar al malnacido que me había dado la espalda y que andaba por ahí contando lo que yo estaba tramando, ¿es que acaso estaba rodeado de traidores?

Bufé.

Primero había sido el sujeto que murió a causa de mis tres fieles compañeros y ahora era este tipejo que había creído no iba a saber nada, que me iba a quedar de brazos cruzados. Pobre tonto. Soy el rey de esta maldita ciudad, tenía ojos en todos lados y todo lo que hacían mis enemigos era sabido por mí, nadie podía escapar de mis manos, las cuales picaban por matar, por derramar sangre. Como amaba ese sentimiento que crece en el momento que sabes que vas a matar, empieza minutos antes de apretar el gatillo y termina en el momento que todo termina.

Mi corazón golpeaba mi caja torácica, retumbaba en mi oídos y llevaba sangre cargada de rabia por mis venas. Mis fosas nasales se dilataron y mis dientes rechinaron dentro de mi boca, mi mandíbula se tensó a tal grado que la sentía doler.

—¿Por dónde quieres que empecemos? —preguntó Jim. Venía unos pasos detrás de mí, a mi lado.

—Busca en la parte de atrás, yo voy arriba —observé el lugar —. Quiero a ese cabrón vivo —espeté al mismo tiempo que daba un paso para bajar a la pista de baile, donde se encontraban muchas personas, aglomeradas en un pequeño espacio, moviéndose al ritmo de la música. Jim se perdió entre la multitud en busca del traidor que pretendía haberse salido con la suya.

El olor a cigarrillos y alcohol prevalecía en la atmósfera. Pasé al lado de una pareja que se metía mano por donde se pudiera y no se me hizo raro, en este tipo de lugares podías encontrar de todo. A mi paso me llevé algunas miradas lascivas de chicas que, aunque acompañadas de sus parejas no dejaban de ver al hombre que pasaba frente a ellas. Tenía todo el porte de un mafioso, ¿y a quien no le gusta un chico malo? Había a quienes no, pero a mí solo me importaba gustarle a una chica, nada más a una.

Subí las escaleras sin detenerme a buscar en la parte de abajo, eso lo estaba haciendo Jim por mí. Pasé frente a dos puertas que eran los baños y crucé el pasillo donde había algunos chicos que fumaban marihuana. En ese momento se me antojó darle una calada, pero alejé aquellos pensamientos y fui directo a la última puerta que se encontraba en el pasillo. Me detuve y miré la señal de advertencia que se encontraba pegada a la puerta y colgaba de un hilo, ignoré la señal y empujé la madera que rechinó provocando un sonido molesto para mis oídos.

No me sorprendí en el momento que vi detrás de la puerta al tal John, follando a una chica que en lugar de estar disfrutando parecía como si la estuvieran matando en vida. Ella se encontraba de espaldas al asqueroso ese, sentada sobre sus muslos mientras que Jhon emitía gemidos de placer, la pobre niña mantenía los ojos llenos de lágrimas. Si lo mataba no solo sería feliz yo también la pobre niña aquella.

—¡Dije que no quiero interrupciones! —espetó John, sin darse cuenta de que quien se encontraba bajo el umbral era yo. Cuando se dio cuenta de que era yo, bajó a la chica de las piernas, hizo caso y rápidamente se bajó la diminuta falda que apenas cubría sus piernas, se acomodó la blusa de tirantes y pasó a mi lado. Me aparté para que saliera, pero se quedó en una esquina temblando de los pies a la cabeza.

—Largo —le dije abriendo la puerta. Su mirada viajó a John que terminaba de ponerse los pantalones, la miró de tal manera que la pobre niña se hizo pequeña en su lugar. Tenía esa mirada que le ordenaba permanecer en aquella esquina. Agachó la cabeza apenada y se abrazó a sí misma —. Dije largo —repetí, molesto.

No te acerques a Devan Hawke (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora