Capítulo 24. 🖤

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Alease

Arribamos a la casa de los padres de Danielle, después de ir a dejar nuestros juguetitos al hotel, no pensaba llevar esas cosas a la casa de esas personas a las que apenas conocíamos. Danielle se encargó de hablar bien de sus padres, pero era muy diferente ya que apenas sabíamos nada de ellos.

La madre de la pequeña nos recibió con una gran sonrisa en los labios, una de agradecimiento y felicidad. Era feliz porque su hija estuviera con ellos, verla dormir y saber que estaba sana y salva a su lado. Me podía imaginar lo que ambas sentían que estuviera en casa, solo esperaba que la cuidaran y que nada malo le pasara de nuevo.

Todo el rato que duró la comida no dejaron de agradecernos lo que habíamos hecho por su pequeña, no paraba de decir lo feliz que estaba de verla, de tenerla a su lado. Dijo que ambos somos buenas personas que tenemos pase directo al cielo por la buena obra que habían hecho, aunque Devan no estaba de acuerdo con ella del todo, una persona que hace un acto bueno no borra de su lista todo lo malo que trae detrás o eso es lo que él pensaba, siempre decía que no importaba que hiciera algo bueno, no era suficiente.

—Gracias, muchas gracias, de nuevo —dijo la madre de Danielle.

—Fue un placer ayudarla y traerla a casa —le dije con una sonrisa. Devan apretaba mi mano con sus dedos.

Me sentía tan feliz por ella, pero me dolía saber que la iba a dejar de ver por mucho tiempo, meses o hasta años. Quería estar en contacto con ella, era una niña dulce y muy linda.

—Sabes que puedes llamarme a la hora que quieras y cuando quieras —le recordé a Danielle quien sonrió.

—Lo sé y gracias.

—Cuando quieras te voy a venir a ver —un nudo se formó en medio de mi pecho.

—¿Los dos? —nos miró a ambos.

—Los dos —le afirmó él.

—Gracias —se echó a los brazos de Devan y esta vez no le importó que él fuera reacio a este tipo de muestras de cariño. Un abrazo no le hacía daño a nadie, ¿o sí?, aunque pareciera que a Devan le iba a dar urticaria no era así, él también se había encariñado con ella, aunque no lo decía.

Ella lo abrazó y él no pudo evitar abrazarla, la apretó y le dio un beso en la frente. Sabía que no la vería en un tiempo y quiso hacerle saber —aunque fuera solo un abrazo— que era especial para él.

Soltó a Devan y esta vez me abrazó y no pudo evitar soltar un par de lágrimas, estos días me había encariñado con ella y me dolía saber que no la iba a ver en algún tiempo.

—Te quiero mucho —musité, con la voz en un hilo.

—Y yo te quiero a ti.

—Prométeme que vas a estar bien, que vas a ir a terapias y que nada ni nadie te va a detener para hacer todo lo que quieres hacer, porque eres una chica inteligente y fuerte.

—Muy fuerte —repitió en el mismo tono melancólico.

—La más fuerte que he conocido —me separé de ella y le limpie las lágrimas que habían caído por sus mejillas —. Cuídate mucho, Danielle, llámame cuando quieras —me dolía el pecho y los ojos me ardían.

—Lo haré —me incorporé y acerqué a Devan.

—Te preparé estas galletitas —la madre de Danielle me entregó una caja de color rosa con un lindo moño arriba —. Es algo pequeño, pero...—la interrumpí.

—Muchas gracias —me aproximé y le di un abrazo a la mujer que no se esperaba este gesto de mi parte. Nos separamos y sonreímos juntas.

—Creo que nos tenemos que ir —dijo Devan. Cuando estuve a su lado puso una mano en mi espalda. Aquella sensación subió por mi columna y se detuvo en mi nuca, sentía lo mismo cada que él me tocaba, tenía que disimular ante ellos lo que estaba sintiendo en ese momento.

No te acerques a Devan Hawke (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora