Capítulo 37. 🖤

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Devan

El movimiento de sus caderas me volvía loco. Mi cuerpo se estremecía, mis manos agarraban sus caderas con fuerza, dejando marcas en su piel lechosa. Los músculos de mis brazos se tensaban y estaba a nada de correrme dentro de ella, otra vez. Mantenía los ojos abiertos, admirando su cuerpo, sus pequeños senos que rebotaban arriba y abajo. Sus pezones un poco más oscuros que su piel, erguidos y duros. Las costillas se le notaban cada vez que se estiraba. Sus pequeñas manos se apoyaban en mi pecho y de vez en cuando enterraba sus uñas en mi piel, dejando un poco de dolor a su paso. Aquello no era importante en ese momento. Todo había quedado de lado en el momento que me corrí dentro de ella, dejando salir toda la excitación que provocaba en mí.

Alease jadeó y gimió llevándose una mano a la frente para cubrir la vergüenza que atravesaba su hermoso y sonrojado rostro. Ambos nos estremecimos y el orgasmo nos golpeó con brutalidad, de los pies a la cabeza. Mis piernas se sentían como gelatinas. Me sumí en una profunda paz que solo ella me podía dar.

—Te amo cada vez más —rodé a su lado, cansado y excitado.

—Dices eso cada vez que tienes un orgasmo —comentó. Me reí. ¿Por qué me reía? Tal vez porque tuve un jodido orgasmo que me hacía sentir feliz y en paz.

—Y cuando no lo tengo también te lo digo —la miré y me dio la razón. Obvio que la tenía y ella lo sabía.

Bajé de la cama y cogí mis calzoncillos para ir al baño y limpiarme. Estaba tan agotado, pero valía la pena todo el esfuerzo que hacía para estar en medio de sus hermosas piernas.

Alease aprovechó para ir al baño y solo se puso una tanga que poco le cubría el culo. Disfruté de la hermosa vista de sus nalgas y la vi entrar al baño. No tardó ahí dentro y cuando salió se recogía el cabello en un moño mal hecho.

—Nunca me has dicho cómo y por qué llegaste aquí —se encontraba acostada a mi lado, con su mejilla apoyada en mi pecho. Pasé mi mano detrás de su delgado cuello y la atraje a mí. Subió su pierna sobre las mías.

—¿No te lo he dicho? —preguntó y negué con la cabeza.

—De habérmelo dicho lo recordaría, no iba a olvidar algo tan importante cómo eso.

—La historia es un poco larga ——murmuró.

Lyubov, tenemos toda la noche para platicar. Así que el tiempo no es ningún pretexto —le dije y sonrió.

—Bueno —exhaló —. Tenía un novio...

Eso no me gustó, pero me contuve de hacérselo saber. Ese sujeto era parte de su pasado y ahí debía quedarse.

—Era lindo conmigo, se portaba bien y decía quererme.

—¿Pero?

—Siempre hay un, pero —musitó y asentí —. Cuando pasamos el año de ser novios me empezó a tratar mal, ya no se portaba lindo conmigo, pasaba días sin saber de él y cuando me respondía los mensajes siempre ponía un pretexto, si no era su padre enfermo era su madre, o su hermano. Sus amigos o sus amigas. Todo era más importante que yo y no me hubiera molestado que se preocupara por su familia —encogió un hombro —. Pero solo eran mentiras. Después me enteraba que lo habían visto en una fiesta con alguna chica o bebiendo algo con sus amigos. Que lo vieron en el cine con otras personas.

—Qué imbécil —mascullé.

¿Cómo alguien podía ignorar a una mujer con Alease? Tenía que ser un verdadero estúpido para hacerla a un lado.

—Al final supe que estaba saliendo con alguien mientras estaba conmigo. Tampoco se me hizo raro, las señales estaban ahí y yo no las quise ver. Cuando me di cuenta me sentí tan estúpida y traicionada —murmuró con la voz rota. Dejé un beso en su frente.

No te acerques a Devan Hawke (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora